Decidir Dejar de Existir



Por estos días (no se decir con exactitud cuantos años ni en que fecha) se cumple 1 año más de que mi tío Alfredo decidió dejar de existir, y utilizo la palabra “decidió”, porque a diferencia de la mayoría de la gente de mi familia que ha fallecido a consecuencia de la edad o por complicaciones de enfermedades, él decidió suicidarse.

Mi tío Alfredo era el sexto hijo (de los 13 + 1 adoptado que tuvo mi abuelita y de los que hablé un poco en el post de “La Devoción de Luz”), él era precisamente el hermano que siguió después de mi mamá y quien tenía muchos años viviendo en Los Ángeles, California.

Dicen que los hermanos siempre son como “los dedos de la mano”, que aunque están unidos y pertenecen a un mismo conjunto, todos, son muy diferentes entre sí y en ese sentido, la familia de mi mamá no es la excepción… De los 14 hermanos que fueron, todos son muy diferentes tanto de carácter como físicamente y tal vez sería interesante algún día contarles un poco acerca de ellos…Bueno, aunque con eso de que hace poco mis tías descubrieron este blog y corrieron la voz con el resto de la familia, tal vez debería pensarlo un poco, pero es que en verdad, la historia de la familia de mi madre es muy interesante y para una aprendiz de escritora como yo, sería un gran reto el intentar que todas esas anécdotas no se difuminen con el tiempo y el olvido.

En realidad yo no conviví mucho con mi tío Alfredo, tal vez de pequeña, pero en realidad no lo recuerdo. La imagen que tengo de él es muy vaga, supongo que eso se debe a que cuando él decidió irse a los Estados Unidos yo era demasiado pequeña y la imagen mental que tengo acerca de su persona, está conformada por múltiples fotografías familiares que me tocó ver a lo largo de los años y en las que lo más sobresaliente que recuerdo de es que era un hombre no muy alto, bastante atractivo, de cabello súper obscuro y tez muy blanca (dos rasgos que solamente he visto repetidos en 2 ó 3 personas más de mi familia –lo cual no quiere decir que los demás no sean “guapos”-), al contrario, en la familia –no es por presumir- pero hay de todos los tipos de belleza.

Durante muchos años y todavía hasta poco antes de que muriera, el concepto que yo tenía era el del tío buena onda” que siempre mandaba los juguetes más padres de regalo.
Algunas otras veces, cuando llamaba por teléfono quien estuviera hablando con él nos pasaba la bocina para que lo saludáramos y recuerdo que en las ocasiones que a mi me tocó hablar con él siempre me preguntaba acerca de la escuela y de ¿cuándo iríamos a visitarlo? para que nos llevara a Disneylandia.

Físicamente, sólo recuerdo haberlo visto dos veces, en las pocas ocasiones en que volvió a Cd. Juárez para visitar a mi abuelita, porque la verdad desconozco cuál era su estatus legal en Estados Unidos o si era también porque en California él era dueño de un taller mecánico, que si bien no lo convirtió en millonario, si le permitió llevar una vida económicamente más desahogada.

En una de esas visitas que recuerdo, llegó por carretera a bordo de un Mercedes Benz convertible y aunque todo mundo hablaba de su pasión por los autos, mi recuerdo muy personal acerca de eso es que esa tarde que llegó, estando todos afuera de la casa de mi abuelita, aunque su carro se me hizo bonito porque parecía de “juguete” me llamó más la atención que en el tablero traía un paquete repleto de chicles.

Con esas dos visitas, se amplió un poco más mi idea acerca de lo que él era como persona, dejó de ser el “Tio de las fotos”, que estaba casado y en aquel entonces tenía 2 hijas preciosas: Wendy y Cinthya, y tras esos dos encuentros de él con toda la familia y las cosas que escuché muchas veces decir a las personas que convivieron más de cerca con él, pude percibir que se trataba de un hombre muy cálido, en el sentido de que era de esas personas que te brindan su amistad y te abren las puertas de su casa sin ningún prejuicio; un muy buen amigo, de esos que te apoyan en todo momento y que cuando los visitas no encuentran ni que ofrecerte para hacerte sentir a gusto y en confianza (mi papá dice que por regla general todos los hombres de la familia que visitaban California siempre querían hospedarse en su departamento) y en pocas palabras, habiendo sido él también una persona formada y educada con los mismos valores que sus demás hermanos, podría decirse que era un hombre honesto e íntegro en esencia.

Al igual que para muchas otras personas, la vida nunca fue fácil para él y aunque mi tío Alfredo adoraba a su familia, desde que tuve uso de razón recuerdo haber escuchado comentarios acerca de que siempre tuvo problemas con su esposa. De hecho a mi se me hacía muy curioso que ella y mis dos primas (que en ese entonces eran bebitas) siempre venían a visitarnos por su lado y él siempre se quedaba en California.

Desconozco la verdad si él y su esposa vivían separados, pero aunque las noticias que llegaban acerca de él siempre eran referentes a que tenía problemas con su esposa, supongo que su amor por ella y por sus hijas siempre fue mucho más grande que todo y vivió así durante mucho tiempo y todavía unos años más tarde, la vida le regaló la felicidad más grande que pude percibir en él con el nacimiento de su primer y único hijo varón al que le pusieron por nombre Edward.

Con esta radiografía tan generalizada acerca de lo que él era como persona y de sus circunstancias, cualquiera podría aventurarse a suponer y decir cuáles fueron los motivos que lo llevaron a decidir dejar de existir. Pero no, yo pienso que a la par de sus conflictos maritales, el llegar a tomar una decisión tan drástica fue un proceso gradual que se aceleró posterior al fallecimiento de mi abuelita (que sucedió yo creo 1 ó 2 años antes que el de él), y los argumentos que tengo para afirmar esto están basados en una anécdota que sucedió poco tiempo después de eso y en el que por ¿azares del destino?, la mayoría de los hermanos se reunieron en Los Ángeles, convivieron y compartieron como pocas veces se presentó la oportunidad.

En esa ocasión, en medio de la alegría y el festejo, dicen que mi tío hizo un comentario relacionado con el hecho de que él a diferencia de sus demás hermanos no se podía resignar tan fácil a la idea de que su madre hubiese dejado de existir.

Tal vez desde entonces ya contemplaba la idea del suicidio, y el destino en cierta forma le permitió reunirse con sus hermanos. Al respecto, sólo puedo decir que al ya no estar físicamente mi abuelita, él ya no tuvo intención de volver a pisar tierra fronteriza y mi madre comenta con cierta nostalgia que en esa ocasión que lo visitaron, en particular y al momento de despedirse de ella, mi tío la abrazó muy fuerte y la justificación que le dio por haberlo hecho fue muy sencilla: “ninguno de los dos sabemos hasta cuando nos volveremos a ver”.

Los detalles acerca de la noche en que murió son muy ambiguos, puesto que sólo sabemos que al parecer, recibió una llamada de su esposa, discutieron y en apariencia una de sus hijas tomó también la bocina (y me imagino que mal influenciada) le dijo literalmente que ya no lo quería.

Si estaba ya bajo una crisis depresiva severa –para él que su razón más grande de existir eran sus hijos- debió haber sido un golpe muy duro haber escuchado eso y lo que finalmente lo orilló a tomar un revolver y acabar así con su vida.

Nunca sabremos que cosas pasaron por su mente en ese momento, en todos estos años lo único que se me ocurre pensar cuando trato de ponerme en su lugar es que la desesperación de mi tío quizá debió haber sido más grande que las razones que le daban sentido a su existencia.

Lo más triste de todo esto fue, que posterior a la muerte de mi tío, conforme pasó el tiempo se perdió el contacto con su familia. A Edward por ejemplo, yo no lo conozco (y ahorita debe ser ya un joven adolescente), mientras que Wendy y Cinthya, los familiares que vivimos en Cd. Juárez, nunca más volvimos a verlas y la única persona que tuvo contacto con ellas, fue una de mis tías –quien en ese tiempo todavía vivía en California- y de vez en cuando la esposa de mi tío le permitía ir por ellas para llevarlas de paseo y convivir.

Siempre que se habla de suicidio, la mayoría de las personas opinan que no hay ningún argumento que sea lo suficientemente válido que justifique el que alguien decida quitarse la vida, puesto que califican esta acción como un acto de cobardía; pero yo simplemente pienso que no se debe juzgar a una persona sin conocer antes cuáles son las circunstancias que propician que actué de tal o cual forma, porque incluso, para agarrar una pistola y dispararte en la cabeza hay que tener muchísimo carácter, determinación y sobre todo, mucha sangre fría.

Yo no sé si donde quiera que esté, mi tío esté arrepentido por haber tomado esa decisión. Pienso en eso casi siempre, porque en todos estos años he escuchado y leído cosas terribles que sobrevienen al momento de “desencarnar” para las personas que deciden quitarse la vida y que van desde la idea de que el espíritu de esa persona no logra descansar en paz y vaga durante la cantidad de años que hubiera vivido si no se hubiese suicidado, mientras que otros dicen que por haber terminado con su vida, no tendrá nunca más derecho al cielo ni al descanso eterno.

Todo eso suena muy drástico y no es porque se trate de mi tío, pero en contraposición a todo lo anterior, pienso en que nunca he creído en la omnipresencia de un “Dios” que “castigue” por las “malas acciones”. Si mi tío hizo mal, creo que ya lo pagó bastante en vida, al haber soportado durante tantos años los conflictos con su esposa y al no haber podido darle a sus hijos la armonía de una familia unida y con valores, o si de alguna forma todo lo que era él aún existe –ya sea a otro nivel o en una dimensión alterna a la de los que estamos vivos- debe ser muy triste el no poder ya ver ni abrazar a sus hijos, estar con ellos en todos estos años en los que me imagino en muchos momentos determinantes a ellos también les ha hecho falta como padre.

También pienso en que a pesar de sus defectos y sus equivocaciones una persona como él no se merecía terminar de esa forma y sobre todo, porque también existe una teoría relacionada con la idea de que no se suicidó, ya que supuestamente lo encontraron boca abajo, con un brazo doblado sobre la espalda y empuñando a la perfección con la mano de ese mismo brazo el revolver, y por lógica, una persona que se da un tiro en la sien, posterior a eso pierde el control del cuerpo y si cae al suelo no queda tan bien “acomodada”… Quien sabe… Esa duda siempre la tendremos, y al parecer hay sólo una persona en la familia que sabe exactamente como sucedieron las cosas en esa noche, cuando mi tío Alfredo decidió dejar de existir… Nosotros nunca lo sabremos y a un año más de distancia de que hemos dejado de verlo, yo solamente pienso en que ojalá, esté donde esté, haya encontrado la paz y la armonía que quizá nunca tuvo en vida, pero sobre todo que al igual que en la foto que ilustra este post, encuentre el camino que lo lleve hacia la luz.

Comentarios

Anónimo dijo…
HOla
te felicito,mp0or la capacidad de poner en palabras tus sentiminetos aceraca de tu Tio alfredo.

Sabes en mi familia tambien ha habido suicidios y como medico he visto este fenomeno de cerca, en realidad creo que la explicacion que damos al siucidio no es correcta ya que cada persona tiene una percepcion distinta de los fenomenos, cre que cuando alguien enfrenta un situacion sin logica contradictoria con sus afectos o percepciones se queda sin capacidad de una respuesta logica y lo unico que puede hacer es algo terriblemente ilogico como el quitarse la vida, esta es un logica paradojica, pero es una logica poderosa que no hemos explorado mucho en occidente.
Me gusto como escribes, soy un medico viejito que se ap[asiona por la fotografia y voy a tratar de escribir algunos libros sobre nuestro estado
Muchas gracias por compartir lo tuyo Me llamo Cuauhtemoc Pina y estoy a ti dispocision en cuapin@hotmail.com
Anónimo dijo…
Hola!!
Por casualidad encontre la historia de tu tio Alfredo, es triste pro deja ensenazas de vida, sabes? como medico me he encointrado con ese fenomeno y en mi familia ha habido suicidios.
Creo que las explicaciones logicas no son suficientes para dar cuenta de este fenomeno, lo que pienso es que cualquier persona ante una situacion terriblemente ilogica y dolrosa, se queda sin resp[uestas y la unica posible es una igualmente ilogica y paradogica como es el siucidio. Esta lofica paradogica no es conocida en occidente pero es poderosa y da cuenta de algunas de nuestras contradiciciones.
Espero esto te sirva en algo y te agracezcco compartir este trozo de tu vida tan generosamente

Cuauhtemoc Pina

cuapin@hotmail.com

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