Introducción A Un Diario de Páginas Reciclables



Estas son las primeras páginas que plasmo en este nuevo diario de “Hojas Reciclables”.

Siempre que termino un cuaderno e inicio uno nuevo se ha convertido como en una especie de “tradición” para mi redactar una especie de introducción, destinar las primeras páginas en blanco para expresar algo relacionado con el inicio de un nuevo ciclo (porque de esa forma es como veo a cada uno de los cuadernos que he utilizado desde los 17 años como diario), y que para mi son como pequeños libros en los que van quedando atrapados pedazos de mi historia, el aroma de mis recuerdos, retazos de pensamientos y emociones, de momentos y anécdotas vividas, que sin importar que ya no vuelvan, forman parte de mi vida y también han contribuido a convertirme en la persona que ahora soy.

Es curioso, pero siempre que termino por completo las páginas en blanco de un cuaderno, siempre, siempre, sobreviene a mi cabeza un momento de duda, en el que me cuestiono, al grado de casi llegar a convencerme de que quizá será el último cuaderno que yo escriba. Pero los pensamientos y el deseo en el corazón siempre se han mostrado mucho más fuertes para ganarle la batalla a la apatía o a cualquier otro sentimiento adverso y mi complicidad con el papel y la tinta es tal (después de tantos años), que al final siempre termino por volver.

He perdido ya la cuenta de cuantas hojas y cuadernos he llenado, de cuantos litros de tinta o el número de bolígrafos que me he gastado por esta costumbre de plasmar por medio de las palabras y las letras todo cuanto pienso y siento. Mi intención al hacerlo nunca ha sido posicionarme en el papel de mujer intelectualoide, de aspirante a dramaturgo, ni mucho menos en la “pose” de creer que soy una persona privilegiada, diferente a los millones de personas que habitan este planeta, y que a través de su vida –por esa simple razón representa un ejemplo para los demás- porque no, en todos estos años de escribir sólo por el placer de hacerlo, si algo he aprendido es precisamente eso, que no soy más que una mujer más, un ser humano de carne y hueso que al igual que las otras personas, constantemente está a prueba y aprendiendo de cada una de las cosas que vive.

Algo que siempre me cuestiono y que curiosamente también tengo muy presente cada vez que escribo algo, es el pensar en ¿si tendrá sentido?, si a futuro y quizá cuando yo deje de existir físicamente habrá alguien capaz de darle sentido o simplemente de revivir mi propia historia con el sólo hecho de posar sus ojos sobre cada una de las palabras escritas por mi y enterarse así de cómo fue la vida de una mujer que vivió a finales del siglo XX –y quiero pensar- durante una buena parte del XXI.

Siempre me he imaginado que tal vez mis cuadernos podrían ir a parar a un museo (casi hasta los puedo imaginar detrás de una vitrina cristalina, resguardando las hojas amarillas y las pastas de los encuadernados desgastadas y quebradizas, reposando en silencio, en un afán de sobrevivir –como mis pensamientos- a la eternidad y al implacable paso del tiempo), pero quizá eso sólo sea una idea romántica, como lo es también que mis cuadernos de diario pudiesen ser conservados por alguien de mi familia y pudieran ser así una conexión entre una generación y otra, y aunque, en ese sentido me gustaría que quien se quedara con todos mis escritos fuera simplemente alguien que les diera el valor de conservar una especie de libro de una persona que a través de sus letras le está contando como era la vida en otro tiempo y espacio, y que sin ninguna pretensión, tan sólo pretendió vivir del modo más intenso posible y aún más allá de sus defectos y errores.

Es un poco extraño pensar en todo eso… A mi la verdad me encantaría que fueran mis hijos y mis nietos quienes en un futuro no muy lejano pudiesen estar leyendo esto; más no sé si Dios me permitirá llegar a ser madre algún día (yo lo deseo con toda mi alma), pero las circunstancias en ese aspecto de mi vida, hasta ahora han sido por demás adversas; pero sin importar eso de momento, es padre tomar conciencia en este momento en que estoy escribiendo esto, de que para bien o para mal, este oficio de escribir además de ser parte del “paquete” de habilidades que desde “allá arriba” “el alto mando” (Dios), designó para mi desde antes de mi nacimiento; es también una especie de “poder” que dentro de algunos años –espero que muchos- me permitirá romper y atravesar la barrera del tiempo y formar parte de la vida de alguien a quien si bien yo no podré mirar a los ojos, esa persona, por mis propias palabras si me conocerá a mi.

Con esa idea en la mente, insisto, soy una mujer de lo más normal. Alguien que no pretende decirte como se hacen bien las cosas, yo nunca he sido –ni seré- ejemplo para nadie, y las cosas que escribo son sólo para reflejar un poco todos esos sentimientos que a veces no es tan fácil compartir en una simple charla, la mayoría son pensamientos que se quedan sólo en eso y también hay un poco de todo el aprendizaje que yo he tenido en estos años que como ser humano he vivido y que en pocas palabras podría ser también como una fotografía descrita con palabras y a través de la cual podrás conocer todo lo bueno y lo malo, lo triste y lo alegre, los colores, los aromas, las vivencias, y en concreto, todas y cada una de las cosas que propician que el mundo y la vida en general valgan la pena y sean interesantes de conocer.

En el espacio de tiempo en que estoy comenzando este diario, han pasado apenas 6 años después de haber comenzado un nuevo siglo. Yo soy ya una mujer adulta, que aunque en este punto de su vida no sabe aún que camino tomar ni cual será de verdad la misión o el objetivo más grande de su vida, si está dispuesta a afrontar con sus 5 sentidos cada nueva experiencia que le toque vivir.

Es obvio que no puedo decir que es lo que vas a encontrar en este diario, porque la vida está llena de matices de todos los colores… Pero lo que si puedo asegurar es que en cada una de las páginas encontrarás reflejado el espíritu de un ser humano simple, que busca aprender siempre, y que en este viaje llamado “vida” a través de sus letras siempre encontrará la forma de contarte una historia interesante y plantearte cada circunstancia desde una perspectiva honesta y diferente.

A lo mejor –y tal vez sin ni siquiera yo misma darme cuenta- ya estoy trabajando en la misión que se me ha encomendado en esta vida: contar y mostrar a quien quiera saberlo como es “por dentro” una mujer normal. Entonces, viéndolo desde esa perspectiva, quizá no sea una coincidencia que para este nuevo diario haya elegido materiales reciclables para su elaboración (las hojas son impresiones de computadora echadas a perder, copias que usaba para estudiar y guardé de los años en que fui estudiante universitaria y de los diversos niveles de inglés que no me convirtieron en una persona bilingüe, pero que al menos ahora, si me permiten entender ese idioma un poco más en forma escrita que hablada); mientras que las pastas, esta vez no son de material rígido, sino de fommy, y a lo que voy es que a pesar de que es la primera vez que hago un “diario reciclable”, tal vez no es ninguna casualidad que haya sido así, puesto que aunque mi objetivo sea sólo el de expresar todo cuanto vivo y me impresiona o contribuye a mi formación como ser humano; tal vez la vida, al igual que todas las cosas que se “reciclan”, se reduce a eso: a la posibilidad de volver a empezar cada día, a la oportunidad para reinventarnos a nosotros mismos, sin importar las situaciones por las cuales hayamos pasado o los errores cometidos.

Allá afuera la ciudad se ve hermosa, impresionante y majestuosa –que es la visión habitual de los días cuando no está contaminado-, lo cual viene a decirme que a pesar de que sigo en el mismo lugar, yo ya no soy la misma, y aunque desconozco hacia donde me llevará el destino esta vez, algo si es seguro: Un ciclo más está por comenzar.

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