5 Años Después del 11 de Septiembre



Este Lunes, se cumplen exactamente 5 años de los atentados terroristas en Nueva York.

Yo no soy norteamericana, ninguno de mis familiares falleció en ese lugar, no conozco a nadie que haya sido voluntario o haya estado involucrado en esa tragedia; pero creo que al igual que sucede con muchas otras personas en el mundo, recuerdo perfectamente todo lo que sucedió ese día.

Me acuerdo que yo me enteré de lo que estaba sucediendo, porque en la mañana mi hermano mayor llamó a mi casa y le dijo a mi mamá que prendiera la televisión porque algo muy grave estaba pasando. Yo me estaba arreglando para salir a mi trabajo y sin saber exactamente de que se trataba, me alarmó, puesto que hasta en la forma de timbrar de un teléfono, uno percibe cuando es para recibir una mala noticia o algo grave está sucediendo.

No hace falta comentar que las imágenes que ví en la pantalla, y que le dieron la vuelta al mundo pocos minutos después de que el primer avión fue impactado en la primera torre, me dejaron impresionada. Lo primero que pensé fue en que eso no podía ser posible, parecía simplemente que estaba viendo reflejado en el cristal la imagen de una película, pero a parte de que eso ni siquiera se le habría ocurrido a ningún director de cine, además de desconcertante, era la vida real.

De camino al trabajo, y al pasar por la zona centro de la ciudad, lo siguiente que recuerdo es que en todos lados había una televisión encendida. En los lugares donde no, había un aparato de radio y en todos lados se escuchaba lo mismo. Llegué a la oficina (en ese entonces ubicada en el edificio Bermúdez del Blvd. Tomás Fernández) y la situación era prácticamente la misma: La tele que normalmente era para uso exclusivo de la sala de juntas, esa mañana fue reubicada y permaneció durante todo el día encendida en uno de los cubículos de la oficina, donde todos teníamos acceso a verla.

Todos mis compañeros, trabajaban, pero al mismo tiempo permanecieron pendientes a todo lo que se decía en los noticieros que interrumpieron la programación habitual y así fue como estando ahí, en mi lugar de trabajo, fui testigo de cómo la segunda torre fue impactada y el pentágono también.

El 11 de Septiembre lo tengo muy presente por eso, y de las cosas que más recuerdo y no se me olvidan, es que la oficina de nosotros (ubicada en un tercer piso) tenía a través de los amplios ventanales del edificio, una vista impresionante de gran parte de Cd. Juárez y El Paso, Tx. también, y que curiosamente, coincide con el área de esa ciudad donde se ubica el aeropuerto.

Todos los días, era habitual ver aviones volando a una altura no tan considerable, en plena maniobra de planeación, para unos minutos después verlo desvanecerse en medio de una mancha gris, señal inminente de que había aterrizado ya, pero ese 11 de Septiembre, en que el cielo estaba particularmente lleno de nubes blancas, permaneció durante todo el día prácticamente desierto, ningún ruido de turbinas o motores sobrevolando el territorio mexicano se escuchó… Poco después y a través de las noticias nos enteraríamos que tras ser impactadas las torres gemelas, un tercer avión estaba desaparecido y en todos los aeropuertos se cancelaron todas las salidas de aeronaves y yo creo que ha sido el único día en toda la historia de Estados Unidos en que por primera vez se paralizó la aviación.

Ese mismo día y ya en la tarde, casi para finalizar el día de trabajo, recuerdo que mis compañeros de trabajo comentaban lo que había sucedido y me llamó la atención en particular lo que dijo una amiga diseñadora (de las que en ese entonces trabajaba con nosotros), y que hacía referencia al hecho de que era como si el mundo estuviera en guerra y para ella la guerra era algo que nuestra generación solamente conocía a través de los libros de historia.

Como dije al principio, yo no soy norteamericana (¡gracias a Dios!) y a diferencia de muchas personas, nunca pretendería serlo, irme a ese país para “vivir el sueño americano”, pero el 11 de Septiembre ha quedado marcado en mi memoria no sólo por la impresión que me causó ver a tanta gente lanzándose desde lo alto de esos edificios, como una manera de elegir la forma ¿menos dolorosa? de morir…

El 11 de Septiembre está en mi cabeza, porque ese día cambió la vida de muchas personas (no sólo en Nueva York). Hubo gente que perdió la vida, familias que perdieron a algún ser querido, pero también, posterior a los atentados, la recesión económica que se vivió, provocó que aquí en la frontera mucha gente se quedara sin empleo (como una persona que yo conocía en ese entonces y que estuvo casi 3 años seguidos sin poder encontrar trabajo y eso le provocó una severa depresión), los deudores vieron como las cifras de sus préstamos se dispararon, provocando el cierre de empresas, la pérdida de patrimonios que tomó muchos años obtener o construir; todo era incertidumbre en todos los aspectos, muchas empresas cerraron y se fueron; mientras que en el campo de la publicidad (que es en el que yo trabajo), las inserciones de publicidad se redujeron al mínimo, y de 4 ó 5 anuncios cada fin de semana o hasta más que publicaba en el periódico, anunciando las vacantes de las empresas maquiladoras, desaparecieron por completo, al igual que la sección de clasificado del periódico local, que tuvo que crear “secciones especiales” para compensar la falta de ingresos que generaba la sección de búsqueda de empleos y que era prácticamente lo que subsidiaba el periódico completo.

A 5 años de distancia, me llama la atención que el departamento de comunicación social del consulado de Estados Unidos en Cd. Juárez, mandó el fin de semana un boletín en el que habla acerca del 11 de Septiembre y en el que a parte de rendir un homenaje a las víctimas que fallecieron ese día, ha organizado varias actividades (entre ellas una conferencia de prensa que será esta semana y en la que se abordará el estilo de vida Musulmana), pero lo más curioso es que todo se enfoca al homenaje, a las obras de reconstrucción, como si fuera una maniobra que pretende “maquillar” para que se vea de una forma menos “cruda” todo cuanto sucedió.

Analistas, estadistas, historiadores, politólogos y personas comunes como yo, siempre hablan acerca de lo que sucedió ese día y en todos estos años en más de una ocasión “El 11 de Septiembre” ha sido tema de conversación de grupo y aunque cada quien tiene una opinión diferente, y aunque quizá estemos demasiado lejos de saber lo que sucedió en realidad, para mi fue el día en que en particular comencé a preguntarme: ¿qué demonios está pasando con nosotros los humanos?, en que me impresionó tanto no ver volar ningún avión durante todo el día…

No sé si “alucino” o por vivir en frontera, de verdad lo percibo y lo respiro así… pero desde ese día Estados Unidos, (irónicamente el país de la libertad y las grandes oportunidades) vive “con miedo”.

En los puentes de cruce internacional lo vives a diario y cualquier persona de apellido raro, con rasgos físicos de árabe o musulmán es “sospechoso”, y aunque de verdad sea una persona incapaz de matar una mosca, tiene que soportar en ocasiones el ser sacado de la fila de cruce de peatones para ser revisado en sus pertenencias y ser interrogado hasta el cansancio… Si en Estados Unidos se decía que había “racismo”, después de los atentados, los prejuicios y la desconfianza hacia todo extranjero (sin importar su país de procedencia), se recrudeció todavía más.

El tiempo de espera y permanencia en todos los aeropuertos internacionales se ha disparado al doble y en las maletas de mano ya no puedes llevar absolutamente nada, ni siquiera pasta dental.
Y lo que resulta aún más impresionante… Aunque desde entonces Estados Unidos ha declarado una guerra abierta contra el terrorismo y mucho se habla de “reconstrucción”… La realidad es que las heridas permanecen aún ahí abiertas para muchas personas y las consecuencias de ese fatídico día (sin importar el país en donde estés) es algo, con lo que todos de alguna manera, hemos aprendido a vivir.

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