Percibiendo La Ciudad


Mi auto se descompuso y volví a recorrer con mis propios pasos las calles de la ciudad...
Casi había olvidado por completo lo que era ser parte del carnaval de sonidos producidos por el tráfico, así como los gritos sonoros de vendedores ambulantes, que ofertando se ganan la vida; mientras que las legumbres, la comida y la fruta integran para mis sentidos un crisol de aromas, colores, formas y texturas.

Yo camino absorta en esa sinfonía y en medio de tantas cosas me olvido por un momento de mi misma, para percatarme de que la ciudad está viva y cada persona, sonido o imagen que surge a mi paso, me expresa su sentir.

Tantos meses al volante, de concentración profunda en los semáforos y señalamientos, me llevaron a olvidar casi por completo lo que es caminar por las aceras observando con detenimiento como son los negocios que existen en cada cuadra y la gente que trabaja en ellos... Lo interesante que resulta conocer un poco la personalidad de un desconocido que viaja al lado tuyo o en el asiento delantero de un camión urbano, o quizá, también desde ese lugar -y a través de la ventanilla-averiguar con exactitud ¿cómo es la vida de esa persona?, con el simple hecho de "echar un vistazo" a cómo están "dispuestas" las cosas en el interior de su automóvil.
No importa que hora del día sea... La ciudad se percibe y se respira en todo instante...
De camino hacia el valle, el verde de los sembradíos y también las raíces quebradizas y silvestres en las que brota algodón, provocan que por un instante logre ignorar al sol que me atosiga con sus rayos incandescentes y calcinantes; mientras una expresión de incredulidad me invade, al tratar de entender ¿cómo puede ser posible que la naturaleza pueda ser capaz de generar vida a través del árido suelo del desierto?


La aventura no termina al finalizar el día, y si hablo del trayecto de regreso, y no obstante que pase siempre por los mismos lugares, la zona "conurbada" me cuenta siempre una historia distinta y me presenta mil y un personajes reales a los que yo les invento una vida de "ficción":

El señor del maletín, que adorna cada uno de sus dedos con anillos y un montón de joyas grotescas; el chavo "Darketo" de cabellos largos y lacios -que importando poco que estación del año sea- camina siempre ataviado con su gabardina larga y llena de muchas correas, tipo Johny Deep en "El Joven Manos de Tijera" y a unos cuantos pasos adelante de mi...

Está también "El Indigente" que sentado en la banqueta que queda justo frente al aparador de una tienda de muebles y electrodomésticos, tiene como única diversión mirar sin escuchar la telenovela de las 7 de la tarde, o "La Abuelita" de falda larga y "ampona" que siempre se baja del transporte colectivo en el mismo punto, y a pesar de su fragilidad su actitud y sus pasos son tan certeros, que por más que intento imaginarlo no se me ocurre adivinar hacia donde se dirige.
Percibiendo La Ciudad donde todos viven con prisa, y la mayoría "con miedo", me doy cuenta también que yo estoy viva, que cada vez que viajo sola me acompañan al mismo tiempo mis propios pensamientos...

Que Dios agudiza cada día mis sentidos para tener la capacidad de experimentar todos eso; mientras la naturaleza me regala muchos paisajes regados en distintos rumbos, atardeceres llenos de colores naranjas en verano y rosados en invierno... Elementos tan simples que me hacen "mirar" con "Ojos de Amor" a esta tierra desértica donde yo también he nacido, de la que nunca me iría ni cambiaría por nada del mundo... Y en la que si no fuera por mis propios pasos, no tendría posibilidad de percibir, sentir y vivir igual.


Comentarios

Mr. Magoo... dijo…
Que manera de expresar todo esto que es Juarez, y la perspectiva que te da tomar el colectivo, y dejar de lado una responsabilidad, para dejar tu mente volar y observar, y adentrarse a los olores, sabores, y colores de nuestra Ciudad Juarez. Yo no lo podria poner con mejores palabras, desde hoy soy tu fan, este escrito es fabuloso.

Me recuerda tantas cosas, tantos caminares por el centro, en mi ninez, a comprar zapatos en Canada de 16 de Septiembre y Juarez, de la 3 hermanos, del cafe la Nueva Central, del voceador de esa misma esquina, de la catedral, la plaza, la Ugarte, la Velarde y sus tiendas, en fin, mil historias que me han vuelto a revolotear en mi empolvada mente gracias a tu escrito.

De nuevo, mil gracias, y si no te molesta, podria poner un link a tu blog desde el mio?
Saludos.
Hola Martha!

No había tenido tiempo de leerte pero ya ando por aquí actualizandome ;)

A nuestro paso podemos encontrar infinidad de historias con tan solo "echar un vistazo", y tambien ser parte de ellas.

Te mando un enorme abrazo y yo si cambiaría mi lugar de residencia, le tengo aprecio pero considero que puedo vivir aun mas tranquila.

Saluditos!!

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