Bitácora de Viaje: Entre lo Místico y Lo Divino (Visita a La Gruta de El Padre Pío).



... Y se llegó el día de emprender camino hacia uno de los lugares de los que Vane siempre me habló cuando recién la conocí, y que con el paso del tiempo, (cuando la posibilidad de viajar hasta Uruguay se volvió algo más tangible), en el listado de planes y "cosas por hacer", siempre soñamos "despiertas", con estar ahí.

No recuerdo la hora exacta en que después de un largo trayecto sobre la famosa "ruta", dimos vuelta en una salida al lado de la carretera que nos ofreció un camino que a simple vista se vislumbraba largo y como si no fuera a tener un final.

El sol atenazaba radiante por todo lo alto en el momento cuando Vane y yo entramos a bordo de la moto por un camino de terracería tapizado con piedras y así seguimos la ruta -que sin importar la época del año que sea- recorren todas aquellas personas que son creyentes y buscan a través de la "divina intercesión" del Padre Pío, o de los seres de otro planeta que durante algún tiempo se hicieron presentes en "La Estancia La Aurora"; se les conceda un milagro o "favor especial" que logre aumentar su fe.


Padre Pío de Pietrelcina.

Respecto al Padre Pío, la verdad yo nunca oí hablar de él hasta que conocí a Vane, y tan sólo me limitaré a decir a grandes rasgos que fue un sacerdote italiano quien existió realmente dentro de la orden de los capuchinos, y a quien tras atribuír toda clase de milagros, bilocaciones, estigmas, curaciones y hechos sobrenaturales, fue beatificado por la iglesia católica.

Desde mucho tiempo antes de realizar ese viaje al "Pequeño Paisito", y gracias a todo lo que mi amiguis me contaba sobre ese lugar tan místico donde "lo divino y lo sobrenatural" se unen, yo siempre -a la par de escucharla- maquinaba mucho más allá de mi imaginación la proyección de una escena a futuro, en la que me visualizaba caminando junto a ella en un día cálido; atravesando quizá un puente, para luego de un buen lapso de tiempo (en el que hasta casi pude definir las cosas acerca de las que yo le hablaría durante el trayecto), disfrutar así de la caminata y aprovechar al máximo todo el tiempo que estuviéramos juntas; hasta llegar al final ahí.

Pero las cosas ni las circunstancias son siempre como uno se las imagina, y en ese sentido, lo único que coincidió con mi imagen mental fue lo del puente (que está mucho antes de llegar a esa zona); además de que el plan inicial que Vane y yo teníamos de ir hasta ese sitio caminando, no pudo concretarse debido a que ella tuvo una lesión en la rodilla (no grave, pero si molesta).

En el momento real, cuando por fin estuvimos ahí, no sé si fue el agobio del calor o lo lento que avanzamos a bordo de la moto, que tampoco charlamos sobre nada en especial; la verdad yo no llevaba nada en mente y tan sólo veía que el camino era demasiado largo; mientras que Vane por su parte, conducía súper concentrada a poca velocidad y bordeando la orilla de la ruta de acceso, en una maniobra bastante inteligente para que la moto no derrapara con las piedras de tamaño más pequeño.

Letrero en la entrada de La Estancia La Aurora.

Cuando la moto por fin se detuvo, lo primero que vimos fue que el camino que nos condujo hasta ahí, era el punto medio que separaba dos sitios distintos: de lado izquierdo se encontraba "La Estancia La Aurora", lugar famoso en Uruguay por ser punto importante de avistamientos y aterrizaje de "OVNIS"; mientras que en el extremo derecho: un marco muy rudimentario con una puerta metálica giratoria, ante la cual se abría otro sendero profundo que había que recorrer para poder conocer la gruta de El Padre Pío.


La primera impresión que tuve al estar de pie sobre ese suelo y en un punto que se podría decir era "neutral" -por estar en el justo medio de esos dos lugares- fue un poco extraña y difícil de describir; puesto que todavía hasta minutos antes de ver a unos cuantos metros de distancia una casona rodeada de una enorme extensión de campo y pastizales, resguardados por una cerca; en cuanto te aproximas a las inmediaciones, y a pesar de que la vista te habla de un lugar tranquilo, el aire que te envuelve y penetra hasta tus pulmones te hace darte cuenta de que no es así, de que "hay algo más allá de todo eso" y que si a mi me pidieran que definiera con exactitud lo que se siente, al estar ahí, diría simplemente que se percibe como una "energía muy extraña".


Altar en el interior de La Estancia La Aurora.

Mientras yo tomaba fotos desde el extremo exterior de la cerca que te cierra el paso y no te permite adentrarte más allá (por tratarse de una propiedad privada), Vane me contaba que hasta ese lugar han llegado científicos e investigadores de la NASA, al igual que aficionados al fenómeno OVNI, quienes muchas veces van a acampar durante las noches, con la intención de establecer contacto con seres de otros planetas, o mínimo poder vislumbrar desde lejos, alguna de las figuras o luces extrañas que se cuenta, se presentan en ese sitio.

Yo no sé si toda la gente que alguna vez ha ido, sintió al igual que yo el impulso de cruzar el barandal para permanecer aunque fuera por un instante de pie entre esos pastizales, en un intento por tratar de percibir un poco más de todo eso... Aunque la sensación sea muy "rara" y nunca logres comprenderla del todo.

Entrada a La Gruta de El Padre Pío.

Unos cuantos minutos después cruzamos hacia el otro extremo de la calle, para atravesar la puerta metálica giratoria y adentrarnos por el sendero que conducía hasta donde se encuentra El Padre Pío.




A medida que sumábamos pasos y nos recibían al costado del camino carteles de lámina sostenidos por postes de madera y en los que se podían leer salmos y citas bíblicas, yo pensaba en que la apariencia real de ese sitio era muy distinta de lo que yo me había imaginado.


No sé porque siempre tuve la idea de una especie de "santuario" como los muchos que existen en algunos estados de la república mexicana; (con un altar o una capilla pequeña); pero la gruta de El Padre Pío se reducía simplemente a un camino en medio de la nada y que se extendía durante varios metros, y en el que luego de ver a lo lejos sólo un campo muy extenso (donde parece nunca estar nadie), llegas hasta un pequeño "montículo" de rocas (una encimada sobre otra), y que en conjunto forman una pequeña "casita o cueva" y es eso lo que en el interior resguarda la imagen esculpida en piedra del santo italiano.



Supongo yo que por esa forma que tiene, es la razón por la cual le llaman "gruta"; el caso es que esta se ubica prácticamente a la orilla de un barranco (no muy alto), en el que el espacio donde te tienes que colocar para poder ver al Padre Pío es demasiado estrecho.

Además existe una reja que protege no sólo la figura del Santo, si no toda la clase de objetos que la gente va y deposita ahí en agradecimiento por haber recibido algún favor.

Algunos de los objetos que los visitantes ofrecen (me llamó mucho la atención la figura que está enseguida del trofeo... ¿Está medio fea no? (quien sabe que historia tendrá).

Nosotras no llevábamos nada, muchos meses atrás comentabamos -un poco en tono de broma y medio en serio- acerca de las peticiones personales que podríamos hacer al estar en ese sitio.

No sé si Vane tenía algo en mente, pero yo en lo personal, más allá de pedir algo me limité a agradecer por la posibilidad de haber podido realizar un viaje tan padre para conocer a una persona tan especial y que una de esas "casualidades" de la vida (que sólo son eso en apariencia), puso en mi camino, convirtiéndose así el mejor pretexto para lanzarme a vivir una experiencia que me llevó a miles de kilómetros de mi casa y mi ciudad.

Fue muy curioso, en la entrada y por el camino nos encontramos con varias personas, pero al llegar al área de la gruta no vimos a nadie. Tras un ratito de estar frente al Padre Pío, mi amiguis y yo decidimos sentarnos en una banquita de cemento que se ubicaba a un costado de la gruta, y ahí tuvimos la ocurrencia de empezar a escribir una carta para dejarla como testimonio de nuestra visita, pero al mismo tiempo como la única "prenda" que podíamos ofrecer.

Como hacía mucho sol y nosotras ya de por si veníamos acaloradas desde el camino; nos cambiamos de lugar y nos fuimos a sentar otra vez, pero esta vez al pie de una de las caras de la gruta (y que a esa hora era el único lugar con sombra). Yo me tardé algunos minutos escribiendo a toda velocidad la carta que dejaríamos ahí, usando como apoyo la mochila donde cargábamos todo.

Unos instantes más tarde le pasé la hoja con lo que había redactado a Vane, en el cuaderno (todavía sin desprender), puesto que como se trataba de algo que nos involucraba a las dos, yo necesitaba que ella la leyera y me diera su aprobación antes de depositarla en el interior de la gruta.

Hasta ese momento lo más relevante había sido la quietud que nos envolvió durante todo el tiempo que permanecimos ahí, y fue lo que también ayudó a que nos concentráramos de lleno en redactar la carta.

Algo muy curioso fue también que durante todo el tiempo que permanecimos ahí, tampoco hablamos mucho, quizá sólo lo indispensable, no sé si es por la misma atmósfera que se percibe, y que a nivel introspectivo te produce una sensación de inmensa tranquilidad porque no piensas en absolutamente nada que no sea lo bien que te sientes al estar ahí.

Después de tomar algunas fotos, decidimos volver a sentarnos a la sombra para descansar de nuevo, y parecía como si "algo" o "alguien" lo hubiera así determinado, porque fue justo en ese instante que se posó delante de nosotras un ave que en Uruguay se conoce como "Calandria".


El incidente no habría tenido mayor relevancia -por tratarse de un simple pájaro-; sin embargo este apareció de la nada, y aunque en un principio no lo hizo en solitario -puesto que eran varias- nos llamó la atención que pasados unos minutos sólo fue una la que se quedó.

En un principio pensamos que el ave se acercó atraída por un pedazo de pan que estaba tirado sobre el suelo a muy pocos metros donde nosotras nos encontrábamos, pero nos resultó muy extraño que parecía que su única intención era acompañarnos; pues en más de una ocasión volteaba y nos miraba directamente, además de que no mostró el menor indicio de temor o de querer protegerse cuando nos aproximamos para tomarle fotografías... Muy por el contrario, permanecía inmóvil y como si conociera nuestras intenciones, con toda su atención puesta hacia el lente de la cámara.

Yo había escuchado desde mucho tiempo antes, que las almas de las personas que fallecen, muchas veces vuelven a materializarse en el interior de las aves... Esa era una historia en la que yo creí desde niña y que volví a reafirmar hace poco más de 2 años en el libro de Soraya, cuando en el último capítulo menciona que el día que ella falleció en su casa, rodeada de sus amigos y su familia; a los pocos minutos apareció en el exterior de su casa un ave de la especie que se conoce como "Oriol".



No se si haya sido por la energía del lugar, o porque de verdad a las personas que ya han dejado este mundo se les permite regresar a veces de esa forma; pero yo estoy casi convencida de que esa no era una simple "calandria" y es muy probable que bajo ese disfraz de ave, se hizo presente una persona muy especial en la vida de mi mejor amiga y a quien yo solamente he aprendido a conocer a través de ella.

Después de eso emprendimos el regreso, para llegar a tiempo a la hora de la comida. Aunque ya no pasó nada trascendente en los últimos minutos que estuvimos ahí y ni tampoco pasó nada extraordinario durante el camino de regreso, lo que si noté -una vez que ya estábamos en casa de nuevo- fue que yo en lo personal me sentía muy relajada y hasta con un poco de sueño... Algo similar a esas ocasiones cuando tienes oportunidad de deshacerte de algo que te pesa, o cuando lloraste mucho y la primer reacción que tienes posterior a eso es de quererte dormir... Con la diferencia de que yo me sentía súper bien, con una paz extraña en el interior y sin tener costumbre de tomar siesta, esa tarde me dormí con una facilidad que hasta a mi me impresionó.

Creo que cualquier persona que ya haya estado ahí -o tenga la posibilidad en un futuro no muy lejano- de estar en un lugar como ese, experimentará y podrá relatar algo parecido a lo que yo comparto en esta Bitácora de Viaje...



Creyente o escéptico, la fe en cada persona podría ser como una moneda de distinta denominación, y ya sea que vayas hasta ahí buscando un milagro, con alguna petición especial en el bolsillo, para llevar una prenda en señal de agradecimiento o tan sólo para experimentar por ti mismo lo que se siente al estar en un lugar como ese, en definitiva hay una energía muy extraña (y no se sabe si es como consecuencia de los Ovnis que alguna vez estuvieron ahí, o a la influencia milagrosa de El Padre Pío)... A mi en lo personal, simplemente me queda muy claro que existen cosas que están fuera de nuestra capacidad de razonamiento y para las que todavía no estamos preparados para ver o conocer...

En la carta que depositamos antes de irnos, en lugar de formular alguna petición en concreto, Vane y yo únicamente agradecimos por habernos encontrado, por la oportunidad de haber llegado juntas hasta un lugar como ese; al que de todo corazón espero en menos de dos años poder regresar...

Para finalizar, dejo un enlace que encontré relacionado con este lugar tan místico, y que para mi representa un testimonio gráfico de que existen otras realidades alternas a la nuestra...

http://entreelpueblomagico.blogspot.com/2009_01_01_archive.htm

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La Versión de Vane...

Existen dos lugares tan distintos y llenos de misterio, y sólo lo separa una calle empedrada. Uno de esos lugares es la estancia La Aurora, ese sitio fue elegido por esa clase de fenómenos que no se sabe a ciencia cierta que son, pero esos platillos voladores más conocidos como OVNIS han aparecido por ahí muchísimas veces, y todavía quedan pruebas de que en verdad estuvieron ahí, pero esto es tema para otro post.

El otro lugar que mencioné es donde se encuentra el protagonista de éste texto, un ser diferente: el Padre Pío. Su imagen se encuentra rodeada por la naturaleza y por una inexplicable paz, y está justo enfrente a La Estancia La Aurora.



El Padre Pío fue un religioso Italiano, famoso por los hechos sobrenaturales que le atribuyen: estigmas y curaciones.

La gruta del Padre Pío está en el límite de Salto y Paysandú, y su imagen fue colocada allí el 25 de mayo de 1987. Desde entonces no dejan de llegar turistas de todas partes del mundo, algunos vienen a pedir, otros a agradecer, pero todos motivados por el mismo sentimiento: la Fe.

¿Nopales mexicanos en Uruguay y en La Gruta del Padre Pío?

Los habitantes de Salto tenemos una costumbre muy particular, cada vez que hacemos una promesa ofrecemos a cambio de eso que necesitamos llegar caminando hasta la gruta del Padre Pío, que desde la ciudad son muchos kilómetros, yo hice ese recorrido caminando dos veces, una para agradecer, y la otra para pedir casi de una forma desesperada algo que no se cumplió.

Camino más allá de La Estancia La Aurora.

Martu y yo partimos una mañana temprano, en una de las tantas travesías que realizamos en moto. La idea inicial era llegar caminando, pero un pequeño problema que yo tenía en mi rodilla impidió llevar a cabo esa maravillosa experiencia.

Muchas veces en esas interminables charlas que Martu y yo compartimos, yo le contaba de lo mágico que es ese lugar, y de lo que se siente cuando lo pisas, eso es algo tan curioso, porque todas las personas coinciden en lo mismo, en el aire se percibe "algo", pero nadie te sabe explicar lo que es, ni yo sé como, pero te basta llegar ahí para entender eso que no se puede expresar con palabras.

Cuando llegamos ese fue el primer comentario que me hizo Martu, ella sintió eso que no sabemos que es y está muy presente.

Estuvimos gran parte de la mañana ahí, disfrutando del silencio, la naturaleza, el canto de las aves, perdiendo nuestra vista en el campo que parecía no tener límites y era casi infinito.

Sentadas tomando un poco de sol, sin hablar demasiado, llenándonos de esa energía que tocaba tanto tu interior hasta tal punto de llegar a emocionarte.



A mí me pasó, y más después de haber vivido algo muy especial, en un momento se acercaron a mí un par de calandrias, son aves típicas en tierras Uruguayas, son muy significativas para mí, y más después de la razón que encontró Martu del porque se habían acercado a mí y tanto tenía que ver con una persona muy especial para mí.

En ese lugar todo puede suceder, así como un día de la nada empezó a salir agua del suelo, la gente la consideraba bendita, se mojaba la cara, los pies, hasta la tomaban y se la llevaba en pequeños recipientes, así como esa agua salió de la nada también desapareció.



Luego de escribir una carta y dejarla junto con todas las otras cosas que la gente en forma de agradecimiento deja ahí, decidimos marcharnos, prometimos volver muy pronto, yo -como tantos otros lugares desde que se fue Martu- no he regresado, pero la gruta del Padre Pío es el sitio indicado para llenarte de paz y acercarte un poco más a Dios.

Nota: La Bitácora del Viaje a Uruguay tiene pendientes todavía muchos capítulos por compartir... Así que habrá relato para rato.

Continuará...

Comentarios

Que bonita bitácora, lo digo por tu parte, ahh escribís tan bonito que uno se queda tan a gusto leyendo, y mas si se trata de un lugar como ese.
En mi versión cuento más o menos que se siente, pero no se puede explicar, tenes que estar ahí, vivirlo para después entenderlo.

Yo sé que vamos a regresar muy pronto, yo no voy muy seguido por ahí, así que estoy casi segura que la próxima vez que vaya será con vos. Podemos aprovechar la oportunidad para acampar, uyy que miedo, ni loca me quedo ahí, jajaja

Es un placer para mí colaborar con mi pequeña parte para tu bitácora.

Te dejo muchisisismos abrazos.
Victoria dijo…
Chicas
que padre encuentro esta bitacora de viaje, porque el leer los dos puntos de vista enriquece mucho el relato. Me gusta muchismo!

Incluir a Dios en todo lo que sucede en nuestra vida es fundamental para que todo salga bien. Que bueno que ponen a Dios en medio de su amistad, que se sientan atraidas por una Fe y un misticismo que seguramente hara que su relacion a pesar de la distancia se haga cada dia mas fuerte...

Me encanto este relato... y tengo conmigo el corazon de Padre Pio que Martha me trajo de Uruguay...

lindo post!!!!

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