Bitácora de Viaje - Día 2: Sábado de Aprendizaje y Reencuentros.


Sábado 10 de Septiembre, 2011.
Una vez más el día comenzó muy temprano. Cuando el despertador sonó yo ya estaba despierta y lo primero que vi al encender la luz fue el pequeño cuadernito donde una noche antes de cerrar los ojos, dejé un montón de cosas: anotaciones detalladas para la bitácora de viaje; notas muy personales que no son parte de esto. Todo lo que ocupó y experimenté en mi interior en ese día que ya me había gastado; y fue una sensación muy extraña, porque todo visto desde esa perspectiva y a esa hora parecía tan irreal.
Era Sábado ya, y no sé si era porque la habitación donde yo estaba tenía una ventana que daba a la calle; pero a pesar de que era muy temprano y en fin de semana, ya se escuchaba el ruido de gente y vehículos afuera. 

El evento en el Teatro Metropolitan estaba programado para empezar a las 8:35 de la mañana; pero había que estar muy temprano porque la gente de prensa nunca entra igual que el público normal a un evento... Puedes tener mucha suerte y que te den acceso muy rápido o puede ser relativo, y que te dejen estar sólo los primeros 15 minutos o que toque esperar demasiado. Como en esa ocasión todo era tan incierto y una vez más no tenía noción de la distancia que separaba el hotel del recinto donde sería el evento, antes de las 7:00 am yo ya estaba lista.  

Había un detalle muy importante que tenía que tomar en cuenta. Dentro del itinerario de actividades, estaba marcado para ese mismo día y en un horario de 8:00 de la mañana; un evento que el Dalai Lama tendría en El Museo de Memoria y Tolerancia, donde él iba a inaugurar la exposición: "Tibet, Recuerdos de La Patria Perdida".



Yo no tenía ni idea de donde estaba ese museo. De hecho tenía entre mis planes visitarlo, pero no por esa razón (yo me enteré de la exposición hasta un día antes de volar a México), y pensaba hacerlo hasta los días libres después de que pasaran todos los eventos. 

Desde un día antes; y escuchando los comentarios de los periodistas que habían estado en la rueda de prensa, yo había decidido que ese día me iba a ir directo al Metropolitan, por la sencilla razón de que no sabía donde quedaba exactamente el museo y como a mi me llegó tarde la invitación, yo ya no pude confirmar asistencia; y ese era un requisito indispensable para poder estar ahí.

Cuando salí del hotel todavía estaba oscuro; hacía frío y no había ni un alma en la calle... Caminé un par de cuadras con una botella de yogurt  y unas barritas de fresa en la mano que había comprado en la tiendita que estaba frente al hotel (para no salir con el estómago vacío) y pensando todavía en todas las emociones que había dejado plasmadas en forma de letras en el cuaderno que siempre llevo conmigo.

Yo no sé si fue el encuentro con el Dalai Lama el día anterior, o que escribir ha sido desde siempre la mejor manera que yo tengo para expresar lo que me pasa; pero mientras avanzaba por esas calles en busca de un taxi, era como si me hubiera desprendido de algo... Como si la nostalgia, los problemas, tal vez la tristeza o la incertidumbre fueran algo similar a la tela de un vestido, que una vez que te lo quitas y al siguiente día te pones otro diferente, la piel de tu cuerpo, -que a final de cuentas es nada más el estuche que resguarda todo lo que en realidad eres- respira y se siente diferente.


Un taxi me alcanzó cuando ya había llegado a una avenida grande y estaba a punto de caer en la tentación de comprar para desentrañar el misterio de: ¿a que sabía, una "torta de tamal"?... A esa hora de la mañana me dio risa... Pero bueno, no era mi destino, porque encontré por fin un taxi, y para mi sorpresa el Teatro Metropolitan estaba a menos de 10 minutos del hotel... Cuando el coche de alquiler se metió entre calles por donde ya había bastante tráfico -yo supongo que por el evento- fue como si de repente hubiera vuelto 10 años en el tiempo, porque entonces recordé cuando estuve ahí por primera vez para un concierto de Pausini, y entonces todo estuvo tan claro: reconocí el recorrido que hicimos y me di cuenta que el restaurante de aquella comida memorable en la que una mesa larga, larga fue ocupada por puros fans, estaba muy cerca.

A partir de ahí me sentí como en casa y para mi ese fue un buen inicio. No supe ni en que momento la oscuridad de la madrugada se fue; porque cuando llegué a la mesa de registro de los medios que iban a cubrir el evento (y que estaba ubicada exactamente en un lado de la entrada principal del teatro), afuera ya era de día.


Creo que eran los mismos chavos de un día antes (siempre he sido bien despistada); pero el caso es que de prensa casi no había nadie; pero público que iba como asistente al evento si había.. ¡y mucho!... 
Ya estando ahí los integrantes el staff me dijeron que por orden del estado mayor presidencial (que fueron los encargados de la seguridad del Dalai Lama); el acceso a los reporteros de prensa iba a ser hasta que él estuviera adentro del teatro -una vez que terminara el evento del museo- Según ellos, este estaba muy cerca, así que tenía dos opciones: quedarme o ir.

Una de las chicas me explicó como llegar, pero me dejó peor de confundida (después me daría de topes, pero luego les cuento porque)... Yo tenía frío, pero no prisa; así que con el pretexto de buscar un bote de basura, me fui a los alrededores a tomar fotos y lo primero que me sorprendió fue que la fila de gente para poder entrar al teatro era larguísima e interminable.

Me fui caminando para ver hasta donde iba a parar, pensando al mismo tiempo: ¿irá a caber toda esta gente en un teatro que si bien no es pequeño, tampoco tiene -segun yo- la capacidad de un estadio?... Y entre que se llegaba la hora de que abrieran, personas iban y venían recorriendo la fila que ya estaba formada, preguntando en voz alta si alguien le sobraba algún boleto que quisiera vender de última hora. Mientras que en la otra cara de la moneda, estaban también los revendedores que buscaban obtener lo mismo.


Los boletos para ese evento, fueron los únicos que si tuvieron un costo. El día que salieron a la venta se agotaron en menos de 3 horas, y por eso yo sabía que fui muy afortunada de poder conseguir una acreditación de prensa.

Yo iba y regresaba hasta donde estaba la mesa de registro, pero aún no pasaba nada, y luego de tomar varias fotos y de perseguir a un cilindrero que estaba ahí afuera del teatro y no se dejó fotografíar; ya pasadas las 8 de la mañana, me quedé muy cerca de la entrada, porque en eso llegó la reportera de CNN que un día antes había estado en la rueda de prensa, luego un muchacho que era reportero de radio (creo que en Saltillo, Coahuila), y entonces nos quedamos platicando los 3.

Las bicis que tanto me llamaron la atención, en la acera de enfrente al Teatro Metropolitan.

Nosotros por haber llegado tan temprano, fuimos los primeros en enterarnos que como el teatro no tenía tanta capacidad, el jefe de prensa decidió que toda la gente que estaba ahí para cobertura, entraría al teatro en grupos y de forma de carrousel.... Esto era: se daría acceso a un grupo no muy grande de reporteros, para que entraran al teatro por las áreas laterales al escenario, tomaran fotos y después de 10 minutos salieran para dar oportunidad así a que todos los medios obtuvieran material.

Ese sistema estaba bien para quienes éramos de medios impresos, pero no para la gente de tele y algunos reporteros de internet que necesitaban a fuerza levantar más tomas con sus cámaras de video para poder tener una cobertura más completa.


Nosotros seguimos ahí platicando, y más reporteros de otros medios llegaban. El público empezó a entrar por fin al teatro y nosotros seguíamos ahí afuera esperando. En ese lapso, a mi me tocó presenciar la llegada de artistas de televisión, personas quienes si pertenecían a la órden monástica budista, y hasta me tocó ver, como una señora ya de edad avanzada, se empezó a sentir mal mientras esperaba a que el evento comenzara. Ella se salió del teatro, llevando su boleto en la mano, con intención de vendérselo a alguien más.

Para la gente que estaba afuera y que no alcanzó ticket, verla con ese trozo de cartoncillo, era algo similar a ver a alguien con un pedazo de oro molido entre las manos; pero luego la gente de seguridad le hizo saber que una vez que ella saliera del teatro su boleto ya no tendría valor (esa regla aplicó para toda la gente que pagó por su acceso)... La señora se quedó ahí de pie frente a nosotros, un tanto desconcertada, sin saber que hacer... En su cara se veía que de verdad le podía en el alma tener que irse, porque ese tipo de eventos no es algo que se vea en México todos los días, y por otro lado parecía que si se sentía mal.

Tal vez desde adentro del teatro, alguien se compadeció de ella y le avisó a uno de los paramédicos que estaban ahí, porque pasados unos minutos un muchacho salió para ayudarla. Ya no supe en que terminó la historia, porque para entonces una chava que era de los organizadores, salió para darnos acceso por fin a todos nosotros también.

Marco Antonio Karam (Director y Fundador de Casa Tibet México) y la cantante tibetana Kelsang Chukie Tethong.


El evento ya había empezado. Cuando el grupo de reporteros con quienes me tocó entrar, nos colocamos en uno de los pasillos laterales, en el escenario estaba en ese momento Kelsang Chukie Tethong, una cantante tibetana muy famosa; y quien fue la encargada de abrir el evento.

La música de ella es muy peculiar y merecería un post aparte. En resumen sólo puedo plasmar que sus letras están repletas de plegarias y cuenta también sobre las leyendas y la historia del Tibet
Así, mientras su voz resonaba por todos los rincones de ese recinto, sobre ese mismo escenario en el que unos años atrás me volví todavía más fan de Pausini; ahora permanecían sentados también todos los monjes que pertenecían a la orden monástica, y con gran paciencia aguardaban desde ahí -como todos nosotros- a que llegara el Dalai Lama.



Nadie sabía bien a ciencia cierta cuánto tiempo iba a durar el evento. Todos estábamos mentalizados a que serían cerca de 7 ú 8 horas, pero no había ninguna certeza absoluta. Creo que eso solamente los organizadores lo sabían.  El plato fuerte, obvio era la conferencia del Dalai Lama que se tituló: "Consejos de un amigo espiritual"; pero dentro del itinerario para medios, estaba señalado que él solamente tendría dos intervenciones a lo largo del día y por eso era tan importante estar en el teatro desde muy temprano.


Las horas que quedaron entre los espacios que se le dieron a Su Santidad, fueron cubiertos por un programa cultural. En esa mañana, mientras por el escenario pasó la cantante tibetana Kelsang Chukie Tethong; un muchacho de Casa Tibet que habló sobre algunos libros y el productor y director de Televisa: Pedro Damián hizo una pequeña presentación, yo intenté aprovechar todo ese tiempo para atrapar imágenes gráficas y en letras, que luego me sirvieran para contar todo lo que se vio y se vivió ahí.



El teatro estaba repleto, y a pesar de que toda la gente permanecía en sus lugares, el ambiente no era solemne. En algunas de las filas, me tocó ver a personas que tenían ya listos sobre sus piernas, pluma y cuaderno abierto con las hojas en blanco, para tomar notas. Otros leían libros y algunos otros conversaban. La gente de prensa seguía llegando y los reporteros de televisión, sintiendo que el espacio designado para prensa era insuficiente, buscaban el mejor ángulo para poder hacer sus tomas con cámara y tripie.

Yo ya no salí, me fui al otro pasillo lateral, donde casi no había gente y ahí me quedé durante todo el tiempo que duró la conferencia. Todavía no era mediodía y a la par de concentrarme en el momento presente, mi mente viajaba muy lejos, a miles de kilómetros, distancia que hay veces que solamente se puede romper a través de un mensaje de texto; y justo al pensar en eso, fue que me di cuenta que mi celular se había quedado en el hotel y eso me angustió un poco, porque estaba preocupada por alguien que no está cerca; pero en ese momento también recordé que acabándose el evento del Dalai Lama, yo ya tenía el compromiso de reunirme para comer con los chavos del club de Soraya.

Un video proyectado en las pantallas con una mini biografía del Dalai Lama me hizo aterrizar de nuevo en el presente, para hacerme saber que la conferencia estaba por empezar. Cuando las luces se encendieron, primero apareció Tony Karam para dar un mensaje de bienvenida, en el que habló sobre todas las dificultades que  tuvieron que sortear para que la visita de Su Santidad a México fuera posible. Luego de eso, invitó al escenario al actor Richard Gere.


Para nadie es un misterio que desde hace muchos años, Richard Gere es uno de los más incansables promotores de la tradición y cultura tibetana y un filántropo budista. Él fue invitado para acompañar y presentar al Dalai Lama.

"Buenos días, amigos y amigas... ¡Que tal! (con su acento curioso en español, arrancó una sonrisa espontánea a todo el público). Pero eso fue lo único que dijo en nuestro idioma, porque después de eso, empezó a hablar otra vez en inglés.
Lo que me gustó de él fue que ese preámbulo a la conferencia del Dalai Lama, lo hizo de manera muy sencilla y refiriéndose a que estar ahí era algo por demás especial y extraordinario:

"Este es un gran día, me siento muy cómodo y feliz en este teatro porque es un teatro muy similar al que nosotros empleamos para presentar a Su Santidad en Nueva York. Creo que es muy importante cuando nosotros recibimos una enseñanza de esta naturaleza, que lo contemplemos como un evento literalmente celestial".

Celestial era, pero verlo a él ahí (se veía taaaaannn guapoooo... ¡Que Dios lo conserve... jajaja!)... O.k, o.k...Pero bueno, volviendo a la parte seria de esta bitácora, Richard hizo una breve reseña de la vida del Dalai Lama y de la situación tan crítica que viven los tibetanos que tuvieron que salir literalmente huyendo de su país (incluido Su Santidad). Así como de la gran represión que todavía sufre la gente que se quedó atrapada allí. Pidió que se tuviera muy presente eso en mente al estar aprendiendo de las enseñanzas que recibiríamos en ese día.
Por último, él compartió la manera como empezó a estudiar la filosofía budista y como había conocido a ese monje tan sencillo que es en contraste uno de los líderes espirituales más respetados a nivel mundial.

En ese momento, volvió a hacer reír a todo el público presente, cuando afirmó que él había empezado a recibir las enseñanzas del Dalai Lama, apróximadamente en el año 1984 y en aquel entonces "su cabello todavía era tan oscuro como el de la dama que estaba sentada frente a él en una de las primeras filas". Dijo en tono de broma: "y aunque uno practique el budismo, el cabello de todos modos se vuelve blanco y uno envejece".

S.S. Dalai Lama, Venerable Geshe Lhakdoor y Sr. Gerardo Abboud.

Cuando el Dalai Lama llegó, lo primero que hizo en cuanto entró al escenario y posterior de agradecer en el altar, fue saludar al público. Tomó asiento y se puso sobre la cabeza el famoso gorro tipo visera y que ahí me cayó el 20 de que lo útiliza para que las luces de los reflectores no le lastimen la vista.

Al Dalai Lama le gusta mucho el contacto con la gente. cuando está cerca de ellos sonríe, los toca, los mira a los ojos, y aunque en esta ocasión él estaba arriba del escenario; a pesar de la distancia que lo separaba del auditorio, era claro que su propósito era por lo menos, tener contacto visual con las personas a quienes iba a dirigirse.

Una vez que ya estuvo cómodamente sentado, invitó a uno de los monjes que estaban ahí cercanos para que leyera en sánscrito "El Sutra del Corazón", algo que se acostumbra antes de cualquier enseñanza budista.
El monje, visiblemente emocionado (porque tal vez era algo que no esperaba); comenzó a leer y mientras Su Santidad se veía concentrado en cada una de las palabras en ese idioma; en el extremo opuesto al de los monjes que ya estaban ahí, se sentaron con la misma humildad de un aprendiz de sus enseñanzas, Richard Gere y algunos otros de los organizadores y del Staff de Casa Tibet.

Esta vez, como prensa ya no estábamos tan cerca, pero el espacio físico no es nada importante cuando se tiene la disposición de aprender de alguien como él. No voy a entrar en una descripción detallada de lo que habló, porque la gente que lee este blog no es budista, pero tal vez más adelante comparta pequeñas frases y fragmentos de los que podamos aprender todos y aplicar a nuestra vida diaria, ya que ahí radica precisamente el encanto de toda esta fascinante filosofía.


Todo lo que uno puede aprender del Dalai Lama va siempre más allá de la filosofía y la tradición tibetana. La lección más grande que Tenzin Gyatzo nos regalaría a todos ese día, no fue sobre el escenario; pero necesito contar paso a paso como sucedió todo para que quienes se tomen el tiempo de leer esta parte de la bitácora de viaje, entiendan porque.

Después de la primera intervención de Su Santidad, hubo un pequeño receso en el que cantó Agustín Lara (el muchacho argentino del que ya hablé en el blog), y luego de eso hubo una segunda intervención en la que la gente pudo hacer preguntas al Dalai Lama.

Algo que en lo personal a mi me gustó mucho durante el desarrollo de la conferencia, fue que Su Santidad a pesar de que explicó lo que es el budismo y las distintas corrientes que existen, así como conceptos básicos relacionados con esta filosofía (Las Cuatro Nobles Verdades, el Dharma, etc); en ningún momento promovió la idea de la conversión a esta filosofía de vida. Él es muy respetuoso de todas las religiones e incluso no hace diferencia entre las personas que no piensan de la misma manera (contó una anécdota muy padre al respecto); pero en ese lapso entre que estaba hablando de que en el Tantrayana se enfatiza mucho sobre los niveles de conciencia, vigilia y estar despierto con los 5 sentidos muy alertas, de pronto un ruido muy fuerte se dejó escuchar en todos los rincones del teatro.

Alguien alzó la voz pidiendo ayuda, la conferencia se interrumpió de repente y varias personas se levantaron para tratar de ayudar. Al parecer alguien se había puesto mal y los paramédicos se lo llevaron. Unos minutos después la conferencia continuó, pero alguien se acercó y le informó al director de Casa Tibet que la persona que tuvo que ser atendida, era un muchacho muy joven que sufrió un ataque de epilepsia.

Yo me salí un poco antes de que terminara el evento, porque no sabía si para esa hora los chavos del club de Soraya ya me habían llamado para ponernos de acuerdo en que punto nos íbamos a ver. Cuando salí del Metropolitan y llegué a la Av. Juárez, al dar la vuelta y quedar justo enfrente del Hemiciclo a Juárez, vi que ahí estaba el edificio de ¡El Museo de Memoria y Tolerancia!... Pasé infinidad de veces por ahí desde la primera vez que estuve en el D.F. ¡y nunca lo vi!


Nada más a mi me pasan ese tipo de cosas por despistada; y por eso me quería dar de topes. A medida que me fui alejando de esa atmósfera tan especial que había dentro del teatro y al estar en medio de la gente en pleno Centro Histórico, fue muy curioso para mi, percibir que mientras en un pequeño recinto toda la comunidad budista estaba reunida y aprendiendo sobre espiritualidad; afuera, la vida seguía. En las calles el ruido de la gente, los autos, sumados al bullicio y colorido de todos los comerciantes que sobre La Alameda Central vendían todo lo inimaginable; en ese punto del día, me hicieron percibir al D.F. más vivo que nunca.

Llegué al hotel, y tal y como yo lo había supuesto, los chavos fans de Soraya ya me habían hablado. Dulce llegó al mediodía directo del estado de Querétaro, y nada más esperaba que pasaran por ella los demás chavos que viven en el D.F. para juntarnos todos e ir a comer.

Para hacer tiempo, como siempre fui a parar a Bellas Artes, lugar donde pareciera que toda la gente que vive en el D.F. elige para encontrarse o pasar por ahí. Ya hablé hace 3 años al respecto; y para mi, en este viaje fue siempre el lugar a donde al final del día siempre me llevaban mis pasos.



Todavía no iba ni a la mitad del día y mientras estaba sentada ahí, pensaba en que ya estaba súper cansada. Los chavos no llegaban tampoco y yo ya me moría de hambre y apenas estaba pensando en ir a comprar unos cacahuates o alguna otra cosa que sirviera como snack, cuando en eso apareció Dulce acompañada de un muchacho y una muchacha que yo no conocía: Pamela y Miguel.

Una vez más y como ya se está haciendo costumbre, el lugar elegido para comer y convivir todos juntos fue "La Casa de Los Azulejos" en pleno centro histórico de la ciudad. Ese lugar tiene una historia muy padre que tal vez algún día me gustaría contar en el blog.

Dulce, Pamela, Miguel, Edith, Erika y Martha.

Además de ser muy buena onda, lo que me sorprendió de estos dos chicos nuevos, fue que son demasiado jóvenes. Yo les preguntaba: ¿Cómo era que habían conocido a Soraya?, si cuando ella surgió en 1996, lo más seguro es que ellos dos o estaban apenas entrando a la primaria o de plano eran muy pequeños y la escuchaban desde la cuna.

¡Saludos de los fans de Soraya hasta Uruguay!

A ellos les dio risa eso, y entre que esperábamos a que llegara Edith y Erika y otro muchacho que no conozco y que Dulce invitó, el tiempo se nos pasó hablando de Soraya y de muchas cosas que curiosamente se relacionaban con una charla que días antes Vane y yo habíamos tenido sobre las canciones que ya nunca salieron a la luz.

Mi amiguis siempre está presente en todas mis cosas, y durante este viaje  no fue la excepción. Desde días antes de llegar al D.F. yo pensaba y pensaba: Yo sé que la distancia es mucha, pero... ¿Cómo le puedo hacer para que ella esté en esa reunión de fans aunque de manera simbólica?, Y eso que ven en la foto que aparece arriba de este párrafo fue la única manera que se me ocurrió... Tal vez no sea nada del otro mundo, tal vez sea algo demasiado simple, pero para mi era importante que tratándose de una reunión en nombre de Soraya, el pequeño y maravilloso gran paísito: Uruguay, también estuviera ahí.

La foto antes de despedirse de La Casa de Los Azulejos.

La tarde se nos esfumó entre charla de discos que nos hubiera encantando que salieran algún día a la venta, risas sobre acuerdos con fans misteriosos que para intercambiar material inédito de Soraya, citaron a alguien a las afueras de la ciudad y en plena carretera (me acuerdo y me vuelve a dar risa). 

Por otro lado, a mi me hubiera gustado quedarme más tiempo con ellos, pero se estaba haciendo tarde y todavía tenía un compromiso pendiente con Dora y con Oscar (los fans del Club de Laura Pausini) y ellos dos ya me estaban esperando en un punto bastante alejado de la ciudad.

Antes de terminar con la reseña de este día... ¿Recuerdan que en la página suelta del Viernes, yo escribí que dentro de mi algo me decía que el Dalai Lama era muy probable que tuviera la capacidad para saber cuando algo le dolía a alguien por dentro? ¿Sí?... Pues bueno... Permitánme contar en letras esto y luego cada uno de ustedes saque sus propias conclusiones.


Unos días después, en una entrevista de radio, el director de Casa Tibet comentó que cuando el evento en el teatro terminó, el Dalai Lama salió y afuera lo esperaban un grupo de chavos muy jóvenes que fueron parte del staff que se ofrecieron como voluntarios para ayudar a coordinar todo el evento. Antes de eso, tras bambalinas, de camino a la salida, Su Santidad vio a un chico afuera y se dirigió directamente hacia él... ¿Saben quién era?, el muchacho que durante la última parte de la conferencia tuvo el ataque de epilepsia.
A pesar de que el Dalai Lama siempre está rodeado de gente, y nadie le dijo nada, con sólo verlo, él supo que algo tenía y se fue directo hacia él.
Creo que no existe un mejor ejemplo para resumir como se puede poner en práctica todo lo que más allá de una conferencia se puede aprender de él.


Después de salir de La Casa de Los Azulejos, todavía nos quedamos todos los fans otro ratito juntos. Nos fuimos caminando con rumbo hacia el área de Bellas Artes; y todos ellos me acompañaron mientras yo esperaba un taxi.

La despedida fue muy rápida porque yo ya iba tarde, mi camino era todavía muy largo y mientras el taxista me llevaba súper rápido hasta el próximo punto y lugar de encuentro; pensé en un montón de cosas; pero el día todavía no terminaba y a través del teatro, la vida todavía me tenía reservado un aprendizaje y una respuesta más.... Pero luego regreso y les cuento sobre eso ¿Va?
Fotos: Oscar Fernández -Casa Tibet | Dulce Servin | Martha Mendoza.
"Su Santidad el Dalai Lama es una de las personas más conocidas y famosas en el mundo, es testimonio de lo que un ser humano ordinario puede hacer con una vida significativa. Él siempre dice que es un simple monje budista pero, lo que él ha logrado, nosotros lo podemos hacer si tan sólo trabajamos.
-Richard Gere-

Comentarios

Sarvavita dijo…
Hola Martha,

Que emocionante experiencia!! como me hubiera gustado estar ahí! me alegro mucho que has tenido tan maravillosa oportunidad.
Dalai lama es como dices tú dices es una persona muy especial, es una persona muy buena y pura, por eso puede ver y sentir más allá de
lo que los otros no ven o no sienten. Muy lindo el escenario y como arreiglaron todo para él, que bueno que asistió muchas personas, eso es bonito e importante para demostrar el cariño y agradecimiento a él y al Budismo, que tan bien nos ha hecho y nos ayudado.

Pienso que la acreditación de prensa fue para ti por algo, tu tenias que estar!! hermoso trabajo que tienes!

Que hermosas las fotografías. Ese día la transmición fue sólo en méxico, no puede verlo, tenía muchas ganas de verlo...así que si sabes si existe algún video con el evento de ese día, por favor avisame!

Martha, cambiaste la entrada? el otro día pase por acá y me pareció ver otras imagenes o tienes otra entrada sobre esto? estuve mirando pero no las encontre.

Gracias por compartir tan linda experiencia!

Un Abrazo!!!
Martiuks dijo…
Sarvavita:
Fíjate que yo también siento que a mi me tocaba estar ahí. Yo me enteré en el mes de Julio que Su Santidad venía a México y desde ahí empecé a averiguar si podía ir. Fue muy curioso y lindo a la vez, porque a pesar de que yo hice todo lo que tenía que hacer y estaba a mi alcance, no estaba desesperada ni a la expectativa; era como si estuviera en paz y dijera: "si me toca estar ahí, las cosas se van a dar" y afortunadamente así fue.

Este año va a estar marcado para mi por eso, porque haber llegado hasta donde estaba el Dalai Lama fue la
Primer parada implrtante dentro de un camino que yo empecé a recorrer con más conciencia en este año, y todo lo que he ido encontrando me ha servido de mucho (incluida tu página).

De los videos si hay muchos; la gente de Casa Tibet los ha ido subiendo poco a poco; yo grabe muchos audios; luego te escribo para pasarte la ubicación de cada cosa ¿Sale?
Muchas gracias por pasar.
Una prueba más de que ese viaje resultó ser más de lo que esperabas, fue una gran decisión ir tras algo que te dejó tanto.
Yo te lo había dicho, que esta experiencia iba a ser de las más importantes de tu vida, ojalá que encuentres en esta filosofía más cosas positivas que te alumbren el camino, y en tiempos difíciles –ojalá no los tengas- encuentres a que aferrarte.

Lo de la bandera fue un gesto hermosisisisimo, viniendo de vos no es para menos, siempre estás en todo y regalando sorpresas.
Gracias, mil gracias por hacerme presente en una reunión donde la protagonista principal es una de las personas que más quiero y admiro en el mundo, aunque ya no esté con nosotros, se la recuerda siempre y para siempre.

Te quiero mucho!
Martiuks dijo…
VANE:
Es verdad, tu me dijiste desde que te conté que estaba haciendo lo posible por ir a conocer al Dalai Lama, que iba a ser toda una experiencia.

Ayer precisamente me estaba acordando cuando me dijiste que me iba a volver Budista, y tenías toda la razón.

Alguien me dijo hace poco que cada año de tu vida está marcado por algo, y en mi vida lo más importante de este 2011 va a ser esto. Si he encontrado cosas que me han ayudado sobre todo con mis múltiples defectos y por otro lado desde antes de todo esto yo estoy muy consciente quehe tenido una vida muy afortunada, pero tarde o temprano me dará un revés.

Espero ser un poco más fuerte cuando eso suceda y salir adelante, y estoy segura que una de las personas a quienes voy a buscar para apoyarme y confiar, vas a ser tú, porque el gran cariño que te tengo es uno de los pilares más sólidos y valiosos en mi vida. Esté como esté, siempre voy a necesitar un solecito en mi vida.

Gracias por estar ahí siempre. Sabes que a pesar de la distancia, en mis cosas más importantes, siempre estás.

¡Te quiero muchísimo!

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