El salto por la vida de Felix Baumgartner.


Hace una semana el mundo se sorprendió ante la hazaña de un hombre que tras siete años de preparación alcanzó el sueño de ser el primer ser humano que pasará a la historia por haber realizado el salto más alto en paracaídas desde la estratósfera a más de 39 mil metros de altura sobre la tierra y romper con ello tres records mundiales.

Seguramente muchos de ustedes lo vieron, y aunque el evento se suspendió en un principio (por las condiciones del viento);  en esta época en la que los retos en tiempos de internet dan pie al vouyerismo a nivel global, la mañana en que al igual que millones de personas yo seguía la transmisión del evento en tiempo real, no pude evitar pensar si sería algo similar a cuando en 1969 la gente miraba con asombro, magia e incredulidad la transmisión televisiva del hombre llegando a la luna.


Hoy todos sabemos quien es Félix Baumgartner, el austriaco de 43 años de edad, que nació justo en el mismo año que el hombre pisó la superficie lunar, y que por lo pronto en la siguiente década será recordado por:

-Ser el primer humano en romper la barrera del sonido sin apoyo mecánico y en caída libre a una velocidad de 1173 km/hr.
-Haber efectuado una caída libre a 39,068 metros de altura (más del tripe de lo que se alcanza al lanzarse de un paracaídas y más del doble de lo que se eleva un avión durante un vuelo comercial).
-Realizar el vuelo tripulado en globo al punto más alejado de la tierra, superando los 40,000 metros de altura.

¿Ustedes que pensaron cuando lo vieron?, yo, si tuviera posibilidad de entrevistarlo, seguramente le preguntaría: ¿qué sintió y que pasaba por su mente al ir cayendo?, ¿qué se siente poder observar la tierra desde ese punto?, ¿qué sintió al estar parado en la escotilla de la cápsula a esa altura y en plena estratósfera?, ¿Cómo serían las imágenes que él vio reflejadas a través del cristal de su casco y a esa velocidad? ¿sintió miedo en algún momento?... Entre muchas otras cosas.


Ante los ojos del mundo, él es el hombre que en las reseñas de los libros y enciclopedias a futuro, será recordado por el valor de haber realizado "El Salto por La Vida" (como le llamaron a ese reto), cuyo camino de preparación fue el lanzamiento desde puntos tan emblemáticos del planeta tales como "Las Torres Petronas" en Kuala Lumpur, El Cristo del Corcovado en Brasil, y la Torre IXE de la ciudad de México.

Sin embargo, lo que poca gente sabe es que cuando Félix tenía 5 años de edad, hizo un dibujo para su madre donde semejante hazaña ya estaba contemplada dentro de sus planes a futuro. 

A una semana de distancia, varios puntos para reflexionar dieron pauta para este post, además de la sugerencia de mi gran amiga Clau, (quien quería que yo de manera especial tocara este tema en el blog); y todo se relaciona con el hecho de pensar: ¿que tanto nos limitamos a nosotros mismos a la hora de plantearnos y luchar por nuestros sueños?

Algunos pueden tomarnos la mayor parte de nuestra vida, pero quizá aunque lo veamos muy lejano, algún día se pueden alcanzar. Nada más imagínen como despertó Félix Baumgartner ese día y al salir de su casa quizá luego de desayunar, en lugar de ir a un trabajo (como cada uno de nosotros), él se fue de su casa con el corazón a mil y los nervios a todo lo que da, porque esa mañana representaba la fecha que tanto esperó durante mucho tiempo y en la que iba a alcanzar un sueño.

Por otro lado también pienso... En pleno Siglo XXI, el hombre ya ha llegado a Marte y se prepara para comenzar el turismo espacial; pero además mientras este hombre se lanza desde la estratósfera, ¿no será demasiado nuestro ego como humanos y nuestras grandes hazañas no serán algo insignificante comparado con lo que nos falta por descubrir y aprender en la inmensidad del universo?... 

Tal vez sí, quizá sería una hazaña mucho más grande el que un día un sólo hombre se propusiera conseguir juntar la mayor cantidad de alimentos para ayudar a los países hambrientos, el que diseñara la estrategia para terminar con la pobreza, erradicar el cáncer o simplemente en pleno campo de guerra, ser el líder más convincente para lograr que dos naciones dejaran las armas...

Por ahora eso sólo son sueños de opio llenos de utopía... ¿pero no dicen que las utopías sirven para caminar?... Sea como sea, y más allá de la opinión de cada uno de nosotros, Félix Baumgartner además de su peculiar visión del mundo, ha venido a ser el ejemplo de que no existe sueño grande o imposible que con tiempo, trabajo y perserverancia, no se pueda alcanzar.


Para cerrar la reflexión de este inicio de semana les dejo dos videos (no del salto en si, porque esos ya todo mundo los víó); sino del acenso y la preparación, previo al reto y uno más de los saltos de entrenamiento que hizo en distintos puntos emblemáticos del mundo y que en otro siglo hubieran sido como parte de una historia de ciencia ficción.



"A veces tienes que ir muy alto para entender cuan pequeño eres"
-Felix Baumgartner-

Comentarios

Muy impresionante fue esto, pero más impresionante y hermosos sería poder terminar con las guerras, el hambre, las enfermedades, el maltrato, y todas esas cosas que nos impiden vivir mejor en un planeta tan hermoso.
Anónimo dijo…
Por más esfuerzos que haga el ser humano no logrará erradicar esos males de la tierra puesto que esta escrito en la Biblia que el unico qe puede terminar esos hechos de sufrimiento es Cristo Jesús, bajo mandato de nuestro señor todopoderoso Jehová, vamos a buscar de la palabra del señor y a ponerla en práctica para que nuestras vidas mejoren aunque sea un poco.

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