"Sombras"


Minotauro despertó, y entonces comenzó a escribir en una hoja de papel un sueño recurrente que no entendía; pero que por alguna extraña razón no quería olvidar...

Anotó todo muy rápido y en desorden, con la intención de que la somnolencia que todavía se hallaba en dominio completo de su cuerpo, no difuminara ni el más mínimo de sus recuerdos... Al parecer lo había logrado; pero el sueño pasó a ser irrelevante en el instante en que el destello de la luz iluminando el fondo de un vaso de agua junto a la ventana abierta, lo llevo a descubrir su propia sombra.

En una especie de proyección infinita, perfectamente recortada junto a la cortina se encontraba la silueta de él mismo. Parecía observarle y haberlo estado esperando durante mucho tiempo, para mostrarle su propio mundo desde otra perspectiva, aquella en la que hasta las cosas más simples se reflejan entre sombra y luz. 

Y la idea le pareció fantástica. Sin dudarlo ni un segundo salió junto a su sombra dispuesto a recorrer como si fuera la primera vez las calles del lugar donde vivía. A pesar de que era una mañana de invierno, el caminar a paso apresurado tras su sombra con la ilusión de descubrir lo que antes no había visto, llenaba su alma de cierta calidez.


No avanzó ni siquiera tres bloques de calles, cuando de camino hacia donde ni siquiera sabía que llegaría, encontró a su paso a un pequeño niño que con la misma fascinación que se reflejó en sus ojos la ilusión, había hecho el descubrimiento de su propia silueta recortada de la manera más precisa sobre el duro suelo de concreto... A Minotauro le habría encantado quedarse junto a él, pero los pasos decididos y apresurados de su propia sombra le hicieron saber que tenía prisa por mostrarle aún otras cosas.


No se equivocó... y la premura con la que su sombra avanzaba entre calles y avenidas llevó a entender a Minotauro que la urgencia obedecía a que sólo tendrían ese día para observar ese infinito mundo paralelo que era mucho más visible en las plazas y avenidas, donde todas las siluetas se reunían para entrelazar sus historias en medio de una gran fiesta de sol.

Así fue como entendió que entre la luz y la oscuridad no existe la barrera del tiempo; pues vio el alma joven de una anciana danzando sobre un muro de regreso a su casa. Minotauro no pudo con la curiosidad y acompañado de su sombra, le invitó a seguirle durante algunas cuadras, para darse cuenta que la silueta de aquella mujer entrada en años, proyectaba el sueño que hacía ya más de cincuenta años atrás la llevó a jugar a imaginar con la posibilidad de ser bailarina.


En silencio entendió que cada sombra en su propia proyección reflejaba además su historia; y la de esa mujer se quedó girando en el marco de la puerta cerrada, justo un instante después de que ella entró a su hogar.


Tras haber atestiguado esto, ahora era él quien tenía ansiedad por conocer todo lo que había detrás de ese mundo de oscuridades y luces; así fue como descubrió la esencia de todo lo que en apariencia era inanimado e inamovible; y no pudo evitar sonreír cuando al pasar por el parque encontró a los árboles danzando a la orilla del camino, festejando el amor que había surgido entre la sombra de dos jóvenes que recién se reunían para empezar a conocerse. 

Fascinado y absorto, de pronto lo ensombreció un profundo sentimiento de tristeza; porque fue justo en ese instante que entendió la fugacidad de los instantes y que la vida de una sombra era tan breve, que tan sólo prevalecía en los días de sol.


Sí, él sabía que existían personas tan luminosas; pero al final del día, cuando el astro rey atravesaba el océano con destino hacia otro continente; en la oscuridad se diluían todas esas historias maravillosas; que conforme el tiempo avanzaba volvían cuando el espectáculo de luz se reanudaba; pero ya en el reflejo de personajes deteriorados en su apariencia externa; y en los días grises para hacer aún más evidente el rumbo tan distinto que podían tomar quienes en otro tiempo caminaron de la mano, una vez que se acabó el amor.


Pensando en todo esto Minotauro se quedó de pie, analizando su propia historia reflejada entre obscuridad y luz. Experimentó nostalgia por los días en que su sombra recorrió las calles tomando a alguien de la mano. Los amaneceres que irrumpiendo a través de las persianas de su habitación iluminaron de manera mágica el rostro de alguien a quien en otro tiempo amó.,.


El silencio hubiera continuado hablando mucho más que las palabras, pero fue entonces que desafiando todas las leyes de la proyección sobre los cuerpos y elementos materiales, que la sombra de Minotauro dejó de ser un reflejo de él mismo, para posar su mano sobre su hombro y hacerle saber que dentro de todo era un hombre demasiado afortunado.

Los árboles que danzaban unos con otros, en un acto inusitado, se sentaron a la orilla de la vereda para contemplar conmovidos la escena... Minotauro volvió a su casa, y a partir de ahí comenzó a valorar la sombra de sus manos entre sus libros, las fragilidad en las alas de las mariposas y hasta el más pequeño reflejo de cualquier cosa que formara parte de su mundo interior y exterior.

No volvió a salir de paseo con su propia silueta, pues esta volvió a ser una réplica exacta de él otra vez en esencia y movimientos; pero Minotauro entendió por fin que nunca estuvo tan solo como pensaba; ni tampoco lo estaría mientras no se abandonara a él mismo; y escribió sobre eso, antes de que la oscuridad de la noche, difuminara su sombra otra vez.

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