Trasparencias en Reflejo...


...Abres los ojos de madrugada. Es domingo pero has despertado sin que haya una razón aparente. A tu alrededor todo es silencio, afuera todo está oscuro y no ha amanecido aún.

Es curioso, pero a diferencia de otras veces ya no tienes sueño, y a pesar de que todo cuanto te rodea está envuelto en penumbra, logras ver con perfecta claridad, incluso mucho más que si tuvieras los ojos abiertos a plena luz del día.

Todos los días sucede igual. Despiertas y recuperas la movilidad de tu cuerpo, pero a diferencia de otros amaneceres hoy estás más consciente que nunca de ello. Te sientes bien, puedes moverte. Tu piel no siente frío ni tampoco calor intenso. Te sientes perfectamente bien, pero más allá de la comodidad que te da el poder hacer uso de tu propio cuerpo (como cada vez que despiertas lo haces), algo dentro de ti te dice que es "algo más" lo que produce en ti esa sensación de bienestar.

Te levantas de la cama y cada sensación es mucho más vívida... El calorcito con que tus zapatillas de casa abrigan y protegen tus pies del frío de los primeros días de otoño, así como la humedad que se queda impregnada en tus dedos, tras haberlos deslizado por el cristal empañado de la ventana, que resguarda tu habitación del mundo exterior.

Hasta ahí todo es, y no es como siempre... Te das cuenta de ello cuando decides encaminar tus pasos hacia el baño y mirarte al espejo después de haber mojado tu cara con el agua que atrapaste entre tus manos. En el reflejo del cristal estás tú, pero no eres el de siempre, pues tras el cristal en lugar de encontrar ese rostro que ya conoces, descubres una especie de silueta conformada por distintos matices de luz.

Retrocedes y te alejas... Es un impulso muy espontáneo que te provoca encontrar en el espejo algo distinto... Piensas que estás soñando y te asomas una vez más para observar tu propio reflejo. La silueta de luz continúa ahí y aunque todavía sorprendido pones tus manos frente a tus ojos y las visualizas igual que siempre cuando las mueves; sabes que el espejo no te miente y ese ser que te revela tras el reflejo transparente, eres también tú.

Afuera del espejo pruebas con movimientos leves e inquietos, haces una mueca que termina en sonrisa, y dentro del espejo esa silueta luminosa imita cada uno de tus movimientos en el instante; pero es justo cuando sonríes, que se enciende todavía más, haciendo que los colores que la conforman se vuelvan todavía aún más brillantes... Yo podría describirte exactamente como se ve, pero tú que conoces a fondo todo lo que llevas dentro de ti, podrás darte cuenta exactamente de que colores está hecha y cuáles son los tonos que brillan con mucha más intensidad.

Nunca te habías visto así... Pero te gusta lo que miras. Te apresuras una vez más para estar listo y salir a la calle, pero antes de hacerlo te das cuenta que cada uno de los objetos que te rodean, las cosas que usas y hasta tu ropa están impregnados de esos colores que más que ser tú, llevas muy dentro de ti: Tu cepillo de dientes, la manija de la puerta de tu cuarto, el sweater que has elegido para abrigar tu cuerpo del fresco de la mañana, y todo aquello que de alguna forma es parte de tu mundo cotidiano.

Sales a la calle y fascinado descubres que no eres el único. En la calle la gente luce de manera similar a la silueta que has visto al despertar frente al espejo, pero algunas son de colores brillantes y otras tan sombrías que pueden llegar a producirte miedo...

Es así como pasas el día entero embelesado por la diversidad de colores en la silueta de cada una de las personas que se cruzan en tu camino. Te sorprende que hay algunas que iluminan todavía más cada lugar a donde llegan o a quienes coinciden en su mismo espacio; mientras que hay otras que ni siquiera se dan cuenta de lo que llevan dentro. Se preocupan más por lo que reflejan desde afuera. Disfrazan su poca luminosidad tras fragancias y telas de manufactura cara, pero por dentro su reflejo es opaco e incluso buscan robar en otros la luz.

Y de noche, mientras observas en la oscuridad la propia luz que irradian tus manos, te pones a pensar en los colores que pintan el alma de tu gente cercana. La de tus padres, la de tus hermanos, tu mejor amigo y hasta tu jefe, y es inevitable que tu propio corazón te lleve a recordar cuando descubriste los colores de alguien que brillaba de forma especial.

Si mirarte a ti mismo como en realidad eres, así con tus colores y tus propias sombras es algo increíble, resulta todavía más fascinante descubrir la luminosidad de alguien que vuelve todavía más vivos los colores que irradian esa silueta que habita en su interior a través de su forma de ver la vida, de sus ideas y pensamientos e incluso de sus defectos, y hasta la manera que tiene de reconocer su propia imperfección.

Tal vez te percataste de eso tras un encuentro inesperado, o tal vez lo experimentaste de manera indirecta, al descubrir en un lugar como podría ser un café o cualquier otro lugar público, los colores brillantes de dos seres que juntos se complementan y parecen estar hechos para dar más luz de manera conjunta, sin importar que el cuerpo que los resguarda a ambos, por fuera, la naturaleza los haya diseñado exactamente igual.

No todo es bueno ni tampoco malo... Tras varios días de estar expuesto a todas las tonalidades de colores intensos y opacos has aprendido también a no juzgar a quienes por diversas razones que tú desconoces no poseen tanta luz.

Sabes también que tu propia alma se vuelve más brillante cuando alimentas tus sueños, cuando algo te sorprende y logra robarte un suspiro, cuando eres honesto contigo mismo y a pesar de los espacios que se ensombrecen a través de los defectos de tu esencia tan real y tan humana, por fin has entendido que eso que en realidad eres va más allá de ese disfraz de huesos y piel que día a día se deteriora y en un tiempo futuro tendrás que abandonar.

Tú ya lo descubriste y quizá por eso valoras tanto el hecho de estar vivo, pues sabes que ese reflejo transparente que no se puede tocar, pero es tan real ahí frente al espejo, es lo que en realidad hace posible que tu corazón emita latidos y tus pulmones se llenen de aire, permitiendo que estés hoy aquí.

Hay gente que ni siquiera se ha dado cuenta que es en realidad lo que lleva por dentro, y si al igual que tú despierta una madrugada y se mira frente a un cristal de arena, tal vez se asuste y no será capaz de percibir más allá de lo que conoce y toda su vida ha visto...

Cada quien tiene su tiempo... Eso es lo último que piensas antes de que el día termine y la noche permita que tus colores se atenúen sin apagarse del todo, cuando cierras los ojos para soñar. Tal vez el día en que cada persona descubra las transparencias en reflejo, las cosas podrán ser de verdad diferentes.

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