Hablar en letras sólo por contar...

Fin de Domingo... Una vez más en el umbral de una semana que termina y otra que está por iniciar... Han sido días tranquilos, llenos de pensamientos e historias que llenan el alma y el corazón, al mismo tiempo que en silencio, otras tantas lo ensombrecen, pero que no hay mucho tiempo para escribir.

Hace algún tiempo, en  algún otro escrito que quedó por ahí en este espacio, yo planteaba el hecho imaginario de encontrarme conmigo misma -tal como puede suceder un día cualquiera con alguien que conoces en la calle- y preguntarme a mi misma, tal como si fuera una persona distinta: ¿cómo estás?

Hoy, en el décimo cuarto día del quinto mes, diecisiete años después de haber iniciado un nuevo siglo, mi respuesta sería tan breve como sincera, al decir que estoy bien; pero al mismo tiempo distinta, al agregar que estoy en paz.

Debo confesar que es un poco contradictorio afirmar eso, cuando tantos cambios se han dado en mi vida y los días pasan con una velocidad vertiginosa... Es algo así como viajar en un auto en medio de una carretera donde las cosas que vas dejando atrás y en ambos extremos del camino pasan muy de prisa, o más profundo aún: cuando has logrado estar bien contigo misma (o) y sabes lo que quieres estando justo en medio de un huracán.

Esa es la manera en como describiría mi vida en este momento... Hace poco más de tres meses llegué a un trabajo que me dio una estabilidad y una tranquilidad laboral que hacía tanto no tenía... En el 2016 me dediqué por completo a la promotoría, pero al igual que había venido sucediendo en años anteriores, aunado a muchas otras circunstancias, todo se mantenía estático y sin mucha posibilidad de cambios o peor aún, sin la posibilidad de hacer planes, que es el principal ingrediente que compone las ilusiones que alimentan el corazón.

Sí, hoy he cambiado lo material por lo que me da paz... Más allá de mi trabajo, las lecciones aprendidas en los años recientes me han llevado a convertirme en algo muy distinto a quien era en otros años... Creo que soy una mujer más simple, que va buscando todo lo que le sirva para saber quien es, ya no por fuera, sino por dentro.

En estos días los pensamientos recurrentes en mi cabeza y en mi alma han girado en torno a que es cierto que no sólo para mi, sino para todas las personas en general, está culminando un ciclo de nueve años que fueron de cambios y de aprendizajes hasta cierto punto dolorosos... A pesar de los errores y de que una vez más me ha tocado vivir la experiencia de tener el corazón roto, ha sido distinto a otros tiempos y a otras etapas de mi vida, porque el estar tan conciente de lo que soy por dentro me hace ver a las personas de manera tan distinta, de entenderlas y no juzgarlas porque miro su energía, lo que son por "dentro", y eso me permite tener una visión distinta de las cosas y las circunstancias.

Yo misma me sorprendo, porque muchos de mis escritos hablan de eso... De las ganas de encontrar a alguien a quien pueda tocarle el alma (más que el cuerpo), y eso es algo que no se logra saltando de cama en cama como la mayoría de las personas lo hace hoy en día... Yo no juzgo, cada quien es libre de buscar y encontrar lo que necesita de la manera que mejor le parezca, pero mientras allá afuera yo soy una mujer rara ante el común de la gente por el simple hecho de no tener un hombre al lado o por lo menos un hijo; me doy cuenta que todas esas personas que de alguna manera me ven como "bicho raro" por ese hecho, están al lado de alguien por miedo o no saber estar a solas consigo mismos, por costumbre, o por una diversidad de sentimientos hasta cierto punto enfermos, que tienen que ver con todo, menos con el amor.

Mentiría si dijera que las cosas no me afectan... Que estar en medio de ese tipo de circunstancias no propician que haya días en que piense -hasta casi convencerme- de que no existe el amor... No recuerdo si alguna vez lo comenté aquí, pero hasta el día de hoy sólo conozco una pareja que está unida por un sentimiento genuino de compartir un proyecto de vida juntos. El día de hoy ellos dos ya tienen un bebé, y son quienes me han llevado a no perder la esperanza por completo en ese sentimiento; pero por otro lado la misma vida te va dando señales y en mi caso personal, aunque no tengo certeza alguna sobre el destino, todo me ha llevado a darme cuenta que no todas las mujeres estamos hechas para el matrimonio o la maternidad.

En los días en que esos pensamientos predominan en mi corazón y en mi mente, sumados a la nostalgia del pasado y de las personas que ya no son parte de mi vida y de las situaciones que ya no fueron; imagino que en el silencio de la madrugada, justo cuando llego a casa y me quedo a oscuras después de un día muy pesado, las pongo sobre la mesa central de esa cabaña donde tantas veces he imaginado se puede encontrar a Dios...

Hasta ahora no he recibido una respuesta concreta respecto a todo eso, pero el simple hecho de imaginarlo me permite dormir en paz, vivir sólo el día que me toca y agradecer por lo que hasta ahora tengo, mientras de alguna forma extraña algo en mi interior me dice que tal vez la respuesta ya me ha sido dada, pero yo no he sabido aún interpretarla...

Hace unas cuantas semanas atrás, me sorprendió mucho descubrir en esas casualidades que no lo son tanto, una película en la que un hombre que ha perdido la fe, curiosamente se reencuentra con Dios en una cabaña... No he hablado al respecto porque ya no hay tanto tiempo para escribir como antes, pero con ello me doy cuenta que por más solo que alguien se pueda llegar a sentir, nunca lo está del todo; y en mi caso muy concreto, las letras son lo que me permite conectar con esa parte de la que hablo que todos tenemos y nadie ve, y es justo lo que nos acerca a quien sabe la historia completa de nuestra vida.

Quiero leer, quiero escribir y aprender más sobre eso, porque es lo que el alma me pide. Es lo que me llena, es lo que me hace afrontar de manera diferente los problemas y las situaciones de la vida diaria que al final siempre terminan; y sobre todo, me llevan a darme cuenta que por más lineales que pudiesen parecer los días, de mi vida, de esta historia, aún no conozco todo, y falta todavía para llegar al final...

Hace apenas unas cuatro o cinco noches atrás, en el instante antes de cerrar los ojos en el mundo real, me sentí inmensamente feliz porque tengo lo necesario y sobre todo agradecí por esta capacidad de mirar las cosas desde el interior... Eso es algo que he aprendido en este tiempo reciente y es lo que me hace ser hoy.

Quisiera contar más cosas, pero no sé si allá afuera haya alguien que entienda esto, que quizá le esté pasando lo mismo -me encantaría pensar que es así- y que compartir algo de lo que yo llevo conmigo en este instante presente, le puede servir.

Nos leemos pronto. 

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