Diez Años del viaje más extraordinario...

Hace un par de días se cumplieron exactamente diez años desde que llegué a Uruguay. 
A lo largo del tiempo, y cuando se llegan estas fechas, siempre rememoro ese viaje de 18 días, que hasta el día de hoy ha sido el más extraordinario que he realizado en toda mi vida.

Digo esto, porque a pesar de que he sido una mujer muy afortunada y la vida me ha dado la oportunidad de estar en diferentes lados, ese viaje en el 2008 marcó un antes y un después en mi vida. Primero porque conocí a una de las personas que más han sido importantes para mi, y también porque además de la riqueza en recuerdos y experiencias, el hecho de haber viajado hasta un país tan lejano (casi de orilla a orilla del continente), sirvió para conocer cuáles eran mis límites y empezar a encontrarme con la mujer que realmente soy hoy.

Diez años se van rapidísimo, y aunque todas las memorias de ese viaje están presentes en mi alma y en mi cabeza no sólo en una fecha como esta, en el penúltimo día del 2018 quise escribir para atrapar un poco en letras algunos de los recuerdos que quizá no quedaron atrapados en la famosa Bitácora de Viaje (que conservo como algo muy valioso, porque fue Vane quien me ayudó a escribir la reseña de esos días); y también porque aunque desconozco si ella todavía pasa a visitar este sitio, en caso de que si lo haga me encantaría decirle que a pesar de que la vida nos llevó por caminos diferentes y pasaron tantas cosas y cometimos tantos errores que nos distanciaron, a la distancia del tiempo, mucho de eso ya no importa, siempre le voy a agradecer no sólo esos maravillosos días en su "pequeño paisito" (como ella lo llama); sino por todas las aventuras, el amor y la hospitalidad de su familia.

Toda mi vida y mientras mi mente esté lúcida siempre voy a recordar ese viaje y a 3,650 días de distancia, en que las palabras y las letras siguen siendo mi mayor herramienta de expresión, quiero dejar una Página Suelta donde hable de los recuerdos no de los lugares donde estuve, sino de todos los sentimientos y las imágenes intangibles que llevo en el alma y no hay día que no recuerde desde entonces.

A 10 años del viaje más extraordinario me quedo con:


-La forma tan especial como se percibe el inicio y el fin de un día desde la ventanilla de un avión.
-La gente tan peculiar y la cantidad de historias y vidas que se entrelazan en un aeropuerto en el extranjero.
-El frío y la sensación de estar dentro de un sueño al pasar toda una noche en vela en el aeropuerto de la ciudad de México.
-Los paisajes tan increíbles al aterrizar en El Salvador y en Perú.
-Una de las cartas más sinceras y hermosas que he escrito para alguien y fue en el aeropuerto de Perú.
-Lo increíble que es pasar del invierno al verano en unas cuantas horas... Llegué enferma a Uruguay por eso (eran los días más fríos en Cd. Juárez), y Vane me cuidó mucho en ese aspecto, me acuerdo que ponía el despertador en la madrugada para que tomara jarabe de Propoleo (que fue lo que me ayudó a sanar más rápido).
-La charla con su hermano en la playa, y la imagen tan hermosa de ella tan contenta jugando con su familia en el mar.
-La quemada en mi pierna con el mofle de la moto en mi primer paseo en un vehículo de esos después de muchos años.
-La tormenta en carretera de camino a Salto, fue cuando me cayó el veinte de lo lejos que estaba de mi casa y mi familia, pero sabía en el fondo que había hecho lo correcto... Lo mismo experimenté cuando la vi afuera de donde se recoge el equipaje esperándome.
-La imagen de Vane mirando por la ventana del autobus cuando desperté por la mañana y estabamos entrando ya a la ciudad donde pasamos todas las vacaciones. (es de las cosas que más recuerdo y nunca se me olvida),
-La sensación de estar como en una especie de sueño al llegar de madrugada a la casa de la hermana de Vane.
-Los viajes en motocicleta.
-Las veces que me hizo reír... Una cuando casi me desnuca por salir corriendo y alcanzar a tomarnos una foto, y cuando parecía que se iba a caer y casi me hizo escupirle el mate en la cara de la risa. 
-El silencio, la paz y la charla del hermoso Parque del Lago.
-La energía tan extraña e indescriptible en la gruta del Padre Pío.
-Verla dormir (que fue de las cosas más hermosas que me tocó compartir con ella y vivir).
-El único bicho luminoso que he visto en mi vida, lo vi en Uruguay (ojalá pueda ir más adelante donde hay luciérnagas).
-La madrugada con lluvia cuando los aullidos de un perro nos despertaron y comentamos que se parecían a los de mi perro "Poncho", y yo le respondí entre dormida y despierta que las notas de "Poncho" eran más largas... Y al siguiente día eso nos mataba de la risa.
-La tristeza de la despedida en el aeropuerto de Canelones. Yo sabía que esa era la única vez que nis íbamos a reunir y que no nos íbamos a volver a ver, y así fue.
-Las películas en casa y la única vez que fuimos al cine... La cinta que vimos esa vez, curiosamente cada vez que he salido de viaje y estoy en un hotel, la pasan por televisión... Y eso me produce mucha nostalgia.
-La sensación de viajar suspendida durante tantas horas en el aire, y creer, hasta casi convencerte de que el tiempo se ha detenido... Aunque sea sólo una ilusión.


Así por el estilo podría ennúmerar mil cosas, fragmentos de instantes y conversaciones que se dieron incluso sin hablar... Pero el espacio sería limitado entonces, y tan sólo quiero dar las gracias por haber tenido la oportunidad de vivir todo eso... De verdad he sido una persona muy afortunada.

Gracias por ese viaje, por todo lo vivido, y ojalá, independientemente de lo que la vida me tenga reservado más adelante, que mientras mi corazón y mi mente funcionen nunca olvide cada cosa que haya visto y sentido en ese viaje... O que si sucede, en el tiempo, estas letras y todo lo que hay escrito, recuerde a quien lo lea, lo importante que ha sido ese viaje para mi.

Que así sea.
Gracias por todo Vane.

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