Conversación en Silencio

Hoy, de camino al trabajo tuve ganas de guardar el celular en la mochila para hablar contigo en el silencio. Me gusta hacer eso de vez en cuando, porque aunque seguido conversamos de madrugada, en la antesala de los sueños, me gusta hablarte también cuando estoy despierta, para ponernos un poco al día con todo cuanto me va pasando o las cosas que en ese instante habitan en mi pensamiento y en mi interior. 

A veces te busco con los ojos cerrados. Reclino mi cabeza sobre el cristal contiguo a mi asiento en el transporte. Imagino que estás sentado al lado mío, con toda la disposición para escuchar. 

Hay tardes también en que te encuentro con los sentidos muy abiertos. He aprendido a darme cuenta cuando es un día de esos en que te gusta sorprenderme en el camino, y entonces juegas a disfrazarte para que yo intente adivinar en dónde estás. 

Ha habido ocasiones también en que a pesar de que vaya con prisa, te busco y me subo al transporte con los bolsillos llenos de preguntas para hacerte... La mayoría de las veces me las guardo y sonrío, porque en algún punto del trayecto me regalas cualquier detalle simple que me hace saber que estás ahí presente siempre. 

¿Te acuerdas de la señora de las faldas bonitas que coincidía antes a diario conmigo? ¿De aquella abuela que repartía bendiciones desde su banqueta a todo el que pasaba? Hace muchísimo tiempo que sucedió eso y ya no las he vuelto a ver, pero en su lugar me has sorprendido con amaneceres y lunas enormes en su fase culminante... Mientras que en el mundo imaginario con ideas geniales para historias que me llenan el alma de suspiros, al tiempo que juntos escuchamos música en lo que se agota el trayecto... 

¿Ves como al final terminé por ya no cuestionarte nada? Creo que por fin he entendido que recibo más de lo que creo y eso es el primer principio del agradecimiento. Hasta la manera de orar me has cambiado... Hace tiempo que dejé las fórmulas y las frases hechas... Tampoco casi ya no te visito en los templos, pues me he dado cuenta que son lugares llenos con la carga de las lamentaciones y tu vives y estás presente más allá de esos muros.

Hace mucho tiempo dejé de pedirte cosas... Enfoco mi energía mejor en mis amigos y mi familia... en la gente que no conozco y necesita más de ti...

Sé que conoces perfecto todo lo que siento y pienso... Sabes que hay días en que no entiendo y puedo incluso no ser paciente para esperar tu respuesta a las cosas que no entiendo, pero hace también apenas muy poco me regalaste en la calle la imagen en un auto de una familia como la que sueño...

En esta etapa reciente he dejado de preguntarte por eso... Sabes bien lo que ensombrece mi alma, y que todos los días hago mi mejor esfuerzo por aprovechar al máximo el regalo de mi cuerpo y mi corazón latiendo adentro de él... No lo sé... Pienso en esa imagen que vi mientras iba de camino al trabajo y en los seres especiales que aún no están presentes en mi vida, pero a veces haces que aparezcan en mis sueños, y aunque para mi sea confuso y tan incierto, trato de no ahondar más en ello para no perderme el presente...

Me encanta conversar contigo en silencio... Me encanta verte a diario y de otras formas... Me encanta que me hayas enseñado a hacerlo y aunque los minutos en este plano terrenal se me agoten y esté a punto de llegar al trabajo; sé que en cualquier parte, e incluso rodeada de gente y trabajando, basta que te piense para que te hagas presente no sólo en mis pensamientos...

Eso me ha servido mucho en estos días... Quería decírtelo y sobre todo agradecerlo... Hay tantas cosas por comentar, pero la prisa me gana... Luego regreso y con la voz del pensamiento te llamo otra vez para conversar.

¡Buen inicio de semana!

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