De Remedios Caseros y Costumbres Familiares
Los Domingos era habitual que en mi casa hubiera visita, y desde temprano llegaban algunos de mis primos con sus bebés, quienes luego de estar durante la mayor parte del día ahí, terminaban fastidiados y cansados, hasta llegar a un punto en el que lloraban a tal grado en que no los calmaban ni dándoles un biberón o siendo arrullados en los brazos de su propia mamá.
Cuando eso sucedía, de inmediato mi tía mandaba sacar un huevo fresco del refrigerador, agarraba al bebé en brazos, se sentaba con él en las piernas y comenzaba a pasarle el huevo por todo el cuerpo, empezando por la cabeza, rodeándo la nuca, detrás de los oídos, bajando por el pecho, sin olvidar los brazos y las manos, todo ello siempre repitiendo algo en voz muy baja...
No sé si lo que susurraba era una oración o especie de conjuro, pero todos sus movimientos parecían siempre estar calculados, tal y como si el cuerpecito del bebé fuera una especie de mapa que iba recorriendo por puntos, haciendo la señal de la cruz.
El bebé, que al principio se asustaba y lloraba con más fuerza, conforme mi tía iba avanzando con su "remedio" poco a poco se iba calmando, así, y una vez que terminaba con el huevo, repetía el procedimiento con un pedazo de vela encendida (me acuerdo que siempre era una vela muy gastada y que obviamente había sido previamente bendecida y ella siempre guardaba en un cajón), y la única diferencia que había entre la práctica con la vela y el huevo era que cuando casi llegaba al final de "la limpia" con la vela, siempre llamaba al bebé por su nombre muy cerca del oído y le decía: "Ven, no te quedes".
Una vez concluída "la limpia", procedía a romper el cascarón del huevo y lo vaciaba en un vaso con agua, y extrañamente, el huevo que en otras condiciones habría tenido una apariencia normal, se iba hasta el fondo, y de él se desprendían una serie de hebras, y si en la parte de la yema se formaba una especie de bola o "chipote", entonces mi tía decía que al niño le habían calentado la sangre y le habían hecho ojo.
Lo más sorprendente de todo esto, era que posterior a "la limpia", el bebé dejaba de llorar y de estar inquieto, por lo regular, en cuanto mi tía lo ponía en brazos de la mamá, de inmediato se dormía... Y quizá suene a charlatanería todo lo que comento, pero a lo largo de toda mi vida es el único remedio que he visto logra calmar por completo hasta el bebé más irritable.
Quién sabe donde aprendería eso mi tía, supongo que fue una tradición que se fue transmitiendo de generación en generación por las mujeres de mi familia... En el caso de mi tía, ella se hizo famosa entre los vecinos y parientes por eso, y siempre había alguien que recurría a ella; incluso cuando los bebés también estaban enfermos, la recomendación siempre era la misma, poner el huevo con agua abajo de la cuna o cama del niño para evitar "el mal de ojo".
Nunca supe de alguien a quien no le hubiera funcionado, y aunque ahora que soy una mujer adulta intento darle una explicación lógica y supongo que "las hebras" en el huevo surgían como resultado de "absorber" y quedar cargado con la energía del niño o niña en cuestión, supongo que el verdadero remedio estaba en la convicción y la seguridad con que mi tía aplicaba este remedio y en la fe que que la gente que acudía a pedirle ayuda, tenía en ello.
Desde que ella murió, solamente en una ocasión y siguiendo la costumbre de ella, aplicamos este remedio con uno de mis sobrinos pequeños, y aunque lo nuestro fue "pura y vil imitación" y es evidente que nunca tendremos el mismo conocimiento que ella, al menos por esa vez funcionó...
Supongo que en eso radica la efectividad de los brevajes, las pócimas y los amuletos que se usan para proteger de "las malas vibras", de ahí deriva también la fuerza protectora que concedemos a las imágenes de los santos, a las estampitas y hojitas con oraciones que muchos cargamos en la bolsa o en la cartera, no tanto porque seamos creyentes, sino porque tenemos fe o simplemente lo aceptamos y le damos un valor especial por la buena intención de quien nos lo regaló.
Insisto... Charlatanería o no, esta práctica es algo en lo que yo creo (porque he visto infinidad de veces que es un remedio que da resultado), porque me trae recuerdos de mi infancia y sobre todo porque es una tradición que me hubiese encantado aprender a realizar bien, porque desafortunadamente al morir mi tía, se perdió.
P.D. Por cierto... Un muy buen remedio casero para el dolor de cabeza es cortar dos rodajas de papa, recostarse un rato y al hacerlo, colocarlas amarradas sobre las sienes con un trapito en forma de vendaje que también cubra los ojos.
Comments
buen tip el de la papa... lo tomaré en cuenta la proxima vez.