Cambio de Dirección
Grupo de Danza Folklórica "Makahui", la nueva generación.
Todos nos graduamos del CBTIS No. 114, algunos terminamos la universidad, algunos se casaron y se fueron a vivir a otra parte, otros, aún viven aquí y dejaron de ser adolescentes para convertirse en jóvenes profesionistas o padres de familia, pero el caso es que a todos, de alguna u otra manera Dios nos dio hace 15 años una lección muy fuerte y con ello también la oportunidad para reflexionar acerca del valor inconmesurable que tiene la vida.
Hablar de todo lo que ha pasado durante una década y media en la vida de cada uno de nosotros, sería hablar de cambios bastante drásticos, pero nada comparado con los cambios que experimentaron Adriana Marquez y los demás chavos de Makahui, quienes hoy hace exactamente 15 años se graduaron todos juntos y partieron hacia el cielo.
Me acuerdo que estábamos en la segunda semana de vacaciones luego de haber concluído las clases para pasar del 4to. al 5to. semestre, cuando por cosas del destino, todos ellos fallecieron en un accidente en carretera.
En el caso particular de Adriana (que fue a quien conocí mucho más de cerca), siempre me imagino lo que sería de su vida, si ella hubiera seguido viva: Primero que nada se habría graduado de la prepa junto con todos nosotros, y con toda seguridad habría elegido una carrera, para luego aplicar para el examen de ingreso a la universidad, quizá se hubiera ido a estudiar a otra parte en un intercambio; como cualquier chava de su edad se habría divertido mucho con sus amigos, habría hecho un viaje de fin de cursos...
De un futuro prometedor aquí en la tierra, Dios decidió un "Cambio de Dirección" a una vida indescriptiblemente asombrosa en el cielo, ¿o por qué no?: en otro tiempo y lugar.
El tiempo ha pasado y a pesar de que la tristeza y el vacío aún persiste en el corazón de sus amigos más cercanos y de sus familias, tal vez su misión era esa: Hacernos entender -a todos los que nos quedamos aquí- lo frágil que puede ser la existencia, que hay que abrazarse a ella y vivir con toda intensidad cada día sin importar cuales sean las circunstancias.
Tal vez no sea un buen argumento para discipar la tristeza, decir que: en otro tiempo y espacio, los vamos a volver a ver... Pero mientras eso sucede, cada uno de nosotros, a la par de sentirnos afortunados por haberlos conocido y haber tenido la posibilidad de compartir todas esas anécdotas y experiencias con ellos dentro y fuera del salón de clases, debemos recordar que su misión fue mucho más allá de los logros académicos y los galardones obtenidos por ser el mejor grupo de danza, puesto que su recuerdo debe prevalecer siempre para que independientemente de como sea nuestra vida, nunca olvidemos cuestionarnos cada día al despertar:
Definitivamente el cielo se puede vivir en la tierra, cuando no olvidamos que las mejores cosas que ocurren en esta vida, se dan cuando vivimos cada día con los sentidos muy abiertos.
Dónde quiera que estén: ¡Gracias Makahuis por habernos enseñado eso!....
Muchas cosas han cambiado en 15 Años...
Todos nos graduamos del CBTIS No. 114, algunos terminamos la universidad, algunos se casaron y se fueron a vivir a otra parte, otros, aún viven aquí y dejaron de ser adolescentes para convertirse en jóvenes profesionistas o padres de familia, pero el caso es que a todos, de alguna u otra manera Dios nos dio hace 15 años una lección muy fuerte y con ello también la oportunidad para reflexionar acerca del valor inconmesurable que tiene la vida.
Hablar de todo lo que ha pasado durante una década y media en la vida de cada uno de nosotros, sería hablar de cambios bastante drásticos, pero nada comparado con los cambios que experimentaron Adriana Marquez y los demás chavos de Makahui, quienes hoy hace exactamente 15 años se graduaron todos juntos y partieron hacia el cielo.
Me acuerdo que estábamos en la segunda semana de vacaciones luego de haber concluído las clases para pasar del 4to. al 5to. semestre, cuando por cosas del destino, todos ellos fallecieron en un accidente en carretera.
La cantidad de cosas que vienen a nuestra mente cuando recordamos ese día, y también ¡Qué cambio tan fuerte se produjo a partir de entonces en nuestras vidas y en las de todas sus familias!
En el caso particular de Adriana (que fue a quien conocí mucho más de cerca), siempre me imagino lo que sería de su vida, si ella hubiera seguido viva: Primero que nada se habría graduado de la prepa junto con todos nosotros, y con toda seguridad habría elegido una carrera, para luego aplicar para el examen de ingreso a la universidad, quizá se hubiera ido a estudiar a otra parte en un intercambio; como cualquier chava de su edad se habría divertido mucho con sus amigos, habría hecho un viaje de fin de cursos...
Como era una chava con un ángel impresionante y una sonrisa muy bonita, quizá se habría enamorado y ahora sería una excelente madre de familia... Tal vez en el presente su vida hubiera sido una combinación de todas esas cosas y conociendo como era, para el día de hoy estaría al mismo tiempo estudiando también una maestría.
Pero Dios tenía otros planes.... En sus misteriosos -y a veces incomprensible designios- Él diseño otra forma de vida y una nueva misión para ella y sus otros compañeros de Makahui...
El 19 de Julio de 1992, Dios los llamo a su presencia para darles la bienvenida a un magnífico hogar eterno, en el que desde entonces, ella, al igual que el resto de los muchachos del grupo de danza permanecen, quizá no físicamente, pero si con la esencia de un grupo de jóvenes disciplinados, buenos estudiantes, alegres, divertidos, ¡en fin!, con todas esas cualidades y valores que todos conocimos y extrañamos desde entonces.
De un futuro prometedor aquí en la tierra, Dios decidió un "Cambio de Dirección" a una vida indescriptiblemente asombrosa en el cielo, ¿o por qué no?: en otro tiempo y lugar.
El tiempo ha pasado y a pesar de que la tristeza y el vacío aún persiste en el corazón de sus amigos más cercanos y de sus familias, tal vez su misión era esa: Hacernos entender -a todos los que nos quedamos aquí- lo frágil que puede ser la existencia, que hay que abrazarse a ella y vivir con toda intensidad cada día sin importar cuales sean las circunstancias.
Tal vez no sea un buen argumento para discipar la tristeza, decir que: en otro tiempo y espacio, los vamos a volver a ver... Pero mientras eso sucede, cada uno de nosotros, a la par de sentirnos afortunados por haberlos conocido y haber tenido la posibilidad de compartir todas esas anécdotas y experiencias con ellos dentro y fuera del salón de clases, debemos recordar que su misión fue mucho más allá de los logros académicos y los galardones obtenidos por ser el mejor grupo de danza, puesto que su recuerdo debe prevalecer siempre para que independientemente de como sea nuestra vida, nunca olvidemos cuestionarnos cada día al despertar:
¿Estoy listo para un cambio de dirección?, Si mi vida fuera a terminar hoy: ¿cuál sería mi nueva dirección?
Definitivamente el cielo se puede vivir en la tierra, cuando no olvidamos que las mejores cosas que ocurren en esta vida, se dan cuando vivimos cada día con los sentidos muy abiertos.
Dónde quiera que estén: ¡Gracias Makahuis por habernos enseñado eso!....
Comments
Gracias por la reflexion...
Saludos.
Te mando un enorme abrazo, eres una gran mujer!!
Saluditos!!!
Soy Lucy, te escribi hace años acerca de los Makahui. No se si me recuerdas? Buenos solo saludandote y leyendo tu blog. Hoy es otro aniversario mas, estaba viendo una nota en el diario de juarez y tambien me acorde de ti. Que estes bien chica!!