Bitácora de Viaje: Día 3 - "Último Rol Por La Ciudad de México"
Todo lo vivido durante la noche anterior se esfumó como si hubiese sido un sueño... Ahora no era más que un recuerdo que se sumaba a la colección de buenas experiencias vividas en el pasado, mientras que en el presente sólo tenía un día completo con la suma de sus minutos y las horas nuevas, listas para ser utilizadas.
La hora de partida de la Ciudad de México, originalmente estaba programada para las 10 de la mañana. Así que otra vez me levanté temprano, porque la noche anterior (en la salita del lobby), una pequeña parte del grupo con la que viajaba se había organizado con la intención de volver muy temprano a La Basílica de Guadalupe.
Media hora antes de que el reloj marcara las 8 de la mañana, yo ya estaba lista y con todo mi equipaje dispuesto ya para salir del hotel, pero por alguna circunstancia que desconozco, la hora de la salida se recorrió hasta el mediodía y mientras yo esperaba a que todos los demás bajaran para partir rumbo a La Basílica, algo me hizo cambiar de idea y de último minuto decidí ya no formar parte del plan original del grupo, para marcharme yo sola a recorrer por última vez las calles del Centro Histórico y atrapar para siempre esos momentos a través de un cuadro digitalizado.
Las calles me recibieron otra vez con todo ese colorido conformado por el bullicio y la prisa matutina, por los aromas de comida y las historias que mi imaginación le inventó a todas y cada una de las personas que se cruzaron conmigo en el camino.
A medida que avancé y crucé por avenidas, mis pensamientos me acompañaron a cada instante, y entonces me vi a mi misma tal y como si mi realidad fuera la proyección de 3 personas distintas en el recorrido por un mismo lugar.
Por un lado estaba esa parte de mi tan sensible y optimista, esta caminaba observando cada cosa a detalle, enfocándose en observar con más detenimiento las cosas que llamaban su atención y le causaban curiosidad.
Enseguida y pisándole los pasos estaba mi alter ego medio atormentado y egoísta, aquel que buscaba solamente perderse entre las calles y la gente para huír de los fantasmas y los miedos que fue imposible no cargar en la maleta; mientras que por último, estaba la imagen -la que a mi más me gustaba- la de la mujer que sin esperar nada en específico, caminaba sin prisa, se dejaba sorprender por todo cuanto encontraba a su paso, y atesoraba cada imagen y detalle que le ofrecía la ciudad sin importar si era o no la última vez que cada edificio, lugar y atmósfera le regalaría como souvenir, una historia o una anécdota para contar después.
Mis pasos me llevaron de nuevo hasta "La Torre del Caballito", y me detuve por un instante en el punto de intersección de Av. Reforma con la calle Guerrero; para apreciar así en el lapso de tiempo en que cambia el semáforo de rojo a verde, las dimensiones del edificio de La Lotería Nacional.
Estuve también en "La Torre Mayor", el edificio (que según me dijo Fer), en la actualidad es el más alto de Latinoamérica. Sin ninguna prisa seguí con mi camino en el que la modernidad de todas estas estructuras, contrastó con el aroma a historia atrapada en la humedad de las hojas de los árboles antiguos que bordeaban La Alameda Central.
Las campanas y las piedras desgastadas de dos templos antiguos que en sus orígenes fueron moldeados en atrevida emulación al estilo barróco de La Nueva España me invitaban a detenerme para entrar en ellos a conversar por un momento con Dios.
Eso es lo más padre de la Ciudad de México, que a donde quiera que voltees o sin importar por donde camines, encuentras historia, mezclada con modernidad.
En la Zona del Centro Histórico abundan los edificios que parece que resguardan trocitos del tiempo que conforma cada siglo que ahí han permanecido; calles que existen desde antes de la época de la conquista, y edificios modernos que contrastan con la historia de las edificaciones antiguas.
La Casa de Los Azulejos, El Edificio del Banco Nacional, El Palacio de Gobierno, La Catedral Metropolitana, La Torre Latinoaméricana, El Museo del Estanquillo (con sus dibujos de colores); Bellas Artes, boutiques y tiendas de electrónica que se ven extrañas ubicadas en la parte baja de edificios que denotan que tienen siglos de historia.
Mientras caminaba por esas calles, caí en la cuenta que nada de lo que había planeado antes de realizar ese viaje salió como yo pensé:
Quería ir al teatro y no fui, comprar un libro, y no lo encontré en ninguna librería, visitar Coyoacán (y ya no hubo tiempo), tampoco tuve suerte y no pude conocer a Fernanda, y aunque todo eso pudiera hacer parecer que la estancia en el DF había sido en vano, no fue así, puesto que la convivencia con mis amigos, los lugares que conocí y las imágenes tan contrastantes que me regaló la ciudad son lo que justifica que el viaje haya valido la pena.
A pesar de que esta era la tercera ocasión que la vida me regalaba la posibilidad de estar en la capital de mi propio país, fue hasta esta, que pude conocer un poco más de lo que es México, un lugar donde no tienes pretexto para estar aburrido porque siempre habrá algo que hacer o un sitio a donde ir.
Creo que esa sería la única razón por la cual yo viviría en el DF...
Me encantan sus calles, sus museos, el ambiente, que encuentras todo tipo de personas, que existen panaderías y cafecitos pintorescos en cualquier zona de la ciudad a donde vayas, que siempre hay eventos, que en las plazas y parques encuentras todavía "Organilleros" (y yo pensaba que ya sólo existían en las películas de la época del cine de oro).
Lo último que visité fue la parte donde se encuentra el Zócalo Capitalino y El Palacio de Gobierno.
El Zócalo, yo tenía la impresión de que era mucho más grande, pero ¡en fin!... Curiosamente una vez más, cuando llegué a ese punto, el tiempo se me vino encima y cuando vi el reloj, ya tenía que regresar de nueva cuenta al hotel.
Emprendí el camino de regreso lo más rápido que pude, intentando captar en el trayecto la mayor cantidad de fotos, comprar algunas cosas para mis sobrinos, en un intento por despedirme a toda prisa de la ciudad en la que todas las veces que he estado, ha sido para perseguir un sueño...
Mientras caminaba pensé que no sabía si volvería más adelante, pero por lo pronto dejé atrás esas calles y con la mochila y la cámara emprendí el camino de regreso, dispuesta a vivir la siguiente etapa de ese viaje.
Comments
El viaje continua, ojalá nos regales más encuentros con la historia y cultura de tu país, mi curiosidad y yo te lo vamos a agradecer mucho.
Me imagino que ya estás sentada en el bus, con la cabeza apoyada en la ventana, pronta para dejar volar la imaginación, y revivir algún recuerdo.
Gracias por compartir la historia completa de esta aventura.
Te dejo un súper abrazo, uno que me robé de un libro para regalártelo.
Las fotos estan fregonsisimas, y tu historia, que padres vacaciones en serio, creeme que se dara otra oportunidad y podras ir al Teatro, y encontraras el libro y conoceras a Fernanda, veras que si se da, para personas como tu estas cosas se van dando, de eso estoy seguro.
Un abrazo, gracias por compartir estos momentos con nosotros tus lectores.
Gracias por compartir con nosotros tu viaje. Fue muy lindo. Lo disfruté de principio a fin.
Ya tengo ganas de conocer México. Siempre ha querido ir. Creo que más bien le gustaría beber mucha tequila con un mariachi al lado.
Un beso y te cuidas.
Yo.
quiza es realidad lo que dicen los grinos:
“You can never go home again”
saludos
ah ya sentia yo como que habia hecho el viaje tambien jajaja
sale me retiro
byE
bonito escrito es bueno que compartas con nosotros
=D
ujule
bueno no le hace solo queria decir que con este tipo de resenias la gente podra darse cuenta de la JOYA que es la ciudad de Mexico....
para mi el DF es de las ciudades mas hermosas del MUNDO, modestia aparte....
la amo!
Victoria