"La Dama de Negro"...

 
Imagínense por un momento que cada uno de ustedes es un espectador invisible, sentado en una de las butacas de un teatro cerrado, que se encuentra completamente vacío, y en el que solamente se encuentra la persona que se encarga del sonido y la iluminación (en cabina). Del otro lado, y aunque no lo vemos, sabemos que en alguna parte del teatro se encuentra John Morris, un director teatral.

De pronto, (sobre la parte central del proscenio que se encuentra perfectamente iluminado), aparece un hombre. Su nombre es Arthur Kipss, se ve abrumado, como que viene con prisa -como si apenas hubiera alcanzado a llegar a tiempo- y trae consigo un portafolio del que extrae una especie de libro o carpeta que contiene muchas hojas.
Ahí parado sobre el escenario, comienza a leerlo, pero aparte de que está visiblemente nervioso, él NO ES UN ACTOR, razón por la cual, la narración en voz alta de lo que en apariencia es un relato sobre un festejo familiar en una noche de Navidad resulta un desastre.

Es ahí cuando nos damos cuenta que aquello es una especie de "audición de teatro", Arthur Kipss está ahí porque es obvio que tiene una cita con John Morris, quien desde alguna parte del teatro, se burla de la forma como Arthur lee en voz alta, y le pide en repetidas ocasiones que vuelva a empezar de nuevo, pero "dándole intención" al texto, como si fuese una narración hecha por alguien que de verdad domina las artes escénicas.


Rafael Perrín (John Morris) y Odiseo Bichir (Arthur Kipps).

¿Pero por qué razón un hombre que no es actor -ni le interesa serlo- se encuentra ahí?... La razón es muy simple: Arthur tiene la enorme necesidad de contarle a su familia y amigos, algo muy impactante que le ha sucedido en el pasado, y por eso ha recurrido a un director de teatro, para que él le ayude a hacerlo de la mejor manera.
Divirtiéndose un poco a expensas de eso (o más bien de él), John Morris surge por fin de entre las sombras del teatro y sube al escenario para comenzar a leer el inicio de la historia que Arthur ha escrito.

La diferencia entre la lectura de uno y otro, de inmediato es muy notoria, y es así entre la narración del director de teatro (y los lapsos de tiempo en que ambos conversan), se hace evidente que hay un acuerdo entre ellos. Todos los días Arthur acudirá al teatro, para que John le ayude no sólo a contar, sino a representar su historia, que aunque no sabemos bien a ciencia cierta de que se trata, por la forma como se comporta, sabemos que es algo importante y que lo dejó traumatizado, pues en repetidas ocasiones le hace saber al director que una de las principales razones que tiene para compartir su historia, es porque piensa que una vez que lo haga, podrá recuperar la tranquilidad, pero sobre todo: podrá dormir en paz…


Rafael Perrín en una de las representaciones con el Sr. Germán Robles.

John no le da mucha importancia a esto, incluso continúa mofándose de ello al decirle que él lo convertirá en todo un actor “Shakesperiano”. Se compromete con él a realizar una adaptación teatral de su texto, sobre la cual ambos trabajarán a diario, durante el tiempo que duren esas sesiones.

Para Arthur, es muy importante dar a conocer la experiencia que lo dejó marcado para siempre, pero al ver que sobre el escenario solamente hay un par de sillas y un baúl, comienza a dudar del director y le cuestiona, que por muy buen actor que pueda ser y él lo ayude, va a llegar a un punto en el que la historia que ha escrito los limite a ambos sobre el escenario, ya que: ¿Qué va a pasar cuando para poder ubicar a los espectadores en un espacio o tiempo determinado tengan necesidad de describir algo, como por ejemplo: un viaje en una carreta tirada por caballos?


Odiseo y Rafael en una representación con los papeles invertidos, Odiseo en el personaje de John Morris y Rafael en el de Arthur Kipss.

Lo que Arthur no imagina, es que ha llegado al lugar indicado y no ha podido elegir mejor medio para contar su historia. Entusiasmado, John Morris le hace saber como, gracias a La Magia del Teatro y haciendo uso de los efectos de sonido, dos actores, pueden ser perfectamente capaces de contar una historia, valiéndose de los pocos elementos que existan sobre un escenario, para transportar al público hacia el tiempo y la acción que se requieren y de este modo transmitirles lo que se quiere contar.

A partir de ahí se establece un trato entre ellos: John Morris se convertirá desde ese instante en el personaje de Arthur Kipss, mientras que este, por su parte tendrá como tarea representar a todos los demás personajes que aparecen en su historia.

Cada vez que las luces se apagan, sabemos que tanto Arthur como el Sr. Morris han “entrado en personaje”, es muy divertido, porque aunque la historia es seria y medio macabra, Arthur no es actor, y al principio no sabe diferenciar entre los diálogos de un personaje y las acotaciones que indica el libreto (para cada uno de ellos).


Sin embargo es tanta su premura y preocupación por contar su experiencia, que decide poner todo esfuerzo en hacerlo, y así, con ayuda del director teatral logra transportarnos hasta el momento en que siendo Arthur un empleado de una compañía de seguros, es llamado a la oficina de su autoritario jefe, quien le indica que ha sido designado por la compañía para viajar a Crythin Grifford, un pequeño pueblo en la costa oeste de Reino Unido, lugar hasta el que tiene que viajar para atender los asuntos legales de la Sra. Alice Drablow, una mujer que acaba de fallecer, y quien vivió sola durante más de 60 años, en una enorme mansión a la que sólo se puede acceder realizando un largo viaje en tren y luego (cuando la espesa niebla del mar lo permite), hay que proseguir por un camino pantanoso que solamente se puede transitar de día y en carreta.

La misión de Arthur, como agente de seguros, es revisar toda la papelería que en vida fue de la Sra. Drablow, tarea que le puede llevar mucho tiempo y minuciosidad, tomando en cuenta que la anciana era una mujer que como resultado de haber vivido tantos años sola, pudo haber acumulado un mundo de papeles.

Hasta ahí todo parece marchar sobre ruedas, pero cuando Arthur llega por fin a Crythin Grifford comienzan a suceder cosas muy extrañas… Para empezar, en cuanto él menciona que está en ese lugar para atender los asuntos legales de la Sra. Drablow, el ambiente se enrarece y la gente con la que lo comenta, cambia de inmediato su trato hacia él y prácticamente sale huyendo…

De hecho durante el funeral de la Sra. Drablow, Arthur tiene un extraño encuentro con una misteriosa Dama de Negro que lo deja impactado con la pálida y diabólica expresión de su rostro.

A partir de ahí, Arthur ya no vuelve a tener paz… Todas las personas son muy extrañas ese sitio, empezando por un divertido y medio “Chismosillo” Chef Italiano (encargado del hostal al que Kipss llega ); Keckwick (el chofer de la carreta que lo lleva hasta la mansión de la Sra. Drablow); el Sr. Bentley (que parece ser el más normal de todos, y el único que le tiende la mano), o el misterioso amargado y carráscaloso anciano Jerome…

Por si esto fuera poco, una vez que Arthur se queda solo en la mansión Drablow, la presencia de La Dama de Negro se vuelve todavía más constante, sobre todo a raíz de un encuentro impactante que tiene lugar en el cementerio que Arthur descubre, se encuentra ubicado en la parte trasera de la mansión.

Es así como la encomienda que en apariencia parecía algo que le demoraría un solo día, se vuelve un suplicio estando en esa casa, en la que los ruidos extraños y los escalofriantes y repentinos gritos que se escuchan con frecuencia, lo llevan a salir huyendo una madrugada en busca de la carreta de Keckwick y en ese intento desesperado presenciar en la espesura de la noche un accidente en el que en una carreta con una mujer y un niño son prácticamente devorados por el pantano.


Conforme avanza el tiempo, el director teatral en su representación de Arthur va descubriendo poco a poco todo lo que hay detrás de la historia. A pesar del miedo que tiene, durante su estancia en la mansión de la Sra. Drablow encuentra unas cartas personales en las que el contenido lo ayuda a comprender exactamente de donde provienen los extraños ruidos.

Todo el misterio se encuentra resguardado entre las 4 paredes de una habitación ubicada en la planta alta de la enorme casona, que curiosamente no tiene cerradura por fuera y que una vez que Arthur, aún invadido por el miedo decide entrar a averiguar, se encuentra con una recámara que permanece intacta con objetos y ropa que al parecer pertenecieron a un niño pequeño.

En este punto de la representación teatral, ya te encuentras demasiado inmerso en la trama, los efectos de sonido y una escenografía muy simple que te ubica en puntos claves de la casa, como el cementerio, una escalera que conduce al pie de la misteriosa puerta cerrada (que da acceso a la habitación de ese misterioso niño); así como las constantes apariciones y desapariciones del espectro de esa diabólica mujer, van revelando poco a poco una historia en la que la incomprensión de una hermana, la desesperación de una madre, y el trágico y macabro accidente en el que muere un niño, dan lugar a una escalofriante maldición que persigue no sólo a Arthur, sino a todo aquel que llega a conocer la verdad sobre La Dama de Negro.

                                                               Odiseo, Rafael y Paty Perrín “La Dama de Negro”.

Considerada como una representación clásica del teatro de misterio, “La Dama de Negro” lleva 14 años representándose en México y es un montaje que por el grado de complejidad que tiene y los pocos elementos que se utilizan sobre el escenario, requiere de actores experimentados que la lleven a cabo. Durante todos estos años actores de la talla del Sr. Germán Robles, Miguel Pizarro, Juan Carlos Colombo y Jorge Antolín han representado con gran éxito esta historia que fue escrita por la inglesa Susan Hill y adaptada para el teatro por Stephen Mallatratt.

Un dato que se me hace muy curioso, es que en 1983, cuando la autora de “La Dama de Negro” terminó el libro, ella pensaba que su historia no era buena y que incluso no servía para ser adaptada para un montaje teatral.
“The Woman in Black” (título original de la obra), no sólo se convirtió en una las historias más famosas de esta escritora, sino en una puesta en escena que lleva más de 16 años representándose en Londres, y que tan sólo en México lleva más de 3000 funciones de teatro en las que una misma persona, la ha visto en más de una ocasión.

Por lo regular siempre que voy a ver un montaje, procuro leer algo sobre el mismo o sobre el autor que la escribió. En esta ocasión, ni siquiera tenía planeado ir al teatro y quise dejar que la obra me sorprendiera. Para ser honesta, me parecía prácticamente imposible que una obra de teatro pudiera “asustar”, (algo que gracias al muchacho que estaba sentado enseguida de mi, pude comprobar si puede suceder).

Como espectadora me impresionó el trabajo de Odiseo y Rafael, quienes hacen de esta obra un ejercicio de imaginación muy interesante en el que pareciera que te están contando la historia de un libro y gracias a su interpretación logras visualizar muchas de las cosas que no están sobre el escenario, pero durante el desarrollo de la historia ellos te describen.


Rafael Perrín.

Algo que también me gustó mucho fue que “La Dama de Negro” es una obra que permite que los actores transgredan la regla de “La Cuarta Pared”. En teatro, se le llama así a la parte del escenario donde se encuentra el público. Para un actor, debe de ser como una especie de pared invisible, que un personaje nunca atraviesa, y en este montaje lo padre fue eso, que los dos actores no sólo bajaban del escenario, aprovechaban la presencia de personas en las butacas del teatro, como si ellos estuvieran imaginando que el foro en el que ellos ensayaban a diario, estaba repleto de personas también.

Odiseo Bichir.

Otra cosa que también se me hizo padrísima fue comprobar una vez más que dentro de un escenario, tu cuerpo y todo lo que tu eres como persona (física y emocionalmente) se convierten en un instrumento… Una vez que tomas conciencia de eso, puedes convertirte prácticamente en cualquier personaje… Por ejemplo, hay una parte de la obra en la que Odiseo Bichir era un anciano, y a pesar de que es un hombre muy alto, su voz, y su lenguaje corporal, te hacía verlo no como Odiseo, si no como un anciano encorvado; y fue cuando pensé en que tan buen actor será él y cuántos años de su vida le habrá tomado llegar a aprender como transmitir eso y que tú que lo estás viendo, realmente se lo creas… ¡Eso es actuación!

En el caso de Rafael Perrín, me llamó mucho la atención que él lleva prácticamente todo el peso de la historia. Su personaje está lleno de matices, y requiere de mucho esfuerzo físico (porque corre y se mueve por todo el escenario), pero también implica mucho manejo de emociones (hay una parte donde él logra transmitirte el dolor por la pérdida de un ser querido), y yo me imagino que ese tipo de personajes, para ellos ya como personas normales y no como actores, deben representar además de un reto muy grande a nivel histriónico, un ejercicio catártico o catársico (no se como sea correcto decirlo) muy padre en el que el teatro (que de verdad es un mundo mágico), les permite deshacerse de todo el estrés o de todas esas cosas negativas que muchas veces como “persona normal” cargas durante mucho tiempo, porque no son fáciles de eliminar…

Cuando vi que este actor en particular terminó prácticamente empapado en sudor al final de la obra, creo que entendí perfecto algo que le escuché decir hace tiempo a Susana Alexander en una entrevista que le hicieron sobre el número de veces que ella representaba en una misma semana un monólogo que se llama “El Año del Pensamiento Mágico” (de la cual alguna vez hablaré en el blog y que siempre, siempre me quedé con ganas de ver).

Algunos de los actores que han participado en “La Dama de Negro”.

Por último, ya para terminar con este post (porque tratándose de cosas de teatro y aunque yo sea una simple espectadora), podría seguir todavía un buen rato escribiendo sobre las emociones que siempre me produce, pero eso no es lo relevante en esta mitad de semana y para la parte final de este escrito sólo me falta comentar que como toda historia de misterio, “La Dama de Negro” no sólo se representó en un cementerio para festejar uno de sus aniversarios anteriores.

Algunos de los actores que han estado involucrados en esta producción, aseguran que por ser una obra en la que se maneja mucha oscuridad y es además una constante invocación de lo desconocido, han vivido situaciones paranormales…
Rafael Perrín vio a La Dama de Negro “Entre piernas” (que así se le llama a las tablitas que se le hacen a la parte del telón que cubre el espacio pequeño que queda antes de entrar al escenario), y en esa ocasión Paty Perrín, la actriz que la representa estaba ya en escena.

Ella por su parte, asegura haber sido llamada por su nombre…. ¡Ay Gue… Que miedo!!!
Además de los casos en México, Nathalie Bloch, de la puesta en Reino Unido, sintió que alguien se le acercaba rápidamente por las escaleras justo antes de entrar a la escena del cementerio en el primer acto.

Otro actor, Sebastián Harcombe asegura haber visto a una mujer de gris en diferentes momentos y lugares del Teatro Fortune en Londres.

Cierto o falso, los sustos durante la obra no podrían ser tan perfectos si no existiera un sonido de calidad mismo que fue diseñado por George Lucas, creador de “La Guerra de las Galaxias”, ya que el audio es un elemento muy importante y un sello característico en la trama de “La Dama de Negro", que más allá de un montaje interesante, te lleva a comprobar porque el teatro es un lugar tan mágico…


¡Gracias por este ejercicio de imaginación!!!

Comments

Yo no sé mucho de teatro, pero entiendo lo fascinante de estar ahí frente a frente con los actores, y más en una obra de éste tipo donde el espectador también es protagonista al usar su imaginación, es un buen ejercicio como bien lo dijiste, y cada uno es libre de interpretar las escena como más le guste.

Yo creo que algo así de misterio si puede asustar en teatro, si yo hubiera ido con vos, la estaría viendo con las manos en la cara como hago con las películas y lo veo por entre los dedos, así asusta menos, jijijijijji que c-----.

En algo en lo que no estoy de acuerdo -porque lo he escuchado en varios actores-, que a veces meterse tanto en un personaje no le sirve para sacar lo que llevan dentro, ni quedarse relajado, sino todo lo contrario, a veces se meten tanto en el personaje que los lleva hasta hacer terapia para desprenderse de el, yo no sé nada, sólo lo he escuchado de actores que se compromenten demasiado con su trabajo y por ende el personaje que les toca.

Como siempre buen post, y muy interesante la obra.

Te dejo miles de abrazos.
Anonymous said…
ahhh

hola... ahora para el festival revueltas de este año se presento esa obra, nadamas que cobraban mucho y pues uno que no tiene muchos recursos pues no fue

:(

pero dicen que esta excelente esa obra.

sale me retiro, cuidate muchote y pues seguimos en contacto

:D
Guauu, de verdad fuiste?? A cual funcion?? Yo fui con Bere a la de las 7 y media, en los asientos del piso de enmedio ($250) y nos gusto mucho la obra, claro, ella se tapo la mayoria de las veces la cara para no ver, pero pues a mi no me asusto na de na, pero si me gustaron las actuaciones, ya posteare tambien mi reseña... me prestas unas fotitos? jajaja saludos =)
Martiuks said…
VANE:
Y a mi me hubiera encantado ver esa obra contigo, nada mas para estar viendo precisamente eso, como te tapabas la carita para no ver.

Si te hubiera gustado y de hecho hay algunas escenas donde te hubieras reído mucho (ya te platiqué cuales eran)

Sobre lo de los personajes, yo creo que depende de la complejidad que requiera, en este caso si fue catársico para el actor Rafael Perrín.

Muchos abrazos de oso pachón para ti también.

NEFERTITI:
¿Allá en Durango no hacen descuentos para estudiantes? Si te entiendo porque yo de estudiante estaba igual que tú.

Hay algunos teatros donde si presentas credencial de estudiante te cobran sólo la mitad. Cuando puedas ir ve al teatro, es una experencia única, más tu ahorita que estás en el taller de teatro.

Gracias por pasar... Sigo esperando la siguiente parte de "La Casa Vieja"...

CABALLERO DIESEL:
Yo fui a la función de las 9:30 pm, entonces igual por ahí estuvimos a punto de cruzarnos en los pasillos.

Claro que puedees tomar todas las fotos que quieras... Total, yo también las saqué de internete... Jijijijiji.... ¿Estuvo padre la obra no? (no sabía que te gustara el "Tiatro".

Saludines.
Martiuks said…
¡Ups perdón, era la función de las 7:30, entonces si estábamos en la misma, yo también estaba en los lugares de abajo, en la parte de atrás en piso, y yo no pagué nada porque los boletos me los regaló una de mis mejores amigas que trabaja en Exa Radio (es la ventaja de tener amigos en medios, cuando no entras con acreditación de prensa, a veces "mis compas" me regalan los boletos... Osea.....)

Saludos.

P.D: Oye enotonces a lo mejor si estabamos cerca y ni cuenta....
Victoria said…
yo por disciplina me pierdo de grandes cosas como esta obra con tal de no asustarme.. tengo corazon de pollo pero se que es de lo mejor que ha puesto el teatro... que padre esta tu reseña Marthita asi de perdis no me quedo tan en ceros...

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