Una Historia Sobre "El Muro" (Parte II).
Todos los hombres libres, dondequiera que ellos vivan, son ciudadanos de Berlín. Y por lo tanto, como hombre libre, yo me enorgullezco de decir: "Ich bin ein Berliner" (Yo Soy un Berlinés.)
Hijos que no volvieron a casa nunca (tal como el tío Siegfried o Úrusla, la hija de la Sra. Heinemman); pero en el otro extremo de la moneda, estaba la gente que creía que vivir en una ciudad "amurallada" después de todo no era tan malo.
El estado les proveía de todo lo necesario: comida, techo y trabajo, para ellos con eso era más que suficiente. Hansi se cuestionaba al respecto y sin olvidarse jamás de las imágenes que vio impresas en los libros, de gente saltando desde las ventanas de los edificios que daban hacia el extremo opuesto de El Muro, él se preguntaba, (sin haber vivido todo eso); si la gente que opinaba a favor del régimen comunista; eran como esos pájaros que tenía su abuelita Elvira adornando su cocina: que de tanto vivir tras una reja, olvidaron lo que se sentía experimentar la libertad.
Las historias que él descubrió al respecto (no sólo por parte de su abuelo Theodor) eran espeluznantes y durante muchas noches le provocaron aterradoras pesadillas o despertar de golpe y con el corazón en la garganta.
En las madrugadas cuando estando ya todos metidos en su cama, desde el exterior eran perceptibles algunos ruidos... Hansi aprendió a distinguir que la mayoría de las veces, eran pisadas apresuradas que no necesitaban verse para saber que eran las de alguien que había sido descubierto y era perseguido en su intento de escape...
Otras veces, los sonidos lejanos lo hacían pensar en las minas escondidas que evitaban que quienes querían "saltar El Muro" lograran su objetivo.
Por ese tiempo, las historias de las pocas personas que habían logrado semejante audacia se convirtieron en los nuevos heroes a los que Hans comenzó a admirar por haber tenido la osadía de llevar a cabo un acto casi suicida...
Tal era el caso del centinela de 19 años, que aprovechando que en su primera etapa, El Muro no era más que una pequeña alambrada, saltó y su huída fue captada por el fotógrafo Peter Leibing, convirtiéndose así su imagen en una de las más representativas de la Guerra Fría.
Otra cosa que también le quedó muy clara desde entonces fue, el hecho de que los militares que resguardaban en las torres de vigilancia la zona aledaña al Muro, eran humanos sin escrúpulos que no sólo podían convertir la noche en dia con un faro de 1000 vatios que les permitían observar cualquier movimiento sospechoso; sino que no se tocarían el corazón para disparar un arma, si llegaban a descubrir a alguien intentando escapar hacia el extremo opuesto de Alemania.
Con 12 años cumplidos, Hans tenía ya formado un criterio. Le parecía tan absurdo que la pequeña línea que dividía la extensión del territorio que aparecía en los mapas, representara también a un país que en un extremo y otro se percibía tan diferente.
Él era como muchos jóvenes que añoraban que las cosas cambiaran un día, y ese deseo de muchos que parecía imposible, por alguna razón se concedió...
El 2 de Mayo de 1989 los húngaros retiraron la alambrada que delimitaba la frontera con Austria; muchos Alemanes de ambos lados, aprovecharon esto y con el pretexto de vacacionar instalaron campamentos en espera de poder cruzar al Este.
Hans recordaba haber estado ese verano en una tienda de campaña, pensando no sólo en la posibilidad de conocer ese mundo al otro lado de la "alambrada", que de niño tanto imaginó.
Para ese entonces ya la abuela Elvira había fallecido, pero Hans tenía la idea de que cuando fuera un poco mayor, buscaría algún vestigio de la familia que le permitiera saber lo que sucedió en realidad con el tio Siegfried.
Pero el 9 de Noviembre de 1989, sucedió lo que muchos creían imposible: El sucesor de Honecker Egon Krenz dio la orden de que todos los alemanes orientales podían ir al lado occidental a partir del día siguiente sin necesidad de ningún permiso especial.
Esto provocó una gran confusión que implicó, que se corriera la voz en ambas partes de la ciudad dividida y mucho antes de la medianoche miles de expectantes berlineses se habían congregado a ambos lados del muro.
Hans -al igual que muchos- salió a la calle junto con su familia y le impactó tanto lo que vió que a pesar de ser demasiado joven no lo volvió a olvidar jamás.
Por las calles de Berlín todo era euforia y fiesta, Hans vio muchas escenas llenas de emoción: abrazos de familiares y amigos que estuvieron separados por mucho tiempo, llanto, rostros que reflejaban incredulidad, Regalos de bienvenida a los visitantes, flores en los parabrisas de los autos que cruzaban la frontera y en los rifles de los soldados que custodiaban los puestos de vigilancia.
Aún así; miles de berlineses prefirieron escalar El Muro y, en muchos casos, armados de cuerdas, picos y cinceles, comenzaron a hacer realidad lo que un día muchas personas que ya no vivieron para verlo, consideraron como imposible: que cayera El Muro de Berlín.
Las historias que se contaban después de eso, eran muy diversas... Algunas, las de las familias que se reencontraron después de 28 años tenían finales felices; pero también estaban las "de la otra cara de la moneda" y que contaban el destino de muchas personas que acostumbradas al régimen autoritario de Alemania del Este, no pudieron adaptarse ya al mundo moderno que surgió ante sus ojos, cuando la pared cayó por completo.
Hans no se convirtió en historiador; cuando El Muro dejó de existir, no logró encontrar al tío Siegfried; pero se reencontró con las generaciones nuevas descendientes de él.
Con el tiempo él se convirtió en un joven profesionista, que ya en medio de un país unificado se casó con Aroa, su novia de la universidad.
Durante algún tiempo y todavía en su época como estudiante, se dedicó a ser guía de turistas y contar a quien quisiera escucharlo, su muy particular historia sobre "El Muro"...
Mientras el Siglo XX se convertía en un recuerdo de color sepia (como en las fotografías antiguas); le llamaba la atención que para los turistas, eso de rentar un martillo y un cincél para derribar un pedazo de muro (y llevárselo como souvenir), no tuviera el mismo significado que para las personas que dejaron su vida en ese lugar.
Hans pensaba en la Sra. Heinemman, a quien el Alzheimer le arrebató la posibilidad de darse cuenta que de verdad -cuando pudo volver- era su hija, quien durante un tiempo la acompañaba de regreso a casa.
20 años después y parado sobre la línea de adoquin que atravesaba todo Berlín, (delimitando la zona donde alguna vez existió "El Muro"), Hans recordaba cuando en esa época de guía turístico, a él le gustaba mucho preguntarle a los visitantes ¿Qué sentían o que emoción les producía todo eso al estar ahí?...
Al igual que muchos turistas, Hans conservaba en su casa un pedazo de "Muro", pero más que un recuerdo físico de un lugar que se ha visitado; él lo conservaba como un pedazo que encerraba la historia de su familia y aunque estaba consciente de que tras la caída de El Muro, como efecto dominó (a excepción de Cuba), comenzaron a desaparecer los países que un día creyeron en la "Utopía Comunista"... Pero a pesar de eso, todavía en pleno Siglo XXI seguían existiendo muros en otras partes del mundo: México - Eu, coreas, Chipre, Israel-Palestina, etc...
Pero bueno... Esa era parte de otra historia... Para él, su realidad ahora era esa, y de cuando en cuando le gustaba llevar ese pedazo de roca en el bolsillo como objeto que servía para recordarle una parte de su pasado y algo que no debió pasar jamás...
-Miguel Mateos-
Tirar los muros abajo
hacerlos mil pedazos
Tirar los muros abajo
poner de moda la libertad...
Hoy miles de almas
se hacen el amor en Berlín
invaden las calles
todas con un solo fin...
Cambiar de una vez
la historia del mundo
para ver mejor el 2000...
Tirar los muros abajo
hacerlos mil pedazos
Tirar los muros abajo
poner de moda la libertad...
No es la guerra fría
ni la explotación brutal
no es ser comunista
ni amar el capital...
Es sólo cuestión
de verse otra vez,
tocarse, hablarse y después...
Tirar los muros abajo,
hacerlos mil pedazos
Tirar los muros abajo
poner de moda la libertad...
Hay mucha gente que no sabe o dice que no comprende cuál es la gran diferencia entre el mundo libre y el mundo comunista. Díganles que vengan a Berlín.
Comments
Tengo tanto que decir, y a la vez no quiero, porque pienso en mi país, que si bien nunca tuvo un muro gracias a Dios, el domingo puede tener un presidente asesino, terrorista, delincuente, y no sé que otras cosas decir sobre este tipo que puede representar a mí querido país, de sólo pensarlo me da verguenza, ayyyyyyyyyyy por eso ya no comento nada porque todo esto me hizo recordar ciertas cosas que parece los Uruguayos se han olvidado, pero en fin...
Como siempre te digo tu forma de contar es maravillosa, hasta cuando hablas de cosas triste lo haces de una forma tan respetuosa, cuidada, y con mucho trabajo.
Te dejo un abrazote!