Imagina que puedes viajar en el tiempo... Es el año 2007 y ahora imagina que eres un periodista en busca de una de las varias notas que tienes que entregar ya editadas en el transcurso de la semana, para publicar en el periódico para el cual trabajas.
Sales temprano de casa, estás en Varsovia y de pronto en el cerebro se te iluminan las ideas, porque entonces se te ocurre que en una casa-estancia para personas de la tercera edad, la gente que se encuentra ahí, (y por cierto ha vivido mucho), seguramente tendrá una historia interesante que tú puedes contar.
De camino ahí casi, casi visualizas la nota impresa en la primer página y a ocho columnas, tu experiencia en el campo editorial te lleva a empezar a esquemar y anotar mentalmente las primeras ideas y quizá hasta el título que llevará tu reportaje... Lo que no imaginas es que en ese afán de encontrar una historia distinta para contar, el sorprendido vas a ser tú.
Llegas puntual a la casa estancia, y después de saludar a la directora, una de sus colaboradoras cercanas se ofrece a acompañarte en un recorrido por las instalaciones de esa casa de descanso, en el que a medida que vas recorriendo, y aunque todavía no tienes una idea en concreto de que es exactamente lo que buscas (vas más bien con los sentidos muy abiertos y con el instinto de reportero que te permita detectar algo que te pueda sorprender); es en ese recorrido como encuentras ancianos de todo tipo.
Algunos son huraños y callados, otros alegres y bulliciosos... Los hay los que parecen que después de haberse cansado de vivir y de ser adultos, se convierten de nuevo en niños.... Algunos te saludan y te sonríen aunque no te conozcan; otros se encuentran demasiado inmersos en la elaboración de figuras de origami, y de pronto te detiene un abuelito solitario sentado sobre una plancha de cemento que es uno de los pocos lugares cálidos e iluminados en el exterior por los rayos solares, en una fría mañana de otoño.
Lo primero que llama tu atención de aquel hombre es que, aunque físicamente se sabe de su presencia porque ahí se encuentra; parece que hace mucho tiempo el mundo dejó de importarle a tal grado que se encerró en si mismo para siempre.
Detienes tu marcha y te inclinas para observarlo un poco más de cerca, le tomas las manos y las sientes cálidas, y aunque su mirada está perdida por completo en la distancia y clavada en algo que tu ni siquiera consigues definir ¿Qué es?; la trabajadora de ese centro te hace saber que lleva muchos años en ese estado, que es una persona que recibe pocas visitas y su ensimismamiento tiene un nombre: "autismo"...
El reflejo cristalino de sus ojos te evidencía una infinita tristeza, y te preguntas: ¿qué habrá sucedido para que haya terminado así?... La intuición te hace saber que ahí esta la nota que buscas y es sólo cuestión de escarbar un poco en el pasado cercano y también distante de su presente; pero si algo fascinante tiene la vida de un reportero, es precisamente eso, que cuando se enfoca a buscar algo, en el camino puede encontrar algo que no se esperaba también...
Sentado casi en el suelo para estar a la altura de ese hombre indiferente al mundo que le rodea; un insistente aroma (resultado de la fragancia de distintos tipos de flores), distrae tus sentidos por un momento y te obliga desde el lugar en donde estás a alzar la cabeza y la vista para averiguar de dónde proviene...
Es desde ahí, que a través de dos portezuelas abiertas, descubres que el pasillo que se encuentra justo frente a donde tú estás, conduce a una habitación de la que además del aroma floral, varias personas entran y salen... Te incorporas, le das un leve apretón de manos al "abuelo autista", (como en señal de despedida) y a pesar de que él ni siquiera lo sienta... Y luego de que la trabajadora también se disculpa contigo por tenerse que retirar para ir a atender unos asuntos pendientes; tú decides aventurarte y averiguar cómo es esa persona de la tercera edad que ocupa esa habitación.
A medida que te acercas y ya a unos cuantos metros, la puerta entreabierta te revela un mueble repleto de fotografías y ramos de flores que se amontonan por todas partes (de ahí la insistente fragancia a flores); pero no es eso lo que te atrae hasta ahí, sino el hecho de descubrir que de esa habitación las personas salen con una sonrisa o con lágrimas en los ojos, algunos más entusiasmados, visualizando juntos mientras caminan las fotos ya grabadas en la memoria de su cámara, pero es sobre todo la diversidad de reacciones tan distintas, lo que te desconcierta y llama toda tu atención.
Decides no quedarte con la duda, y tus pasos te llevan hasta el umbral que divide el exterior de esa habitación tan concurrida. Te recargas en el marco de la entrada como esperando tu turno y en el fondo del cuarto, y muy cerca de la ventana que ilumina cada objeto y hace que los ramos de flores adquieran un mayor colorido, descubres la figura de una mujer anciana, que sentada sobre una silla de ruedas, al descubrirte sonríe, mientras tú no te has dado cuenta que le correspondes también con una sonrisa, mientras la ternura te invade el corazón y el alma por completo.
Esa simpatía idílica se ve interrumpida de pronto, por una mujer también un poco mayor que se presenta ante tí como Janina, la hija al cuidado de Irena Sendler, que es el nombre de esa simpática abuela que a pesar de notarse visiblemente cansada, no deja de sonreír.
Los periodistas nunca "pasan desapercibidos", y acostumbrada a recibir visitas de todo tipo: estudiantes, familias, niños, etc. Janina supone que eres un periodista más, interesado en conocer la historia de su madre...
Con toda cordialidad te invita a tomar asiento y mientras te va narrando uno a uno los episodios en la vida pasada de Irena, (bajo la advertencia de que quienes llegan a conocer a fondo su historia y la visitan pueden terminar llorando), la misma Irena replica desde su silla de ruedas y con un débil hilito de voz que se escapa a través de la ventana dice que: "ella no hizo nada especial, sólo lo que debía y nada más".
Después de permanecer y escuchar ahí durante un buen rato, entiendes por fin a que se deben tantas visitas, pero sobre todo las reacciones de toda esa gente, una vez que ya ha salido de ahí.
El sonido repentino del botón de tu grabadora, (y que indica que el cassete con la cinta magnetofónica en la que estabas grabando toda la conversación se ha agotado); te devuelve a la realidad de tajo y logra desprender tu mirada absorta por completo dentro de esa imagen enmarcada con la figura de una enfermera, en la cual permaneciste durante todo el tiempo en que Janina te describió minuciosamente el pasado.
Mientras te inquieta y hasta cierto punto te incomoda el darte cuenta que el tiempo se te pasó sin sentirlo, decides que es tiempo de agradecer las atenciones brindadas a tu visita, para una vez que lo has hecho, despedirte con la misma cordialidad que fuiste recibido, para luego partir.
La tarde ha caído, y el resto del día se te evapora en el camino de regreso. Afuera, en Varsovia, por primera vez en muchos días, el frío es tolerable, pero después de salir de la casa estancia, nada de lo que sucede a tu alrededor parece más importante que tus pensamientos.
Viajas a casa en el metro repleto de gente y en la última parte del día -una vez que ya estás en casa y a punto de dormirte-, echas un vistazo final a la noche estrellada que se queda afuera cuando corres la cortina de la ventana para cerrarla, antes de dormir.
Tus ojos se cierran, pero a través de tus párpados, la fotografía con la imagen de aquella enfermera sigue tan nítida y fresca como en el instante mismo en que la estabas viendo... Comienzas a soñar una vez más... O quizá a viajar de nuevo a través del tiempo y del espacio....
Amanece antes de lo que creías... Otra vez hace frío y mientras vas por la calle encontrando a tu paso gente que lleva dibujada una expresión de miedo en sus rostros; lleva al mismo tiempo de la mano a sus hijos y los que no, van aferrándose como en una especie de abrazo a sus pocas y valiosas pertenencias.
Te das cuenta que algo no está bien y lo corroboras al encontrar más adelante camiones repletos de soldados que van y vienen de un lado a otro, apresurando casi a gritos a los numerosos grupos de personas que en contraste con la Svástica en colores rojo y negro que llevan adherida sobre una de las mangas de su uniforme; toda esa gente a la que apresuran e intimidan, lleva con silencioso orgullo, un pedazo de tela blanca con el dibujo de una Estrella de David.
En esa mañana de invierno, el miedo se percibe en el aire... Y justo cuando caes en la cuenta de que te encuentras en Polonia, tus pensamientos son interrumpidos, cuando por la acera de enfrente y de reojo, ves pasar una figura que llama poderosamente tu atención.
Es una mujer muy joven, que a pesar de caminar con paso apresurado, voltea hacia ti en el punto en que de un extremo a otro de la calle, tu destino con el de ella se cruza en un punto paralelo.
Es apenas un instante el que has podido verla, pero ha sido la cantidad de tiempo suficiente para darte cuenta que en su mirada hay mucha dulzura... Te ves tentado a cruzar la calle para con cualquier pretexto hablarle, pero la premura con que se aleja te hace saber que entre toda esa gente que va y viene, su único objetivo es precisamente ese: pasar desapercibida.
Es tanto lo que te intriga, que con el paso de los días comienzas a seguirla a la distancia y sin que ella se de cuenta. En ese lapso descubres que es enfermera de profesión, y que sin importar que vaya a pie o en auto, siempre viaja acompañada de un perro, y religiosamente, sin fallar ni un solo día, desde temprano va y viene a uno de los tantos Guetos que han sido sellados por los alemanes y que por esa razón no es para nadie un secreto todo lo que se puede encontrar en ese lugar.
Irena Sendler (en medio) con su amiga Irena Shultz (a la izq).
Aunque todo parece manejarse con un meticuloso hermetismo, tu condición de periodista te permite averiguar y enterarte siempre de lo que nadie se imagina... Es así como descubres que esta joven mujer que comenzó su labor como trabajadora social del ayuntamiento de Varsovia y activista del Partido Socialista Polaco, lejos de ser una simpatizante de izquierda, tuvo desde siempre más arraigado el sentido de velar por el bienestar de los huérfanos y ancianos... Valor que aprendió de su padre, cuando tan sólo tenía 7 años.
Por esa razón, cuando Alemania invadió Polonia, la labor de esta joven mujer llamada Irena Sendler se volvió todavía más indispensable y necesaria en los comedores sociales en los que también se entregaban ropas y dinero a las familias judías, inscribiéndolas con nombres católicos falsos para evitar que murieran a manos de los soldados alemanes.
En ese punto de su vida en que tú ya la has conocido y la has estado siguiendo durante días, te das cuenta de que Irena es ya toda una experta en el arte del engaño, pues hurgando un poco en las reglas tan estrictas que predominan en ese presente inmediato que has estado conociendo, te das cuenta que aprovechando su condición de enfermera, ella ha logrado obtener un par de permisos sanitarios del Departamento de Control Epidemiológico, por parte de la municipalidad de Varsovia; lo cual le permite entrar y salir de manera legal del ghetto, con el pretexto de inspeccionar las condiciones sanitarias que predominan en ese lugar.
Al principio comenzó su silenciosa rutina ella sola, pero en el camino fue encontrando "cómplices" que la han ayudado a cumplir con su trabajo: los activistas clandestinos y además Irena Shultz, otra enfermera que además de ser su mejor amiga, comparte con ella la misma forma de pensar acerca de las atrocidades que se cometen en los campos de concentración Nazi.
Los soldados alemanes le tienen pavor a las epidemias, lo cual resulta una ventaja de oro para Sendler... ¿pero aún así te preguntas cómo le hará?... Te queda muy claro que su labor tiene un doble trasfondo, sobre todo en un área de la ciudad franqueada por un muro y en el que se rumora la gente está muriendo por algo más que inanición y enfermedades.
Todas las noches, al volver a tu escondite te preguntas lo mismo... ¿cómo le hará esa enfermera para poder ayudar a tanta gente?, ¿qué será de las mujeres, ancianos, hombres y niños cuando ella se enferma?...
Pues si bien es cierto que su labor es extenuante, Irena es un ser humano también y llegas a creer que entiendes un poco todo lo que ella siente, cuando te das cuenta que por un sólo día que ella deje de asistir al ghetto (con el pretexto de llevar medicina y alimentos), quizá varias personas podrían perder esa oportunidad que marca la diferencia entre morir y sobrevivir.
Decides arriesgarte y seguirla un poco más de cerca... Y es entonces cuando esa cercanía comienza a develarte que cualquier elemento que se tenga a la mano puede convertirse en una ruta de escape...
Apoyada en la clandestinidad, descubres que la caja de herramientas que lleva siempre resguardada en la cajuela de su auto sirve para esconder bebés, al igual que un costal de tamaño grande que siempre carga consigo... A pesar de que no entiendes nada el idioma que ellos hablan, no es necesario que tengas que hacerlo, pues oculto en algún lugar, sabes que no es necesario entender lo que dicen, pues el sufrimiento de las madres, al desprenderse de sus hijos, para ponerlos en manos de Irena no necesita de ninguna traducción.
Atestiguas todo y oculto desde algún punto, te parte en dos el que muchas de esas madres le piden a Irena, (mientras ponen a sus hijos en sus manos), que por favor les prometa que si se van con ella vivirán... Pero eso es algo difícil de predecir... Irena ni siquiera sabe si podrá sacarlos del guetto sin ser descubierta, y aunque entiende de su dolor, porque ella también es madre, se limita a mirarlas y con su propia expresión lo revela todo....
Ahora que sabes que bajo ese uniforme de enfermera se oculta una mujer de buen corazón que arriesga su vida para pasar a los niños judíos a la parte "aria" de la ciudad; todo comienza a cobrar un mayor sentido... Entiendes el porque de tantas vueltas, de ir y venir a diario, el porque de tantas herramientas al entrar y salir del guetto, pero sobre todo "te cae el 20" de todos esos niños que entran por una puerta de la iglesia y al salir por otra, no sólo tienen un nuevo nombre diferente, sino que han dejado de ser judíos y la religión católica en este punto les regala la posibilidad de vivir.
El perro que la acompaña siempre, está entrenado y distrae con sus ladridos a los soldados alemanes... Su objetivo es "disfrazar" y "ocultar" cualquier ruido provocado por el llanto de un niño, mientras Irena se vale de todo lo inimaginable para sacarlos del ghetto... Maletas, ataúdes, restos de basura -y en los días en que su audacia está por encima del miedo a ser descubierta- los conduce hacia la salida de ese lugar donde el infierno se experimenta en vida, argumentando con gran simpleza que son enfermos de males muy contagiosos.
Ese tiempo en Varsovia, te hace saber que si para ti (que eres periodista) cada día resulta una apuesta a lo incierto; para ella es como jugar a "la ruleta rusa" con una pistola totalmente cargada... Su forma de andar tan de prisa, y lo escurridizo de su mirada que aún entre tanta miseria humana refleja ternura, te hace saber que sí, Irena tiene miedo, pero no puede permitirse que este la domine y más allá de todo lo que hace, has descubierto que cada vez que ella logra sacar con vida a un niño de un campo de concentración, anota minuciosamente su verdadero nombre y los datos de sus padres en una lista que luego de quedar impresa en un papel, ella guarda adentro de botes y frascos de conserva, que luego entierra al pie de un gran manzano, en el jardín de su vecino.
Un escalofrío te recorre la espina dorsal cuando piensas en lo que puede suceder si llega a ser descubierta... Hasta ahora todo ha salido bien, pero sabes que cualquier indicio que levante una sospecha puede costarle la vida a "Jolantla", nombre falso con el que también es conocida por los niños que son atendidos por el consejo para la ayuda de judíos (ZEGOTA), organización de la que ella es directora y que obviamente sólo puede existir en la clandestinidad...
La verdad siempre sale a la luz, y un día tus temores se vuelven ciertos... No vuelves a ver pasar por la calle de siempre a Irena, la esperas al caer la tarde, y el no haberla visto durante gran parte del día, te hace imaginar cosas terribles y sobre todo temer, a que haya podido pasarle lo peor...
Han pasado ya 4 meses desde que el ghetto de Varsovia ha sido destruído por completo, es el 20 de octubre de 1943 y se rumora que Irena ha sido arrestada... Nadie sabe nada de ella, pero lo más seguro es que haya sido enviada a la prisión de Pawlak (también en Varsovia) y es muy probable que estando ahí no vaya a ser tratada con mucha "cordialidad"... De los soldados alemanes todo, absolutamente todo se puede esperar...
Prisión Pawlak en Varsovia.
Las cosas que se cuentan de ese lugar son terribles... y a los pocos días te enteras de que Irena fue condenada a muerte y nunca más nadie la volvió a ver...
El despertador suena y despiertas sobresaltado... Hay algo que no encaja en todo esto y te preguntas si la anciana de la casa de descanso es en realidad quien dice ser... No puedes quedarte con la duda y vuelves a primera hora del día a ese lugar a buscarla, quieres descubrir toda la verdad, pero en contraste con esa alegría que ella irradia junto a esos girasoles amarillos que le has regalado en esa visita, tu corazón se llena de tristeza y admiración cuando de voz de su propia hija conoces la parte de la historia que quedó sin completar.
La razón por la cual Irena permanece aún con vida es muy simple... Efectivamente fue condenada a muerte por la Gestapo, pero camino al patíbulo un soldado alemán la sacó del pabellón para un interrogatorio, pero en realidad la llevó hasta la puerta y ahí la dejó escapar.
Pero la libertad también tuvo su precio... Irena no sólo tuvo que aprender a vivir atada a una silla de ruedas como consecuencia de los golpes que recibió por no querer revelar el lugar donde ocultó las listas con las identidades reales de más de 2,500 niños que fueron salvados de morir en las cámaras de gas... *Y se dice que en su celda tenía una estampa con la imagen de "La Divina Misericordia" con la leyenda: "Jesús en ti confío"
Aunque en las listas oficiales figuraba como ejecutada, en realidad permaneció escondida hasta el final de la guerra como activista de la resistencia y bajo esa identidad oculta no pudo tampoco asistir al funeral de su madre (pues se rumoraba que en esa época la Gestapo aún seguía buscándola).
Cuando la guerra terminó, se desenterraron los botes y frascos escondidos bajo el manzano y todos esos niños, a pesar de que recuperaron sus verdaderos nombres y pasados olvidados, no pudieron ya hacer nada, puesto que la mayoría de sus padres habían sido ya asesinados en los distintos campos de concentración.
Tras los nazis llegó el comunismo y la historia de Irena Sendler quedó olvidada y empolvada... Ella que ya tenía dos hijos, volvió a ser una humilde trabajadora social que nunca contó a nadie nada de su pasado ni de las cosas que vió durante la invasión del ejército alemán.
La historia a veces suele ser muy injusta, y mientras la vida de personas como Oscar Shindler es conocida por todo mundo, la bondad y la heroicidad de Irena Sendler no quedó al descubierto hasta que un grupo de estudiantes de Kansas conocieron su historia y montaron una escenificación teatral de su vida, pero al indagar un poco sobre su pasado, y buscando una tumba, se dieron cuenta que esta no existía por una sencilla razón: ¡no estaba muerta!!!
La vida, (e insisto que también la historia) es muy irónica e injusta muchas veces... Pues a pesar de tantas visitas, del título "Justa entre las naciones" y de varios premios como "La Órden del Águila Blanca" (la distinción más alta que otorga el gobierno de Polonia a un civil), lo que tu no sabes es que en un futuro no muy lejano, cuando Irena Sendler sea nominada para recibir el premio nobel de la paz, este será otorgado a Al Gore, por la simple audacia de presentar unas cuantas diapositivas del calentamiento global.
Falta un tiempo todavía para eso, pero en esa tarde en Varsovia, mientras en un instante a solas ves como el sueño profundo de quienes tienen la conciencia y el corazón tranquilo se apodera de Irena, piensas en dos cosas muy simples....
1. La guerra puede dejar al descubierto la peor parte que tenemos como seres humanos, pero también hacer más visible en medio de tanta podredumbre, valores casi extintos como la esperanza, el amor y la fe...
2. En el espacio exterior, circula desde hace varias décadas un mensaje que habla de la paz entre los hombres y las civilizaciones, pero la realidad es que tiene mayor relevancia cuando alguien como "Jollantla", "El Ángel del Ghetto" (como también se le conoce a Irena Sendler), viene a demostrar que pesan más las acciones frente a las palabras.
Irena falleció el 12 de Mayo del 2008 en Varsovia, a los 98 años de edad y en su honor fue plantado un árbol que actualmente se encuentra en la entrada de la avenida de "Los Justos de las Naciones".
* La estampa con la imagen de "La Divina Misericordia", Irena la conservó hasta 1979, año en que se la regaló al Papa Juan Pablo II.
"La gente se divide entre buenos y malos sólo por sus actos, no por sus posesiones materiales", "La razón por la cual rescaté a los niños, tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su religión o nacionalidad".
-Irena Sendler-
Comments
Me emocioné mucho con la vida de esta gran señora, y maravilloso ser humano.
A pesar que los tiempos han cambiado lamentablemente la guerra sigue instalada en diferentes puntos del planeta, y yo se que hay muchos héroes escondidos, esos que cada día regalan un acto solidario sin pretenciones, reconocimientos y premios, mientras existan personas como Irena, que hacen de sus vidas un acto sublime como lo es la solidaridad, y el verdadero significado de dar. Con seres así uno se llena de esperanza y vuelve a creer que no todo está perdido.
Me voy con un suspiro, mezcla de nostalgia, tristeza, emoción, admiración, respeto, y tantas otras cosas que me inspiraste con este post.
Gracias, gracias, gracias, muchas personas necesitan conocer estas historias para que de una vez por todas dejen de quejarse por tonterías, es así, afuera todo se parte en dos y una persona se queja porque se le rompió su plasma, ay dios! que pobreza de espíritu.
Te dejo un abrazototototote y no olvides que te quiero mucho.
Yo tampoco conocía de Irena Sendler hasta hace 12 días atrás, fecha cuando fue su aniversario luctuoso.
Cuando uno piensa en la Alemania Nazi y en las diversas historias de atrocidades cometidas en los campos de exterminio, siempre, el primer personaje que te viene a la mente es Oscar Shindler, pero la historia -tal y como lo dije en el post- es muy injusta y la labor de Irena pasó desapercibida para muchos de nosotros, por eso hay que rescatarla y aunque a ella nunca le gustó ser reconocida en vida, si hay que tomar como ejemplo su labor porque en la actualidad hacen falta muchas personas como ella.
Gracias por pasar.
VANE:
Yo sabía que a ti te iba a gustar esta historia y en el fondo pensé mucho en ti a la hora de redactarla, el espíritu de Irena me dice tanto de alguien que conozco y que siempre quiere ayudar, que fue prácticamente imposible no ponerse a pensar en todo eso.
Creo que cuando tu seas una abuelita, serás un poco como ella.
Yo también te quiero mucho a ti.
P.D. No entendí lo del plasma.
Siempre he pensado que provengo de esa época porque me gusta mucho leer sobre el holocausto y las historias de horror y de amor!!
un abrazo!
Ojala hubiera muchas Irenas en nuestra ciudad. Que hermoso post Martha, hermosisimo
aki andamos siempre presentes...
saludos!
erika fabela