El Primer Día de Muchos Otros Días.
Viernes 7 de Enero, 2011.
Hoy es el primer día de muchos otros días. Estoy sola con mis pensamientos, con los cuales, en esta última etapa más reciente de mi vida, he estado conviviendo, tratando de escuchar sin ignorarlos, para dejarlos que se expresen, pero dentro de esa misma libertad, con la intención de que esos mismos pensamientos no invadan mi espacio, ni tampoco me hagan daño o me lastimen.
Hoy por ejemplo, me desperté pensando en que mi corazón necesita de un suspiro que lo haga sentir y latir vivo; de una manta bordada con hilo de ilusiones, que me permita envolverlo en estos meses de intenso frío, y en los que en el camino (desde hace un buen rato ya), no se visualiza nadie que se acerque, y por lo tanto no hay un par de manos (que no sean las mías); las que lo cuiden y lo envuelvan cuando tenga frío.
En este primer día que he comenzado de nuevo sola, la nostalgia me ha estado insistiendo desde el primer instante en que abrí los ojos a la claridad de la mañana, y de un sol que por más que lo ha intentado, no ha podido ser ni siquiera tibio.
Ese sentimiento tan sombrío, vestido como siempre de tonalidades grises, intentó durante todo el día llegar a sentarse en un rincón de mi alma, y para convencerme me ofreció su compañía... Intentó seducirme con los recuerdos de este mismo día, pero en otro espacio y tiempo; me regaló la sensación de un beso y la cercanía de alguien que se quedó en el pasado, y la sonrisa y alegría de un ser muy especial, jugando bajo la luminosidad de la luna y los fuegos artificiales en un país donde el fin de ciclo se recibe siempre bajo el calor incipiente de verano.
A pesar de que su ofrecimiento era muy tentador, y su mano parecía muy confiable y cálida mientras permanecía ante mi extendida, hoy no tenía nada de ganas de sentarme en el sillón para volver a ver de nuevo esa proyección.
Estuve sola sí, la melancolía tuvo razón cuando salió enfurecida dando un portazo y vociferando que sin ella yo no tengo nada más que mis recuerdos; y creo que tiene razón, pero hace poco tiempo apenas me di cuenta de que ya perdí gran parte de mi vida inmersa en todo eso, y tampoco obtuve nada bueno.
Hoy tenía más ganas de estar conmigo misma en silencio para ver que descubría.
Tenía ganas de hablar con Dios para preguntarle: ¿Ahora qué sigue? ¿y qué es lo que en verdad quiere que haga yo aquí?
Como era de esperarse, Él no me respondió... Pero ahora lo dudo un poco, porque de la nada, en medio de todos estos pensamientos para nadie, surgió un pequeño destello de esperanza que me hizo imaginar y preguntarme: ¿y si esto fuera sólo el comienzo? ¿qué harías si este fuera un día menos?, si fuera una página más que le arrancas al calendario que va marcando los días y el paso del tiempo que falta para encontrarte en el camino con alguien especial, que ya se va a quedar en tu vida, para permanecer ahí -porque de verdad quiere estar- en el lapso de tiempo que dura la existencia.
Quizá suena a mero idealismo, pero la sola posibilidad de contemplarlo me hizo estremecer...
¿Qué haría hoy si mi vida se encontrara en ese punto?, el tiempo y la vida me parecieron insuficientes para prepararme lo mejor posible hasta su llegada.
Si fuera así, hoy me vestiría como si fuera a salir de fiesta, y me armaría con mi mejor sonrisa. En los días que faltaran para nuestro encuentro, me ocuparía de recolectar a diario una historia sencilla y linda para compartirle; le guardaría un abrazo cálido para cada despedida o bienvenida breve, y millones de besos para pegar en la piel al final del día, para las madrugadas de charlas a oscuras y en silencio, o también en las que una pesadilla nos haga despertar con miedo; además de todos aquellos besos que también se guardan durante las conversaciones telefónicas, y se reservan para darlos hasta en el lapso de tiempo que se lleva a cabo otro encuentro.
No sé si hoy yo esté en ese punto. Es el primer día de un nuevo ciclo, pero me encantó la idea de imaginarlo.
Díos sigue escuchándome en silencio, y no me dice que será lo que me espera, pero hoy yo confío en Él, y por ende en todo cuanto es incierto, y por eso a diferencia de otras veces, ya no me desespero ni me enojo con Él por no responder cuando mi impaciencia le exige que me hable.
Tan sólo, me limito a pedirle que se quede y me haga compañía en lo que el presente se aclara y se define, y le muestro para compartirle lo que he empezado a escribir sobre la noche de siete lunas atrás.
Con sus ojos Él recorre las líneas que le cuentan, la historia de una mujer viajando de madrugada con los pies helados y las manos demasiado frías.
En la escena que le describo por medio de letras y palabras, ella va conversando con su padre, mientras los dos están en busca de un camino, a través de una carretera alejada y desierta donde debe ubicarse un punto que no saben donde está, ni tampoco qué será lo que ahí les espera.
Mientras atraviesan por lugares donde las casas lucen silenciosas, (porque todas las familias se resguardan dentro); en su mirada, ella va guardando las imágenes de una montaña que se extiende sobre el límite que abarca el horizonte; y la claridad de un cielo rojo que habla de que una madrugada más se ha ido, aunque el frío que cala hasta los huesos, todavía haya decidido quedarse un poco más aquí.
No son recuerdos, ni tampoco historias especiales para compartirse; pero ojalá que algún día le puedan servir a alguien que quizá este solo, y que al igual que yo no haya tenido la suerte o el destino trazado para caminar por el mismo sendero que atraviesan todos; pero que al contar con un respiro en el alma; los recuerdos de todo lo que viva y todo lo que aprenda; siempre le recuerde que no necesita de mucho, si lo esencial y más valioso lo lleva por dentro del disfraz...
Hoy es el primer día de muchos otros días... Lo que pasó ayer ya no cuenta, ni se cambia... Hoy alguna sorpresa habrá escondida en el camino y sólo por eso vale la pena salir a averiguar... Aunque no suceda nada, alguna historia con final distinto, quizá pueda encontrar.
Comments
Me gusta mucho cuando escribes con esa nostalgia que al mismo tiempo está llena de esperanza y fe.
No sé si sea fe, porque en ese sentido conozco por ejemplo una persona muy cercana, cuya fe es impresionante por ser inquebrantable. Lo mío fue escribir de una manera muy honesta y desde adentro; y lo único que pretendía el día que escribí esto, era nada más confiar y decir que yo aunque no sepa lo que va a pasar, no quiero dejar de creer ni confiar.
No sé quien seas, pero se agradece mucho tu visita y comentario.
Te quiero mucho!