50 Días (Día 40).

Algo muy parecido a esto fue lo que vi, sólo que de noche.

Anoche desperté otra vez a las 2:30 de la madrugada, pero en un intento por sacarle la vuelta a la nostalgia, me salí a contemplar un rato las estrellas, que a esa hora siempre se ven mucho mejor.

En el instante cuando me senté sobre esa alargada tabla de madera, el cielo no tenía estrellas, tampoco era hora de sonidos y las luces centellantes de aviones, que con su paso sobre el cielo oscuro y silencioso, me llevan a soñar despierta... A imaginar historias que terminan en lugares muy lejanos, pero a cambio de todo eso, el cielo me regaló de noche, algo que no pude captar con imágenes digitales; pero tenía que atrapar aunque fuera por medio de letras: para que no se pierda entre el montón de cosas que son intrascendentes.

Hace apenas muy poco, aprendí a identificar como son las nubes iridiscentes. De noche, tenía una de ellas frente a mis ojos; pero era muy especial, porque a pesar de la oscuridad del cielo; esta nube se veía demasiado blanca y resplandeciente; como si tuviera su propia luz.

Pero lo mágico fue que en el extremo final de esa nube que parecía enorme e interminable, con sus brazos aterciopelados abrazaba a una luna llena muy blanca y redonda.

No sé si estaba contenta apenas después de1 día, en que se había vestido de eclipse; pero a cambio de ese abrazo, la luna le regaló a la nube iridiscente un poco de su luz.

Fue hermoso verlas juntas, porque la nube iridiscente se pintó de pronto en esa área con colores... Era como si de noche el arcoiris se le hubiera ocurrido de pronto aparecer.

Y las historias y recuerdos de la gente que viaja sobre el aire, desafiando a la distancia y al tiempo, se transformó  en unas inmensas ganas de correr por papel y pluma para escribir en el presente una carta a futuro, donde una imagen como esa sea eterna y permanente.

En esta colección de días y momentos, todas las cosas que valen la pena las he ido encontrando en el camino a plena luz del día, creo que esta es la primera vez que la noche me regala algo valioso y eso es quizá una señal de que cuando menos te lo esperas, y por muy incierto que sea el presente, la vida siempre de alguna forma, te vuelve a sorprender.

Comments

Definitivamente fue un regalo, y de esos que no tienen un valor monetario, pero a nivel espiritual y para el recuerdo no tiene precio.

Así me pasó a mí cuando vi por primera vez un Halo
Martiuks said…
Sí yo también creo que así fue y ese tipo de cosas, tú sabes mejor que nadie llenan mucho y valen mucho más que cualquier objeto material.

Siempre que veo un Halo en alguna fotografía, siempre me acuerdo de ti.

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