El Fulgor de La Batalla.
Una tarde de viernes volvimos 101 años en el tiempo... A los días de mayo cuando en medio de un verano tan infernal como el que parece repetirse más de 100 estaciones después, el corte de suministro de agua y el fuego cruzado fueron factor determinante para que las tropas comandadas por 3 hombres: Francisco Villa, Pepino Garibaldi y Pascual Orozco rindieran la ciudad.
Apenas un par de años antes, esas calles y ese mismo edificio se vistieron de gala para recibir a un mandatario extranjero. Las condecoraciones y la gallardía del traje militar de un General que a principios del Siglo XX se esforzaba por demostrar que México era un país que a pesar de sus problemas estaba avanzando y se abría al modernismo, no concordaba para nada con las condiciones de pobreza extrema en las que vivía mucha gente que se encontraba a unos cuantos pasos de ese mismo lugar, caminando entre las sólidas columnas que sostenían aquellas águilas doradas que adornaban la avenida.
Dos días de fuego cruzado en medio del desierto fueron suficientes para poner fin a un gobierno de más de 30 años. El lenguaje de las balas pudo mucho más que las buenas intenciones y el deseo pacifísta de Francisco I. Madero, un empresario coahuilense, quien desde una "casa de adobe" pretendía arreglar las cosas, llegar a un acuerdo sin tener que detonar ninguna arma...
A un siglo de distancia, hoy sabemos que esa batalla marcó el inicio de una nueva página en la historia de un país y a pesar de que ya se ha disipado el humo de las armas y la polvareda que se elevó como nube con la revuelta de los cañones y tantos jinetes a caballo; en los muros de ese edificio histórico que a través de unos fantasmas en este espacio hemos ido conociendo, sabemos también que todavía hay tantas imágenes y voces pendientes de revelarse.
Esa tarde de mayo, la historia de esos días surgió desde otra perspectiva, gracias a la magia de quienes en el pasado se tomaron el tiempo para escribir la historia, y en el presente hubo también, quienes se encargaron de interpretarla. Es por eso que hoy sabemos y llegaron hasta nosotros en esa tarde calurosa, los ecos de todo lo que pasó en otro tiempo durante "El Fulgor de La Batalla".
Apenas un par de años antes, esas calles y ese mismo edificio se vistieron de gala para recibir a un mandatario extranjero. Las condecoraciones y la gallardía del traje militar de un General que a principios del Siglo XX se esforzaba por demostrar que México era un país que a pesar de sus problemas estaba avanzando y se abría al modernismo, no concordaba para nada con las condiciones de pobreza extrema en las que vivía mucha gente que se encontraba a unos cuantos pasos de ese mismo lugar, caminando entre las sólidas columnas que sostenían aquellas águilas doradas que adornaban la avenida.
Dos días de fuego cruzado en medio del desierto fueron suficientes para poner fin a un gobierno de más de 30 años. El lenguaje de las balas pudo mucho más que las buenas intenciones y el deseo pacifísta de Francisco I. Madero, un empresario coahuilense, quien desde una "casa de adobe" pretendía arreglar las cosas, llegar a un acuerdo sin tener que detonar ninguna arma...
A un siglo de distancia, hoy sabemos que esa batalla marcó el inicio de una nueva página en la historia de un país y a pesar de que ya se ha disipado el humo de las armas y la polvareda que se elevó como nube con la revuelta de los cañones y tantos jinetes a caballo; en los muros de ese edificio histórico que a través de unos fantasmas en este espacio hemos ido conociendo, sabemos también que todavía hay tantas imágenes y voces pendientes de revelarse.
Esa tarde de mayo, la historia de esos días surgió desde otra perspectiva, gracias a la magia de quienes en el pasado se tomaron el tiempo para escribir la historia, y en el presente hubo también, quienes se encargaron de interpretarla. Es por eso que hoy sabemos y llegaron hasta nosotros en esa tarde calurosa, los ecos de todo lo que pasó en otro tiempo durante "El Fulgor de La Batalla".
En pleno Siglo XXI, las calles volvieron a lucir como hace 101 años atrás.
La Casa de Adobe, sede de las negociaciones entre Fco. I Madero y el representante del Gobierno Federal.
Fotógrafos de principios de siglo.
Así debió ser la imagen de un fotógrafo intentando captar una postal de un edificio que hoy es histórico en 1911.
El asfalto se cubrió y las calles volvieron a lucir como hace 100 años atrás (al fondo la Catedral de Cd. Juárez).
Peppino Garibaldi, el extranjero ante el cual se rindió el Gral. Juan N. Navarro, lo que representó el triunfo del ejército rebelde y el fin de la dictadura de Porfirio Díaz.
Intentando hacer que el caballo se inclinara.
Pero el caballo nunca se inclinó.
Los muros de este edificio han atestiguado la historia de hace un siglo.
Seguirá avanzandoo el tiempo y la gente no dejará de pasar por estas calles donde se han dado tantas historias.
Escena típica de principios de siglo.
Más escenas antes la toma de la ciudad.
No podía faltar una foto de algunos protagonistas del Fulgor de La Batalla.
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El Fulgor de La Batalla fue una representación histórica que se hizo durante el mes de mayo para conmemorar el 101 aniversario de la toma de Cd. Juárez. Durante toda la semana hubo actividades culturales para conmemorar este acontecimiento tan importante en la vida de nuestra ciudad y determinante para el curso del país en esa época, ya que fue este incidente el que provocó la caída del gobierno de Porfirio Díaz.
Este fue el segundo año consecutivo que se realizó esta recreación histórica y la producción del evento corrió a cargo del grupo de teatro Telón de Arena, quienes siempre se han caracterizado por el profesionalismo y el amor con el que han mantenido la cultura teatral en esta ciudad.
Fue un evento impresionante, muy bien montado y que para quienes tuvimos la oportunidad de presenciarlo nos erizó la piel por el realismo con el que fue realizado. Me encantó no sólo la fidelidad con la que se apegaron a la historia, sino también los elementos (como las mujeres de negro que abrieron el espectáculo y recorrieron las calles con velos negros, simbolizando la muerte y la desolación que siempre conlleva la guerra).
Ese día hubo gente invitada del consulado de Estados Unidos, y fue motivo de mucho orgullo mostrar incluso ante la gente que vive en esta ciudad, pero no tiene ningún tipo de arraigo por esta tierra tan generosa, que en una zona de la ciudad donde mucha gente tiene temor acudir; durante 3 días consecutivos y como cierre de las actividades de la celebración por la Toma de Cd. Juárez, El Fulgor de la Batalla no sólo nos permitió volver 100 años en el tiempo, sino también demostrar que Juárez, a pesar de haber sido devastada varias veces, siempre tuvo y seguirá teniendo la fuerza para sobreponerse ante cualquier adversidad.
Para quienes amamos la historia y las raíces que tenemos en medio de este desierto, el trabajo tan impresionante de Telón de Arena, sólo fue un recordatorio más de todo lo que somos y tenemos para ofrecer.
Cierro este post con dos videos: El primero es una pequeña reseña de lo que sucedió ese día en el evento y el siguiente, un making of donde aparece la gente que estuvo involucrada en la producción de "El Fulgor de La Batalla".
“En nuestro país quienes se dedican al bandidaje son los terratenientes, los rurales y los generales de Porfirio Díaz. La gente humilde como yo lucha por la justicia y por una suerte mejor”.
-Francisco Villa-
Comments
abrazo!
Fue padrísimo la verdad, ojalá el próximo año si se te haga verla, porque vale mucho la pena.
Si antes admiraba el trabajo que hace la gente de Telón de Arena, después de este proyecto me quito el sombrero, en los últimos meses han hecho cosas padrísimas y son el único grupo que como mencioné en el post, han mantenido la tradición del teatro local durante muchos años.
Gracia por compartir esto, las fotos geniales, parece que de verdad fue hace 100 años.
Un abrazote
Gracias por compartir.
Un abrazo
Un gran trabajo, tiempo y esfuerzo habrá llevado todo esto, y ese mismo tiempo, esfuerzo y trabajo es el que pusiste vos para que todos podamos estar leyendo y viendo este material.
Te quiero mucho!