Apego Emocional

Salieron de la lavadora oliendo rico y lucían como cuando estaban nuevos.

Perdí la cuenta de cuanto tiempo llevaban colocados uno junto al otro, encima de mi cama, pues tan sólo recuerdo que uno a uno fueron llegando como regalo (ya fuera de Navidad o cumpleaños), y no obstante el valor sentimental que cada uno representaba para mi, durante las últimas semanas, cada vez que tenía que quitarlos de la cama y colocarlos en otro lado a la hora de dormir, no sé que pasaba, pero de pronto me daba "cosa" verlos ahí, siendo juguetes y tan bonitos, pero sólo sirviendo como "adorno" y sin ser utilizados para lo que realmente fueron creados: Para jugar.

He de confesar que en un principio no me agradó mucho la idea, pero pensar en todo lo anterior fue el argumento que me llevó a tomar la decisión de "regalarlos", así que luego de valorar la situación, decidí quedarme sólo con "Negrita" (la muñeca que me regaló la abuelita de Iván), y al resto los mandé a la lavadora, para luego de todo un día de secado al sol, estuvieran hoy listos para irse.

El plan original era llevarlos a la estación de bomberos (donde cada año recolectan juguetes para los niños pobres), pero cambié de idea cuando recordé que Juan Tenorio (un locutor muy famosillo aquí en Cd. Juárez) como todos los años iba a hacer también su colecta.

Este locutor comenzó hace ya varios años atrás una tradición que consistía en que él se subía a la Torre de Hipermart, que es una estructura metálica (que yo creo fácil mide más de 50 metros de altura), y aunque el espacio era muy reducido, y aun con el frío tan crudo característico de estas tierras desérticas, él, todos los años y para esta época permanecía ahí durante varios días, para ayudar a los bomberos a colectar una cantidad meta de juguetes para regalar a los niños de escasos recursos el día 25.

La tradición duró varios años, hasta que Juan Tenorio fue contratado por la competencia directa de ese centro comercial y obviamente ya no pudo "subirse a la Torre" como todos los años, más eso no impidió que él continuara con su labor y aunque dejó de trabajar también para la estación radiofónica con la que originalmente empezó toda esta campaña; continuó en los siguientes años con su colecta cada Diciembre, encerrado desde la caja de trailer con otros compañeros locutores y también patrocinado por Smart, (el centro comercial que "lo bajó de la Torre"), Juan fue precursor de un "reality show" tipo "Big Brother" (que se transmite a través de un canal de TV local) y en el que Juan, junto a otros muchachos (que fueron elegidos en un casting previo), se encerraron en las instalaciones que fueron puestas en el pasillo central de una de las sucursales más importantes de ese supermercado, dando así vida a "La Casita de Navidad" y que se ha seguido realizando también y en el que obviamente gana el chavo que logra recolectar la cantidad más alta de juguetes.

Con estos antecedentes y recordando que en una ocasión cuando para la revista para la cual trabajo, se publicó una nota sobre todo esto, pero no teníamos fotos y aunque yo no lo conocía, lo llamé por teléfono y Juan, muy amable no sólo accedió a facilitarnos fotos de las que él tenía, sino que todavía se tomó la molestia de llevarlas a donde yo le indiqué, y por eso también fue que elegí llevarle mis monitos de peluche a él.

Hoy en la mañana y con todo el dolor de mi corazón abracé a mis "peluches", los subí al asiento trasero de mi carro y manejé con rumbo hacia el Parque Chamizal a la altura del recién inaugurado "Parque Extremo" un lugar que acondicionaron muy padre para andar en bici, para practicar motocross (con montañitas para brincar y toda la onda) y donde además hay una torre enorme para practicar alpinismo y rappel y es justo ahí, en la parte alta, donde este año para el XV Radiotón, Juan está instalado desde hace casi una semana con el propósito de juntar 200 mil juguetes.


A pesar de que había tráfico, y luego de esquivar en la plena entrada del parque a un señor con el carro ponchado y de que yo me pegué un susto porque la palanca para prender las direccionales se despegó por completo del volante (y yo me quedé con la palanca en la mano y con expresión de terror como en las caricaturas), al final llegué, me baje de volada, y con mis monos en los brazos me encaminé hacia donde estaban varias personas haciendo paquetes tras una montaña de juguetes y que al verla me remontó a muchos años atrás cuando en la primaria o el kinder nos pidieron un juguete para regalar y en una visita al depto. de Bomberos, yo reconocí el mío entre toda la montaña.

Eso estaba recordando y me quedé por un instante parada allí viendo los juguetes, cuando de pronto una muchacha salió a mi paso y me preguntó que si iba a donar ella me podía recibir lo que llevaba. Ni tiempo me dio de abrazar a mis peluches por última vez, se los entregué y luego ella me pegó en la chamarra una calca chiquita con el loguito del Radiotón, para luego invitarme si quería subir a la torre.

Aunque iba limitada de tiempo, accedí, porque tenía ganas de tomar fotos. Así que subí para descubrir que a diferencia de otros años, Juan no sólo tiene un espacio más grande (con pino navideño y todo el show), sino que tiene también una compu con acceso a internet y creo que un sistema para monitoreo meteorológico, todo eso además de la vista tan padre y pues aunque la intención era que saliera en las fotos, no se asomó hasta cuando yo ya me iba y me gritó "gracias" cuando yo ya iba bajando por la escalera de la torre.

Así termina la historia del día de hoy, la cual quiero cerrar con la reflexión que me queda (en este momento cuando estoy a punto de irme a dormir), puesto que lo que hice el día de hoy tiene que ver con aprender a superar el "Apego Emocional", una de las lecciones más fuertes que he tenido que asimilar en el último año y medio de mi vida.

No voy a ahondar mucho en detalles, los que me conocen y leen seguido el blog saben a quien me refiero cuando hablo de esto, pero así como uno le da un valor emocional a los objetos y le resulta difícil y doloroso desprenderse de ellos, lo mismo pasa con las personas y las etapas en la vida.

En ese proceso estoy yo ahorita, aprendiendo a dejar atrás sin olvidar, a viajar más ligera de equipaje por esta carretera llamada vida y en el caso de mis monos, me he quedado sólo con la belleza del detalle hacia mi persona de quien los puso en mis manos... Todo "desprendimiento" cuesta y la mayoría de las veces duele, pero quiero pensar que al sacar, deshacernos o aprender a dejar atrás cosas, personas, lugares, etapas y circunstancias, el dolor también sirve, prepara y hace espacio para todo lo nuevo... Ojalá que así sea también para mi, y aunque voy a extrañar a "mis peluches", me da gusto saber que volverán a cobrar vida como juguetes en los brazos de un niño o niña la próxima navidad.

¡Nos leemos pronto!


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