Apego Emocional
Salieron de la lavadora oliendo rico y lucían como cuando estaban nuevos.
He de confesar que en un principio no me agradó mucho la idea, pero pensar en todo lo anterior fue el argumento que me llevó a tomar la decisión de "regalarlos", así que luego de valorar la situación, decidí quedarme sólo con "Negrita" (la muñeca que me regaló la abuelita de Iván), y al resto los mandé a la lavadora, para luego de todo un día de secado al sol, estuvieran hoy listos para irse.
Este locutor comenzó hace ya varios años atrás una tradición que consistía en que él se subía a la Torre de Hipermart, que es una estructura metálica (que yo creo fácil mide más de 50 metros de altura), y aunque el espacio era muy reducido, y aun con el frío tan crudo característico de estas tierras desérticas, él, todos los años y para esta época permanecía ahí durante varios días, para ayudar a los bomberos a colectar una cantidad meta de juguetes para regalar a los niños de escasos recursos el día 25.
Con estos antecedentes y recordando que en una ocasión cuando para la revista para la cual trabajo, se publicó una nota sobre todo esto, pero no teníamos fotos y aunque yo no lo conocía, lo llamé por teléfono y Juan, muy amable no sólo accedió a facilitarnos fotos de las que él tenía, sino que todavía se tomó la molestia de llevarlas a donde yo le indiqué, y por eso también fue que elegí llevarle mis monitos de peluche a él.
Eso estaba recordando y me quedé por un instante parada allí viendo los juguetes, cuando de pronto una muchacha salió a mi paso y me preguntó que si iba a donar ella me podía recibir lo que llevaba. Ni tiempo me dio de abrazar a mis peluches por última vez, se los entregué y luego ella me pegó en la chamarra una calca chiquita con el loguito del Radiotón, para luego invitarme si quería subir a la torre.
Aunque iba limitada de tiempo, accedí, porque tenía ganas de tomar fotos. Así que subí para descubrir que a diferencia de otros años, Juan no sólo tiene un espacio más grande (con pino navideño y todo el show), sino que tiene también una compu con acceso a internet y creo que un sistema para monitoreo meteorológico, todo eso además de la vista tan padre y pues aunque la intención era que saliera en las fotos, no se asomó hasta cuando yo ya me iba y me gritó "gracias" cuando yo ya iba bajando por la escalera de la torre.
Así termina la historia del día de hoy, la cual quiero cerrar con la reflexión que me queda (en este momento cuando estoy a punto de irme a dormir), puesto que lo que hice el día de hoy tiene que ver con aprender a superar el "Apego Emocional", una de las lecciones más fuertes que he tenido que asimilar en el último año y medio de mi vida.
No voy a ahondar mucho en detalles, los que me conocen y leen seguido el blog saben a quien me refiero cuando hablo de esto, pero así como uno le da un valor emocional a los objetos y le resulta difícil y doloroso desprenderse de ellos, lo mismo pasa con las personas y las etapas en la vida.
En ese proceso estoy yo ahorita, aprendiendo a dejar atrás sin olvidar, a viajar más ligera de equipaje por esta carretera llamada vida y en el caso de mis monos, me he quedado sólo con la belleza del detalle hacia mi persona de quien los puso en mis manos... Todo "desprendimiento" cuesta y la mayoría de las veces duele, pero quiero pensar que al sacar, deshacernos o aprender a dejar atrás cosas, personas, lugares, etapas y circunstancias, el dolor también sirve, prepara y hace espacio para todo lo nuevo... Ojalá que así sea también para mi, y aunque voy a extrañar a "mis peluches", me da gusto saber que volverán a cobrar vida como juguetes en los brazos de un niño o niña la próxima navidad.
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