El Árbol Azul.
...Existen muchas historias sobre árboles y mi espacio se llenó hace tiempo con algunas de ellas...
"El Alma de Los Árboles", y "La Meditación del Árbol" dejaron de ser historias fascinantes, hasta que en un viejo libro de lomo gastado y pastas de color desteñido, encontré un día la historia de El Árbol Azul.
Busqué el momento propicio y una tarde ordinaria de entre semana me senté sobre el suelo húmedo de un parque con el libro sobre las piernas, con toda la intención de descubrirlo.
Lo abrí por la mitad y comencé a pasar al azar por algunas de sus páginas... Todavía no lo conocía, pero el aroma y la textura del papel, a la par de hacerme saber que había pasado mucho tiempo sin que nadie lo abriera; me hicieron experimentar una sensación de calidez y confianza... No sé como explicarlo con palabras, pero si tuviera que describir lo que me transmitió: diría que fue una sensación muy similar a cuando te abraza alguien que no te ha visto y se reencuentra contigo después de mucho tiempo.
Su historia comenzó en un país pequeñito...Cuando todavía no era árbol, ni rama, ni raíces, tan sólo una semilla de color azul brillante que no se sabe si algún viajero exiliado (que como muchos otras personas escribieron la segunda mitad de su historia en América), logró atravesar el Atlántico en éxodo, y la trajo consigo con el propósito de sembrar vida en una tierra nueva y fértil; hasta que pasadas algunas décadas -y en una etapa más reciente- el viento se encargó de propagar los primeros elementos que conformaron el origen de El Árbol Azul.
Nació en una tierra muy cálida. De repente comenzó a germinar en un espacio donde en apariencia ya todo estaba designado en armonía, pero la naturaleza es sabia, y en el lugar menos impensable surgieron sus primeras ramificaciones.
Con el tiempo se convirtió en un árbol grande y fuerte, de raíces profundas y sólidas. En un jardín donde todos sus hermanos crecieron con características similares y compartían la misma fortaleza de espíritu, El Árbol Azul brillaba con luz propia, no sólo porque la naturaleza lo había revestido de un color distinto, sino porque desde que surgió del interior de la tierra, su destino no era ser como los demás árboles que ya existían, existieron o existirían en el valle de los caracoles y de las místicas aves "Urú".
El estar tan estrechamente unido a la tierra que le dio vida, permitió que soportara los vientos más fuertes, las tormentas que parecían terminar con el mundo en una sola noche, hasta que una vez, por alguna razón inexplicable, comenzó a cuestionarse si un árbol podía tener una misión en la vida y al no encontrar una respuesta evidente o pronta, la esencia que fortalecía su espíritu al parecer por dentro se secó.
Cuando eso sucedió El Árbol Azul pasaba las noches y los días ensimismado en su propio mundo, ya no hablaba con las aves que se posaban en sus ramas y resguardecían a sus crías entre sus hojas azules. Perdió por completo el interés en cuanta criatura se aproximaba a su espacio y trepaba por su tronco, y hasta dejó de jugar y divertirse con las ninfas del viento que de vez en cuando venían a sembrar flores de colores a sus pies o a hacerle cosquillas y a revolver todo a su alrededor.
Como ya casi no hablaba con nadie, los lapsos de silencio lo sumían en una espiral de tristeza infinita y le dolía cada vez que intentaba mirarse por dentro, porque se sentía cada vez más sólo y vacío.
En una ocasión el árbol tuvo un sueño... En pleno invierno, en la época que el frío es más gélido, el árbol se sintió tan débil y desprotegido, que para no perder todo ese calor que a lo largo de su vida había recibido, se aferró con más fuerza a la tierra, y se "Abrazó hacia adentro", porque sentía mucho miedo, y así fue como se quedó otra vez profundamente dormido... Con la diferencia de que ahora fue por un período más prolongado de tiempo.
El sueño que tuvo fue muy, muy extraño, pues en ese estado inconciente visualizó cosas que en apariencia no tenían relación ni conexión alguna entre sí: soño una barca, un cuadro, un faro, el timón de un barco y una puerta.
Durante muchos días permaneció sumido en ese espacio irreal, como era un espíritu libre pudo desprenderse en ese lapso de tiempo de la corteza terrestre y viajo a cientos de kilómetros porque le intrigaba demasiado saber porque todos esos objetos que no tenían nada que ver con su naturaleza, aparecieron de una forma tan vívida en su mundo irreal.
Primero llegó hasta el puerto, donde el faro de su sueño se encontraba, y aunque la noche parecía tranquila, de pronto se desató una tormenta que transformó al mar en una bestia fúrica que azotaba todo cuanto estuviera a su alcance. Así visualizó el timón del barco, sobre el cual se sostenía con fuerza un almirante, y si no fuera por la solidez de la estructura con que ese timón había sido construido; el destino de ese barco habría estado perdido, al no poder maniobrar en medio de esa tormenta que parecía no tener fin.
A miles de millas náuticas, el faro mostraba con su luz el único camino viable para salir de aguas profundas lo más rápido posible, pero el que el vigía que habitaba el faro, cumpliera con su misión no hubiera sido posible, de no haber existido tan sólidamente afianzados, los escalones y bordes de la escalinata que conducía hasta la parte alta del faro.
Luego, la tormenta lo arrastró otra vez, y cuando el viento se calmó perdió la noción del tiempo y la distancia, porque ahora se encontraba en un lugar cerrado, con muros altísimos y blancos, que al recorrerlos parecían emular a un laberinto, en el que al dar la vuelta en un recodo del camino, encontró un cuadro con un dibujo de tulipanes y manzanas de colores muy vivos, que no hubieran podido ser tan nítidos, de no existir el marco que en un osado desafío a las leyes de la gravedad no sólo lo sostenía sobre el muro, sino que también era la base para el cristal y el fondo que lo protegían del exterior.
Por último vio la puerta, poco a poco se fue acercando a ella, y al estar demasiado cerca se dio cuenta que la madera con que estaba hecha era del mismo color que teñía la corteza de su piel...
Ahí fue cuando comprendió todo, cada uno de los elementos que visualizó dentro de su sueño eran parte de su esencia, porque estaban hechos de la misma madera sólida que caracterizaba a El Árbol Azul.
Entonces despertó y su vida cambió para siempre, porque ahora sabía que a pesar de que un día dejara de ser un árbol, su vida prevalecería aún siendo transformada.
No sabía si la madera de la cual estaban hechos todos esos objetos era exactamente la suya, pero le impresionó la idea de pensar en que posiblemente podría ser la madera azul de otras semillas que en un futuro gracias a él podrían existir.
Eso era lo que decía en la última página del libro... Lo cerré y luego volví a abrirlo y fue entonces cuando me sorprendió descubrir no sólo que yo me había sentado justo a la sombra de el árbol del cual se hablaba en esa historia, sino que el libro tenía también varias páginas en blanco, sobre las cuales me dieron ganas de empezar a escribir.
Volví muchas veces a ese mismo sitio, llevando siempre conmigo el libro que poco a poco se fue quedando con menos espacios en blanco, y hasta casi creo que al árbol (en ese afán mío por escribir Páginas Sueltas y de Colores), le encantó que al azul que lo teñía, yo lo designara como "El Color de Los Sueños".
Ha pasado casi un año desde entonces... Y la verdad yo no sé si el lazo de Amistad que existe entre nosotros prevalecerá para siempre... Creo que lo importante aquí es que ahora el árbol sabe que puede ser mucho más de lo que siempre ha sido; mientras que por mi parte, sé que haberlo encontrado fue lo que me proporcionó mi base más sólida, mis raíces más firmes; el lugar donde "toco tierra", me aferro y me sostengo en tiempo de tormenta, o cuando las corrientes de aire demasiado "realistas" me envuelven y me atemorizan... Porque El Árbol Azul es desde entonces mi mejor amigo, y el lugar en donde vive, el único sitio donde quiero estar, porque sé que ahí siempre encontraré paz.
Comments
Sólo te puedo decir que yo conozco ese árbol, y sé que va a vivir mucho tiempo, y siempre va a estar para vos, aunque no lo necesites más, aunque te vuelvas la persona más segura y fuerte del mundo, el siempre va a estar ahí, porque ese árbol además de lograr que se hagan cosas hermosas con su madera, también tiene grandes raíces para cuidar a todos lo que quiere, y más a una personita tan frágil y dulce que siempre lo viene a visitar.
Gracias por esta historia!!!
Volveeeeee!!! se te extraña mucho
Que te puedo decir!, ya sabes que me considero fan de tus escritos porque siempre nos dejan con algo que llevar, así que espero que sean muchos más ;)
Un abrazo!
Mi color de siempre es el azul, el más bello
Saludos y abrazos
Porsupuesto que es muy obvio quien es ese arbol, y yo solo puedo decirte que desde que lo encontre es la base de la cual me sostengo y la raiz mas solida que hay en mi vida.
Elisa:
Gracias por lo de que eres "Fan", y pues la idea es esa, que siempre todo el que entre a este blog se quede con algo y lo reflexione.
Buen fin de semana a ti tambien y gracias por ser tan constante.
Sergio:
¡Bienvenido al blog!, gracias por el comentario y eres bien recibido cuando quieras.
¡Saludos a todos!!!!