50 Días (Día 15).
Hay veces en que el día entero se te puede acabar buscando un poquito de magia... Y hoy fue uno de esos días.
No encontré ni un trocito de eso de camino al trabajo, en ningún rostro de quienes coincidieron conmigo al transitar por el mismo rumbo; tampoco en ningún asiento del camión que me lleva de ida y de regreso (me fijé muy bien, pero sólo descubrí muchos asientos vacíos); tampoco en la letra de ninguna canción, (porque hoy no me acompañó la música); en ninguna de las charlas que se dan durante el día; mucho menos entre las páginas del libro en turno, que siempre llevo en la mochila, listo para contarme una historia cuando no tengo nada de ganas de escuchar a mis propios pensamientos.
No es la primera vez que las horas se me evaporan buscando y buscando... Pero tampoco nunca he sido alguien que se da tan fácil por vencido y como tantas otras veces ya lo he hecho, al terminar con la parte que me toca hacer dentro del mundo real y sus obligaciones, decidí volver caminando sin prisa, con la esperanza de que uno más de mis días no se fuera en blanco, y sin haber hecho el intento por no perder las ganas de encontrar.
Ya muy cerca de casa, saludé a aquel árbol enorme, que hace algunos años atrás me mostró que los seres de madera y hojas, tienen alma... Pero creo que estaba "sentido" o de plano no tenía ganas de hablar, porque ni siquiera me respondió.
Después, a unas cuantas cuadras de distancia, ya casi, para dar por finalizado mi camino, tampoco encontré nada entre esas ramas que cada vez que el sol decide partir, para cruzar el océano una hora antes; ellas me avisan, con sus pequeñísimos vestidos ovalados de colores que no tarda ya el cambio de estación...
Hoy me fijé, pero creo que este año, todos esos pequeños bracitos de madera y savia han decidido ser tan egoístas como todos los que pasan por ahí y ni siquiera los miran; y guardarse para "más adelante" la fantasía que se vuelve realidad, cuando la madre tierra de un día para otro los viste de color....
En eso pensé mientras me iba alejando... Y entonces sucedió... Encontré la magia... Se veía grandiosa a través de un cielo hermoso, que después de dos días seguidos decidió cambiar para volverse de color durazno.
Ahí entendí que nada importa y que mi día no había sido en vano... Las horas todavía no se me agotaban; pero ese cielo pintado de color tan sútil, (pero al mismo tiempo tan impresionante y evidente); era el claro ejemplo de que la esperanza está ahí siempre, aunque a mi haya días en que se me agote la paciencia y se me olvide verla.
En el camino todavía no me acompaña nadie; pero sé que la vida me regala cada vez que despierto bien y puedo salir, la oportunidad de escribir el presente de la forma que yo decida... Puedo aprender algo nuevo e intentar hacer mejor todas las cosas que me hacen ser todo lo que soy ahora; alimentar esas enormes ganas que siempre tengo de escribir todos los días una carta; para contarle a quien todavía no sé, una historia padre que haya descubierto; una cosa simple, de esas que parecen intrascendentes; pero que a mi me hacen soñar despierta y tener esperanza.... Mientras así transcurre el tiempo y espero lo que sea necesario, para que todas esas páginas que haya acumulado; tal vez si algún día existe o la vida decide reunirnos en un punto de encuentro, alguien que sueñe; o esté descubriendo el mundo igual que yo, a todas esas cartas empaquetadas en sobres de colores; las vea como un regalo de la etapa que me preparó para su encuentro...
Le restan 35 días a esta suma... Pero por lo pronto la esperanza que se materializó en el color del cielo, me hizo saber que debo confiar y que este día no fue en blanco... Ya contó.
Le restan 35 días a esta suma... Pero por lo pronto la esperanza que se materializó en el color del cielo, me hizo saber que debo confiar y que este día no fue en blanco... Ya contó.
Comments
Gracias por pasar.
saluditos chicuela cuidate y un gran saludo