50 Días (Día 9)
Todos los días la vida te regala una imagen. Es como si cada cosa que ves a lo largo del día fueran como esas tarjetitas coleccionables que de niño pegabas en un álbum hasta llenarlo, para poder intercambiar por un premio.
Las imágenes que acumulamos a lo largo del día, sirven para llenar el álbum de nuestra vida, con capturas instantáneas de momentos, pero a diferencia de cuando éramos niños y hacíamos hasta lo imposible por conseguir la estampita más difícil; en el presente, podemos elegir la que en nuestro interior aparecerá como la mejor de todas; es sólo que el ruido de lo cotidiano y sus problemas nos llega a distraer de tal modo, que muchas de las capturas que podríamos obtener a través de esos instantes especiales y de las cosas más simples (que en apariencia no tienen mucha importancia); las perdemos por sólo mirar, sin observar...
Si a mi hoy, al final del día, alguien me preguntara: ¿cuál es mi estampita?, le diría que es una en la que aparece la imagen de un chavo, recargado en el poste de una esquina, esperando el cambio de la luz verde a rojo para poder cruzar...
No era un chavo cualquiera, tenía el cabello largo (en rastas), cubiertas por una especie de paliacate negro y llevaba puestos unos zapatos rojos con la suela de plataforma gruesa y bastante alta, un pantalón como de piel negra bastante brillosa, de la cual destacaba en un costado, una cadena colgada del cinto, y que iba a dar hasta uno de los bolsillos traseros.
Yo lo estaba observando a través de la ventanilla del camión en el que yo viajaba y que en ese instante, estaba haciendo alto por el semáforo en rojo. Tal vez nunca me habría fijado en él, pero me llamaron mucho la atención sus zapatos. Cuando la luz cambió por fin, el transporte público en el que yo viajaba -como era de esperarse arrancó-, pero alcancé a ver como el muchacho cruzó la calle y atravesó la explanada de una plaza en pleno centro; y mientras él se alejaba con una sonrisa dibujada en su rostro; pensé en eso que dicen los psicólogos, que a esa edad los chavos se visten de manera estrafalaria para llamar la atención, y para sentir que pertenecen a un grupo.
No sé si eso sea o no cierto, pero mientras lo veía alejarse, me imaginé a ese muchacho, esa misma mañana, pero un poco más temprano, de pie frente a su closet, eligiendo la ropa que planeaba ponerse para salir a la calle; mientras al mismo tiempo me cuestioné algo: si cada uno de nosotros, todos los días antes de salir de casa, nos vestimos para ir al trabajo, con el uniforme de la escuela, para estar cómodos en un día libre; pero modo inconsciente, (y por mucho que exista gente que viva de las apariencias); terminamos por reflejar lo que en realidad somos nosotros mismos...
Por esa razón, la imagen de ese chavo es la estampita favorita de hoy para mi álbum. Porque me llamó mucho la atención su actitud, y el hecho de que sin importar lo que lleves por fuera, ni lo que hayas pasado, un día al despertar, se puede decidir "vestirse por dentro" para intentar ser alguien distinto y mejor... Esa es la imagen con la que me quedo en este día...
¿Cuál es la tuya?... Insisto en que todos los días la vida nos regala bastantes imágenes para elegir.... Sin importar si es una o son muchas, que las cosas de diario, (que la mayoría de las veces ni siquiera son importantes), no nos quiten la capacidad para saber verlas, o peor aún... para no dejar que se pierdan en el camino...
Hasta Mañana...
Comments
Se hace grande la suma!
Yo te conozco como eres y sé que eres así.
Gracias por pasar mi chava...
porque no hay nada mas cierto que aunque tengas un par de tacones, si los pies duelen el caminar no se disfrutara!
Precioso este ejercicio Marthita