Algo sobre Patricia Reyes Spíndola.
Hace seis años atrás, cuando descubrí el programa de Fernanda Familiar, fue una madrugada en que ella realizó una entrevista a Patricia Reyes Spindola. Una gran actriz muy reconocida en México y quien en esa ocasión me dejó fascinada con todo lo que contó.
En ese entonces yo escribí un post, ya que fue tan impresionante lo que compartió, y desde entonces comencé a admirarla todavía más.
Ese fue uno de los escritos del blog más memorables para mi, porque encontrar ese programa y escuchar esa entrevista fue casi, casi mágico, y hoy, a poco más de seis años de eso, Patricia volvió a sorprenderme sólo que ahora en voz de Olganelly García. Una locutora de Monterrey, N.L. a quien admiro y me inspira tanto y de quien tengo pendiente por contar aquí.
Poco antes de la celebración del día de las madres, Olganelly estuvo leyendo en su programa varios relatos de mujeres. Hubo dos que me encantaron y uno de ellos está relacionado con esta primera actriz y es justo lo que esta mitad de semana quiero compartir en este espacio.
Espero que lo disfruten, tanto como yo.
Buena mitad de semana y gracias por seguir visitando mi blog.
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"Me Desperté Cincuentona"
El paso del tiempo... Cincuenta años... Tengo la sensación de que me acosté anteayer de veinticinco y me desperté de cincuenta. La rapidez con la que pasa la vida, es una de las cosas que me ha tomado por sorpresa. Nunca imaginé llegar tan pronto a la edad en la que te la pasas diciendo: "te lo dije", "ya lo sabía", "¿no te habías dado cuenta?", "¡pero si jamás me había pasado!! "¡nunca me había hecho daño la sal!", "pero si yo antes..."
Ahora que conozco el implacable ritmo de Cronos, me he vuelto consciente de la responsabilidad que significa vivir. Como quien dice me cayó el veinte junto a los veinticinco años ¡más!... ¡Ayy!... Es tan placentero y a la vez tan doloroso el viajecito este...
Me descubro a mi misma mucho más preocupada por la vida espiritual que por mantener el trote en la carrera material de mi vidita profesional. A treinta años de oficio, ya no interesan tanto los personajes y papeles que me ofrecen, sino la gente involucrada en los proyectos. Las personas que me invitan a participar en ellos.
Dado lo valioso del tiempo, prefiero escoger con quien pasar mis jornadas laborales. Actualmente cambio crédito o buenos roles, por relaciones sanas y condiciones agradables de crecimiento y aprendizaje. Debo confesar de una vez (antes de que se haga tarde, al fin que ya les platiqué lo rápido que se me va pasando el tiempo); que lo más reciente que me ha tomado por sorpresa, ha sido la invitación a formar parte de este grupo de brillantes mujeres que hablan de sus vidas.
Yo estoy paralizada frente a la computadora y las horas pasan y pasan sin percatarse de mi angustia por escribir algo interesante o por lo menos coherente.... Y ahí está click, click, click el sonido del teclado... La tecnología que no entiendo. Algo tan sencillo para un niño de hoy, como enviar un correo, y de repente me rebasa.
Aunque no se note que soy del siglo pasado, me aplico a la internet. Viajo por el ciberespacio, filmo películas en digital (sin entender que es digital)... Me pregunto: ¿será que la súper carretera de la información te lleva al mar?
Yo siento, luego escribo... Seguramente a diferencia de muchas de las mujeres que escriben estos relatos, yo siento y luego pienso. La mayoría piensa, y luego escribe.
En todo este tiempo, no les he dicho que soy disléxica ¿verdad?... ¿Escribir yo un texto?, ¿se imaginan cuanta inseguridad puede despertar eso en una actriz disléxica?
No puedo leer de corridito porque confundo la "P" con la "R", y la "B" con la "D"; y la "R" con la "T"...
El secreto para poder leer y sobre todo memorizar, (que es parte de mi profesión), es que marco y remarco las letras en los libretos. Cuando termino parecen un juego de "Serpientes y Escaleras", lleno de claves tanto para las letras, como lo que es más importante para mi: la interpretación.
A pesar de mi condición antes no diagnosticada, simplemente pensando que era una "burra", me he desarrollado en un medio intelectual de mujeres y hombres universitarios.
He estado en casi todas las universidades de la república, incluso he dado talleres de actuación en algunas de ellas. Con entrega, he recorrido sus pasillos. Con prisa, torpemente he tropezado con algún estudiante y mientras por el suelo rodaban sus libros, a mi se me caía mi cajita de maquillajes, el polvo de arroz indispensable para mi personaje de la obra que iba a escenificar... La falta de preparación académica, y el estar siempre rodeada de sabias mujeres laureadas, (la menos preparada tenía 2 maestrías), han hecho que la estúpida inseguridad se obstine en hacerse presente.
La neta tampoco me imaginé jamás haciendo una maestría en Yale, pero ya que el destino se empeña en poner en mi camino doctoras y doctores, que no llevan batas blancas ni estetoscopios, sino unas mentes cultas y sofisticadas, he tenido que patear la perra inseguridad en muchísmas circunstancias con mis mejores armas: La espontaneidad y el sentido del humor.
Londres, 1980... Let it be, let it be... ¡Ay!, que difícil para una actriz sobrevivir con oído de artillero. Pero, eso no me ha impedido enamorarme en Do Mayor... (Como decía mi amiga Pita Amor)...
Hace veinte años me fui a vivir a Londres con la ilusión de regresar manejando la lengua de Shakespeare, como la propia Julieta... ¡Oh, decepción!.. No aprendí inglés... El frío, la humedad, lo gris del paisaje y la nostalgia del sol, me orillaron a tomar un avión a Nueva Deli, donde entendí el sentido de la palabra "Destino".
Supe que era poseedora de un alma propia. Descubrí que tenía un espíritu juguetón y que la reencarnación existe. ¡Perdón por haberme ido volando a la India!... Estaba con lo de la inseguridad que puede provocar trabajar con Anthony Queen o en Frida con Julie Taymor, y un equipo en inglés y yo con mi cara: "What!!... Pensando: "Oh my God"... Soy monolíngüe... Tengo que hacer las escenas con "very careful"...
Con toda entrega estudié mis escenas: "I'm a Frida's mother", "It´s like the married... etc..."...
Llevaba mis parlamentos dominados en todos los tonos. Al llegar al foro, mientras me caracterizaban, me esmeré en los "Yes", "Great", "Good"... El set estaba listo, ensayábamos la escena y aunque sólo entendía la mitad de lo que me indicaban, traía tan claro mi personaje, que estaba segura de que la perra inseguridad dormía placenteramente en mi cama al lado de mis gatos: "María Bonita", "Pancho Mala Cara" y "Lucha Vicha Reyes"...
Cual va siendo mi sorpresa, cuando en lugar de escuchar el tradicional: "Action!", logré entender que Julie, la directora, nos pedía una improvisación... Con un hilito de temblorosa voz, la inseguridad bien despierta y paradita junto a mi.... Y pude articular un: "Julie, you remember I don't speak english?... Pero... No problem"...
Como ven, el día menos pensado viene y me muerde la perra inseguridad... Toda mi vida me ha acompañado la sensación de no estar preparada, de que no me doy tiempo para profundizar en las cosas. Me siento presa de una dispersión que nace de mi caracter hiperactivo.
Casi siempre me encuentro metida en varios proyectos y aunque como en el teatro a la tercera llamada todo está listo, me complico durante los procesos, con el prejuicio y la creencia de que no van a resultar como yo lo pretendo... Pero esto, aunque parezca de diván, es mi realidad cotidiana, y me ha obligado a resolver las cosas de una manera muy personal. A partir de conocer mis limitaciones, las cuales siempre he compensado con la intuición de entablar relaciones apasionantes y productivas... Mucha preocupación espiritual, pero demasiado ajetreo material.
Sin poder regalarme ese tiempo real que tanto necesita el alma, esa almita que sé que está ahí diciéndome: "¡Hola! no te hagas pato, aquí estoy esperando ser atendida como dices que deseas". Entonces el camino para poder mirar hacia adentro, ¿qué hace afuera?
Echar un vistazo al interior, en ese momento de la cincuentena es mi prioridad. Comienzo a entender que el alma y el espíritu -que por cierto son primos hermanos- es de donde proviene la fuerza para realizar la travesía. Además me encuentro en la edad en que se palpa la omnipresencia de "La Muerte", de "La Parca", "La Huesuda"... Ya la he visto llevándose a mis amigos y rondando por mis parientes.
No canto bien las rancheras... Así como no hablo inglés, tampoco canto bien las rancheras, pero con lo suertuda que soy, no sólo he hecho películas en inglés, hasta tengo de "La Reina de La Noche" en CD, de la banda sonora de la película con mi foto en la portada. La dicha de que junto con un buen guión, me llegue la oferta de un personaje interesante... Bueno, esto despierta mi imaginación, ¡me seduce! y echa a andar mi parte creativa, que ve los retos como oportunidades.
Patricia Reyes Spíndola en "La Reina de La Noche" de Arturo Ripstein.
Les platico un ejemplo concreto: La película de "La Reina de La Noche", del director Arturo Ripstein, es la historia de una cantante de ranchero, de Lucha Reyes. Y yo, incapaz de entonar una nota, pero bueno la magia del cine permitió que Betsy Pecanins, nos prestara su voz a Lucha y a mi.
Para la preparación del personaje, aquella que se hace en solitario, mi tiempo y mi espacio estaban dedicados al 100% a Lucha. A las 3 de la mañana ponía sus discos y cantaba junto con ella. Sin ningún pudor, intentaba robarme su esencia, acariciar su febrilidad. Desobedeciendo al director, veía la única película que conseguí de Lucha Reyes, en que aparece cantando en un palenque: "Borrachita de Tequila".
Arturo me había indicado que no viera nada de Lucha, pues su película no pretendía ser reflejo fiel de su vida; sino un biografía imaginaria con el magnífico guión de Paz Alicia García Diego.
Pues ahí tienen que en el rodaje hay una escena donde precisamente Lucha canta "Borrachita de Tequila". Esta vez en un cabaret de los años cuarenta. En un impulso aprendido y a esas alturas, mecanizado y condicionado como perrito de Pavlov, ya que lo había visto y estudiado muchas veces, en la película de la verdadera Lucha Reyes, ¡Ay! pues no voy y me pongo en los brazos en jarras.
Aunque desafinaba, estaba segura de que el espíritu de Lucha Reyes me poseía en ese momento.
Cuando oigo la voz profunda de Ripstein que dice: ¡Corte!, ¡baja esos brazos!, ¡carajo!, quita las manos de la cintura!, ¡Acción!, se entonan "Los Tarzanes", el trío y otra vez los brazos en jarras... ¡Corte! (gritó otra vez Arturo)... Y mi Lucha se convirtió otra vez en la otra "lucha"... La lucha contra la inseguridad de la actriz.
El director tenía una razón clara para pedir que no subiera los brazos. El movimiento de la cámara rodeaba en una media luna el personaje; y si me ponía en jarras tapaba a Blanca Guerra. Los directores de cine son unos personajes muy extraños que quieren que todo salga como ellos se lo imaginaron. Un buen director como Arturo, tiene su película filmada en la cabeza antes de comenzar a filmarla. Así que para hacer cine y permanecer en él, tienes que convencer antes que a nadie, al director.
Interpretaba a Lucha, que fue una mujer no convencional y llena de pasión, que establecía relaciones atrevidas tanto con hombres como con mujeres, y me llevó a realizar mi primer desnudo cinematográfico.
El primer día de filmación, la escena consistía en que el personaje interpretado por Alberto Estrella, amante de Lucha Reyes, le hace el amor sobre un piano.
Yo estaba con una bata verde (de seda japonesa, preciosa), desnuda del torso, y con unos calzones de satín de los años cuarenta, sintiéndome Rita Hayworth, y esperaba el momento que jamás imaginé tan traumático, en el que a la voz de: ¡Acción!, debía quitarme la bata y los calzones también.
El set estaba en completo silencio. El director había pedido que salieran todos los que no tuvieran nada que ver con la escena, que se quedaran sólo los indispensables: El sonidista, el camarógrafo, el director de fotografía, los del dolly (que es como un carrito de golf donde suben la cámara); el foquista, quien como su nombre lo indica es el que hace el foco en la cámara.
El del boom, o sea el micrófono largo como caña de pescar. El que jala los cables del micrófono, y por supuesto el mismísimo señor director.
¡Vamos! una muchedumbre, en la que para mi, sólo faltaba Beto, el señor del café.
Yo estaba congelada. no sólo por ser pleno diciembre. Mi termostato es de bajo perfil , así que yo todo el año me visto como cebollita y un café me hubiera venido de perlas a las tres y media de la madrugada.
¡Acción!... Mi primer desnudo integral a los 44 años.... Yo y mi cabecita preguntándome todo el tiempo: ¿Por qué no me lo pidieron a los 25?... Me esforzaba por concentrarme sólo en el diálogo, pero entre la temperatura y la pena de estar encuerada, no se me ocurrió nada más que encomendarme al Santo Niño de Atocha, a Gurumay, a la Virgencita de Guadalupe, y lo único que hubiera querido que sacaran del set era a mi inseguridad, que al igual que yo se encontraba desnuda y congelada.
En realidad, en momentos como estos, no hay nadie junto a ti, más que la decisión de hacer las cosas bien. Y con el cuero chinito como de gallina, echándome el clavado, me desnudé. Me quise morir cuando vi el cuerpazo del galán. Torso cuidadosamente trabajado, las hermosas pompis de Alberto, sus musculosas piernas y yo parada como lámpara tratando de disimular lo delgado de mis piernas, pero mi inseguridad en un gesto teatral, se puso la bata verde del cinismo y pasé una vez más la prueba.
Toda esta película se filmó de noche y durante el día, mal dormía intranquila al pensar en las cantadas, los desnudos y el pinche frío... Así que al recordar las siete semanas que duró la filmación, puedo afirmar que han sido las más estresantes en toda mi carrera como actriz de cine.... Pero qué les cuento, en estos momentos me llega el ultimatum para entregar este texto, y yo debatiéndome entre el espíritu y la torta de jamón que me acabo de hacer para cenar.
...Retomo el rollo de la inseguridad... Si suponemos que nuestras vidas son como las películas, entonces se necesita un buen principio, y en los últimos rollos un buen final; ya que lo que pase en medio, como quiera se deja ver, pero el arranque y el final son fundamentales.
Hoy por hoy estoy a la mitad de mi película, y no sé si el papel que me asigné es el que más me gusta... Me di el rol de la mujer fuerte que resuelve su vida de una manera práctica, y tal como un personaje de ficción, muestro mis sentimientos siempre a flor de piel. Aunque lo que más trabajo me cuesta es mostrar mi parte vulnerable.
Prefiero mostrar mi parte emprendedora, luchona y perseverante, tan perseverante, como para intentar seguir escribiendo de mi, que es bastante incómodo... Expresarme a través de la palabra escrita, pelearme con la "R" y con la "T", y llegar a la recta final de este texto del que ¡Oh maldición!, estoy apenas a la mitad...
Escena de la película "Los Motivos de Luz" (1985), del director Felipe Cazals.
1985... "Los Motivos de Luz"... Mi profesión es como la rueda de la fortuna, a veces se está arriba y a veces se está abajo. A la mitad de la década de los ochenta me tocaba estar abajo, tenía que conformarme con un trabajo en televisión educativa. No me quejo. Me gustaba mucho. Pero paradójicamente, en ese sexenio en especial mis posibilidades en el cine estaban a la baja. Fue la época del cine llamado de "Las Ficheras". Las que filmaban eran más bien actrices como Sasha Montenegro, Rosa Gloria Chagoyán y la misma Isela Vega.
Frente a este panorama profesional, yo pensaba que mi destino se encontraba en la comedia... A decir verdad aún lo sigo pensando. Bueno, pues ahí estaba trabajando cuando una llamada telefónica: ¿de quién de quién?, de Felipe Cazals... El director de "Canoa" y de "Las Poquianchis", una película que me fascina y donde hice un papelito de un día.
El Señor Cazals que me pedía que pasara a recoger una escena para un casting (lo que signfica una prueba actoral), de su nueva película. Felipe me explicó que la escena consistía en una toma de siete minutos con la cámara fija en un close up (una toma de acercamiento).
El interlocutor estaría fuera de cuadro, interrogando en los separos de una delegación a una mujer despechada, acorralada, semi linchada por su comunidad, acusada de haber matado a sus cuatro hijos, golpeada por el marido y que no se supiera si era culpable o inocente, loca o cuerda.
Todo eso se tiene que proyectar en ese primer shoot, me dice el director con mirada de águila. El miedo y la inse... (inseguridad), paraditos oyendo todo... Y yo porsupuesto con la boca seca. Escuché eso como una sentencia.
Lo primero que se me ocurrió fue decirle que yo no podía hacer ese papel, que no tenía la sensibilidad de una Carmen Montejo, que porque no llamaban mejor a María Rojo, que era una de sus actrices favoritas (y de las mías también).
Felipe no me dijo nada. Sólo sentí su mirada y por suerte me citó hasta cinco días después para darme ttiempo de estudiar.
La metiche inseguridad quiso sentarse conmigo a leer la escena, pero por suerte se me ocurrió llamar a una querida amiga y estupenda actriz quien es Dunia Saldivar, y le conté que el personaje era fantástico y la oportunidad magnífica, pero que yo no me sentía lo suficientemente preparada, que era para una actriz más dotada.
"¡Ay no seas pendeja!" (me dijo la Dunia), "yo te ayudo a montar el personaje para la prueba, ándale"... Otra vez no sé como, pero vencí mi inseguridad.
Con "Los Motivos de Luz" gané mi segundo Ariel y en el festival de cine de San Sebastián, la concha de plata.
La mayoría de los personajes que he interpretado durante mi carrera han sido de mujer pobre, vieja y fea, y muchos los he hecho a cara lavada. En la pantalla grande donde la boca, la ojera y la arruga se vuelven de cinco metros, se hace mucho más evidente el paso del tiempo. Sin embargo, si hace veinte años en la telenovela "El Maleficio" salí de mamá de Sergio Jiménez, un compañero 12 años mayor que yo, y en "La Antorcha Encendida" cuando fui la madre de todas las razas de la Nueva España, se tardaban una hora en hacerme vieja; ahora que cada vez se tardan menos en maquillarme, he decidido no meterme cuchillito en la cara.
Dejar que mis arrugas, las naturales, las que he ido acumulando en estas cinco décadas, se vean tal cual. No me importa que la mayoría de mis compañeras me recomienen a sus hojalateros condecendencia... Quiero cobrar mis arrugas caras a los productores para ser efectivamente vieja, pero no pobre, y espero que cultivando el alma nunca sea fea.
Así, de muchas formas he ido sorteando mis limitaciones. Mi hiperactividad, mi dislexia, pero sobre todo mi inseguridad. Lo que no he logrado aún y lo que es el verdadero reto para la segunda mitad de mi película personal, es cultivar el alma. Necesito tiempo para apaciguar, consentir y apapachar a mi espíritu...
Ahora que sé que en la noche me voy a dormir de cincuenta y quizás a despertar de setenta y cinco....
Comments
D:
Saludos martuchis!!
http://mrs-estinfalus-avechuchus.blogspot.mx/2014/05/empresas-estinfalo-volvera-escena.html
Saludos y un abrazo con amor