Suspiros...
...Minotauro despertó, y aunque no sabía bien a ciencia cierta que hora era, algo en su interior le hacía saber que eran apenas las primeras horas del amanecer en el mundo imaginario...
Desorientado, pero al mismo tiempo inundado por una serenidad extraordinaria, su visión desenfocada tras un periodo muy largo con los ojos cerrados a la realidad, le reveló a pocos metros de distancia el último suspiro que le quedaba y había decidido materializar en un diente de león que colocó en un frasco con agua sobre su mesita de noche.
Sabía que era muy frágil, así que no quería perderlo... Se incorporó sobre la cama para sentarse, mientras pensaba en que podía haberlo vuelto tangible a través de otros objetos... Un globo de color rojo o azul que podía ser liberado al cielo llevando consigo un listón de color claro, o quizá en los pétalos de una flor seca, resguardando su fragilidad y un poco de su esencia entre las páginas de algún libro ya leído hace tiempo y almacenado en el librero, pero no... Aunque Minotauro sabía lo fugaz que podía ser esa exhalación tan del alma, estaba consciente también de lo especial de su esencia, como para ser desperdiciada nada más así como así.
Aunque en esa etapa de su vida él pensaba que era el último suspiro que le quedaba, en una de esas madrugadas de insomnio decidió que lo mejor sería conservarlo en algo que no obstante que fuera frágil tenía que estar vivo, y esa fue la mejor idea que se le pudo haber ocurrido para cuidar del mismo.
Había veces en que se se iba a acostar pensando en si sería una mejor idea regalarlo a alguien extraño en la calle. Ponerlo en la mano de un niño o de un indigente que hubiese perdido la esperanza, tal vez en una carta para dejar abandonada y que la rescatara una persona desconocida, pero al final tan sólo lograba quedarse dormido, sin saber que eso alimentaba su propia esperanza y fortalecía la manera en que los trocitos de terciopelo que conformaban esa flor de forma redondeada se aferraban con firmeza al tallo, aunque ya no tuviera raíz.
Otras veces, insomne desde su cama, pasaba largas horas contemplando la silueta del frasco y la flor recortada bajo la oscuridad de la noche. Así era como habían desfilado noches invernales y hojas de otoño que el viento estrellaba del lado exterior del cristal de su ventana, mientras él recordaba todos y cada uno de los instantes de su vida en los que se gastó cada uno de los suspiros de su alma.
Sin duda alguna esas eran las noches cuando no todo era tan malo, puesto que así sin un motivo aparente y mientras en el mundo real todos dormían, en el rostro de Minotauro se dibujaba el boceto de una sonrisa, cuando el silencio le hacía traer hasta el presente, recuerdos de los días en que no estuvo solo, y las cosas más simples y sencillas hicieron que su corazón exhalara lleno de vida, haciéndolo sentir por ende, "tan lleno" por dentro.
Había otras veces en que ni siquiera pensaba en eso... Cuando se llegaba el tiempo de despertar en el mundo imaginario, el diente de león en el frasco se quedaba ahí mientras él pensaba e imaginaba cientos de cosas...
Minotauro despertó... Y un día el diente de león ya no estaba. La ventana se había quedado abierta y el viento se encargó de hacer lo propio... Bajo otras circunstancias, Minotauro habría entristecido, pero por alguna razón no era así, puesto que algo en su interior le decía que ahora ese suspiro podía haber sido llevado hacia cualquier persona, en otro momento y lugar.
Tal vez para ser exhalado en el instante mismo en que alguien recuesta su cabeza al final del día sobre el corazón de la persona que ama... Quizá para ser el primer aliento de vida de un alma nueva en su primer día de estancia en la tierra, o la respiración de paz de alguien más que finalizó su estadía aquí y se va.
Daba igual... Minotauro se sintió feliz porque a donde fuera que ese suspiro llegara, sería bien utilizado... Lo que él no sabía era que no era el último ni tampoco lo había perdido, pues llevaba dentro de su alma toda la capacidad de amar y dar antes que esperar algo a cambio.
Así que cuando se llegó el momento de volver al mundo real un nuevo suspiro se le escapó del alma, y cuando volvió al mundo real en el que cohabitaba todos los días, a pesar de la supuesta ausencia de suspiros, su corazón se volvió a sentir "lleno" de saber que un día, lograría encontrar los motivos que el alma necesita...
Minotauro despertó... Y un día el diente de león ya no estaba. La ventana se había quedado abierta y el viento se encargó de hacer lo propio... Bajo otras circunstancias, Minotauro habría entristecido, pero por alguna razón no era así, puesto que algo en su interior le decía que ahora ese suspiro podía haber sido llevado hacia cualquier persona, en otro momento y lugar.
Tal vez para ser exhalado en el instante mismo en que alguien recuesta su cabeza al final del día sobre el corazón de la persona que ama... Quizá para ser el primer aliento de vida de un alma nueva en su primer día de estancia en la tierra, o la respiración de paz de alguien más que finalizó su estadía aquí y se va.
Daba igual... Minotauro se sintió feliz porque a donde fuera que ese suspiro llegara, sería bien utilizado... Lo que él no sabía era que no era el último ni tampoco lo había perdido, pues llevaba dentro de su alma toda la capacidad de amar y dar antes que esperar algo a cambio.
Así que cuando se llegó el momento de volver al mundo real un nuevo suspiro se le escapó del alma, y cuando volvió al mundo real en el que cohabitaba todos los días, a pesar de la supuesta ausencia de suspiros, su corazón se volvió a sentir "lleno" de saber que un día, lograría encontrar los motivos que el alma necesita...
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