Letras compartidas en el tiempo.
Hoy me tocó caminar un buen rato bajo la lluvia. No me mojé porque soy una mujer precavida y como sabía que este día de la semana me toca realizar caminatas largas para desplazarme de una tienda a otra, llevaba en las manos un enorme paraguas que de alguna manera protegió mi cuerpo, al igual que mis pensamientos y quizá fue por eso que lo disfruté.
El camino era largo, y fueron algunas cosas las que acompañaron mis pasos en solitario. Quería grabar un audio para compartirlo contigo que me lees, bajo ese pequeño techo de alambres y tela color azul, pero el ruido de los autos de alguna manera hubiera echado a perder esa intención mía de hacerte parte de mi mundo por un instante, porque muchas veces aunque alrededor pueda haber mucho movimiento y sonidos, lo mágico de ir marcando tus pasos bajo la lluvia es que cobijado por ese material impermeable permanece el silencio y los sueños que te alejan de esa realidad también.
Esa fue mi primer intención... Pensar en ti que con frecuencia vienes hasta este espacio y me has conocido a través de mis letras. De alguna manera (aunque yo tuviera oportunidad hasta el final del día), quería transportarte a través de las palabras para que me acompañaras en este día y estuvieras ahí conmigo mientras caminaba con rumbo hacia la avenida principal donde si pasa el transporte.
Tenía muchas ganas de contarte de las innumerables veces que he ido y regresado a través de esa calle larga donde no hay todavía construido nada, y donde desde el punto donde la vista ya casi no es tan eficiente, puedes vislumbrar la puerta de entrada de la ciudad y a un costado la montaña más grande de Juárez.
Tal vez si hubieras ido ahí conmigo, protegiéndote bajo ese mismo paraguas, te hubiera compartido que está cercano el aniversario del blog, son casi doce años ya de escribir historias y páginas sueltas matizadas de todos los estados de ánimo que puede albergar el alma humana; y quizá te compartiría con entusiasmo el regalo que por leerme durante tanto tiempo quiero preparar para ti y festejar contigo un año más de historias...
El simple hecho de imaginar esa pequeña posibilidad de compartir contigo ese instante en el tiempo me dio felicidad... Todavía faltaba un largo trecho para alcanzar la avenida y en medio de esa arena desértica convertida en barro por la humedad, me sorprendió descubrir un ramillete de flores amarillas muy pequeñas que con su belleza desafiaban lo inhóspito que son los lugares en la ciudad donde aún no existe tanta urbanización.
Me hubiera encantado que las vieras... No sé porque razón no se me ocurrió tomarles una foto... Quizá de modo inconsciente lo hice a propósito porque tal vez sería más especial que tú mismo (a) las imaginaras... Aunque no podía detenerme porque el tiempo y sus minutos venían pisándonos los pasos, me encantó que la vida me diera el regalo de descubrir eso en el camino, porque de alguna manera sentí que tanto tú como yo, -o cualquier otra persona- podemos ser como ese montón de flores silvestres, que en medio de todo lo ordinario y bajo ese tipo de suelo tan árido en el que nada crece tan fácil, cada uno de nosotros podemos llegar así de pronto y con nuestros pensamientos y mucho más nuestras acciones, provocar que el panorama sea mucho más hermoso y distinto.
Yo iba en silencio, pero mis ideas para compartirte a través de este escrito no paraban de hablar, de escribirse como si tuviera la posibilidad de plasmar letras de colores en el aire. A veces imagino eso, que los pensamientos son como cartas que escribes utilizando el cielo como lienzo, ese mismo espacio donde dicen que Dios habita y desde el que lo puede ver todo, y que a mi me gusta más imaginar que más allá de donde terminan las nubes grises y la vista ya no me alcanza, (a pesar que no sea cierto); en días como este o con niebla, puedes encontrar el mar.
Este día pasará, pero de alguna forma hoy logré atraparlo y hacerlo eterno, para que independientemente de si eres alguien que constantemente me vista o llegaste hasta aquí buscando otra cosa en el ciberespacio, lo vivas, lo imagines y lo disfrutes de la misma forma que lo he hecho yo.
Ojalá llegue hasta a ti toda esa magia que se salvó de mojarse de una lluvia constante, ojalá que después de recorrer todas estas palabras te quede en el alma y al cerrar los ojos el aroma a humedad y la sensación de tus zapatos llenos de barro, tras haber dejado huellas cautelosas sobre un camino resbaladizo a un costado del asfalto...
Ni tú ni yo estábamos descalzos, y quizá podríamos haber cerrado el paraguas para disfrutar de una mañana hermosa en la que a Dios se le ocurrió nuevamente regar las pocas plantas que existen en una ciudad desértica y limpiar de golpe las luces que de noche iluminan toda la ciudad.
Dicen que la lluvia seguirá mañana, y es muy probable que también durante los próximos días; apenas son los primeros amaneceres de un mes nuevo, pero si algo es seguro es que los días grises pasarán al igual que cualquier pensamiento o problema que en este instante tengas tú.
La vida es muchas veces complicada, pero en contraposición es mágica y hermosa en días como este, en que a miles de kilómetros (y tal vez sin haberte visto nunca a los ojos); a través de esta página suelta me permite compartirte y conversar contigo en el silencio, haciendo que agradezca la posibilidad de aún con prisa y bajo ese paraguas, disfrutar por el hecho de estar aquí en el presente que no sé si para ti será parte del futuro, y mostrarte lo que veo, lo que hay dentro de mi cabeza y mi alma en un día ordinario y con lluvia, porque eso de alguna manera es como caminar descalzo y sin prisa, mientras el agua te acaricia el rostro y la planta de los pies...
Gracias por acompañarme a vivir este día, y por el milagro de estas letras compartidas en el tiempo.
El simple hecho de imaginar esa pequeña posibilidad de compartir contigo ese instante en el tiempo me dio felicidad... Todavía faltaba un largo trecho para alcanzar la avenida y en medio de esa arena desértica convertida en barro por la humedad, me sorprendió descubrir un ramillete de flores amarillas muy pequeñas que con su belleza desafiaban lo inhóspito que son los lugares en la ciudad donde aún no existe tanta urbanización.
Me hubiera encantado que las vieras... No sé porque razón no se me ocurrió tomarles una foto... Quizá de modo inconsciente lo hice a propósito porque tal vez sería más especial que tú mismo (a) las imaginaras... Aunque no podía detenerme porque el tiempo y sus minutos venían pisándonos los pasos, me encantó que la vida me diera el regalo de descubrir eso en el camino, porque de alguna manera sentí que tanto tú como yo, -o cualquier otra persona- podemos ser como ese montón de flores silvestres, que en medio de todo lo ordinario y bajo ese tipo de suelo tan árido en el que nada crece tan fácil, cada uno de nosotros podemos llegar así de pronto y con nuestros pensamientos y mucho más nuestras acciones, provocar que el panorama sea mucho más hermoso y distinto.
Yo iba en silencio, pero mis ideas para compartirte a través de este escrito no paraban de hablar, de escribirse como si tuviera la posibilidad de plasmar letras de colores en el aire. A veces imagino eso, que los pensamientos son como cartas que escribes utilizando el cielo como lienzo, ese mismo espacio donde dicen que Dios habita y desde el que lo puede ver todo, y que a mi me gusta más imaginar que más allá de donde terminan las nubes grises y la vista ya no me alcanza, (a pesar que no sea cierto); en días como este o con niebla, puedes encontrar el mar.
Este día pasará, pero de alguna forma hoy logré atraparlo y hacerlo eterno, para que independientemente de si eres alguien que constantemente me vista o llegaste hasta aquí buscando otra cosa en el ciberespacio, lo vivas, lo imagines y lo disfrutes de la misma forma que lo he hecho yo.
Ojalá llegue hasta a ti toda esa magia que se salvó de mojarse de una lluvia constante, ojalá que después de recorrer todas estas palabras te quede en el alma y al cerrar los ojos el aroma a humedad y la sensación de tus zapatos llenos de barro, tras haber dejado huellas cautelosas sobre un camino resbaladizo a un costado del asfalto...
Ni tú ni yo estábamos descalzos, y quizá podríamos haber cerrado el paraguas para disfrutar de una mañana hermosa en la que a Dios se le ocurrió nuevamente regar las pocas plantas que existen en una ciudad desértica y limpiar de golpe las luces que de noche iluminan toda la ciudad.
Dicen que la lluvia seguirá mañana, y es muy probable que también durante los próximos días; apenas son los primeros amaneceres de un mes nuevo, pero si algo es seguro es que los días grises pasarán al igual que cualquier pensamiento o problema que en este instante tengas tú.
La vida es muchas veces complicada, pero en contraposición es mágica y hermosa en días como este, en que a miles de kilómetros (y tal vez sin haberte visto nunca a los ojos); a través de esta página suelta me permite compartirte y conversar contigo en el silencio, haciendo que agradezca la posibilidad de aún con prisa y bajo ese paraguas, disfrutar por el hecho de estar aquí en el presente que no sé si para ti será parte del futuro, y mostrarte lo que veo, lo que hay dentro de mi cabeza y mi alma en un día ordinario y con lluvia, porque eso de alguna manera es como caminar descalzo y sin prisa, mientras el agua te acaricia el rostro y la planta de los pies...
Gracias por acompañarme a vivir este día, y por el milagro de estas letras compartidas en el tiempo.
¡Nos leemos pronto!
Comments
Estoy de acuerdo contigo, la lluvia es una bendición, a mi me encanta caminar bajo la lluvia, siempre que puedo lo hago, suelo llevar mi cel y escuchar "Si tu vois ma mére" de la película Midnight in Paris. me encanta escuchar esta melodia cuando llueve, me recuerda un pequeño arco iris que formo parte de mi historia, gracias por compartir momentos tan especiales con todos los que llegamos a una cita más a tus paginas sueltas y de colores.
Un abrazo!