Soledad Contigo

Antes de que llegaras tú, ella llevaba bastante tiempo aquí conmigo.... Era tan parte de mis silencios, que podía escuchar la voz de mis pensamientos aunque yo no pronunciara palabra alguna.

A ella nunca le conté como a ti, pero conocía cada detalle de mi historia... Supongo que aprendió a leerme entre las líneas de mi alma mucho antes de que la materializara en letras, y sin necesidad de tocar, conocía perfecto, a detalle la dimensión y la textura de cada una de las cicatrices que el pasado deja y no son tan perceptibles ni estando cerca, debajo de la ropa, encima de la piel...

Yo no te conocía aún, pero ya de ti le hablaba... No tenía ni la menor idea de como serías físicamente, pero en los instantes del día en que más me hacías falta, le hablaba a ella de ti, de que tenía muy claro cómo era exactamente tu alma, que eras una mujer hermosa, y que sin importar el abrigo de piel y huesos que llevaras puesto por fuera, cuando te encontrara... Sin importar dónde, ni cómo, yo sabría reconocerte... Y así fue.

Sí es verdad... Te confundí con alguien más un par de veces... Pero ella, que hasta entonces me conocía mejor que nadie; y a solas con mis propios pensamientos, me hizo ver, y entender después de muchas lágrimas, que estaba equivocada y ese no era el camino correcto.

Eres parte de mi presente.... Y hasta ahora entiendo que todo cuanto viví fue parte del camino que era necesario recorrer para poder encontrarte.

Tantas veces mientras duermes, o en los instantes en que me cuentas cualquier cosa y yo me pierdo en tus ojos, sigo preguntándome si de verdad te he encontrado o es algo tan simple como que el amor se construye cuando en el camino y entre millones de personas, la vida te permite conocer a alguien tan libre como tú.

Ella sigue siendo parte de mi, aunque tú estés ahora, pero la soledad contigo se volvió algo interesante por descubrir.

A veces la compartimos... Sabes que está ahí cuando me quedo en silencio y me preguntas: ¿en qué pienso?... También se hace presente en los instantes de cercanía física, (sin importar si es o no de madrugada), mientras tus sueños y mis pensamientos viajan en direcciones opuestas y a millones de años luz.

Me encanta que entiendes perfecto eso... Me tomas de la mano como en un intento de no separarte de mi aunque estemos lejos... Sabes que me encanta pasar mis días contigo, pero hay otros en que necesito también estar sola, inmersa en mi mundo...

Cuando vuelvo a buscarte, por eso es mágica la sensación de que hay tanto por contar y compartir aunque en apariencia se haya detenido el tiempo.

Sé que tú la conoces también... Yo respeto tus espacios con ella. La veo asomarse en tus silencios, cuando no dices nada y sólo respiras profundo y me abrazas antes de dormirte, o en la manera en que me buscas cuando algo te agobia o te despiertas de pronto, luego de un mal sueño.

Procuro estar ahí para ti, cuando eso sucede, pero me encanta y me vuelve mucho más feliz cuando se hace presente entre tú y yo sin decir palabras... En el punto del día en que volvemos a encontrarnos y sólo con miradas largas y sonrisas, entiendes que pase lo que pase y sin importar por cuanto tiempo sea, quiero estar cerca de ti.

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