Ella...


Ella miró sus pies y su cuerpo desnudo frente al agua, miró sus ojos, su cabello, su rostro y todo lo que ella era en ese momento... Entonces se dio cuenta que había llegado la hora: que este era el tiempo de volverse adentro para nutrirse y empezar de nuevo... Replegarse, tomar un respiro profundo, reconocer si su palabra iba coherente con su voluntad y mirar su fidelidad estaba puesta en su verdadero hogar: Ella.

En el silencio del reflejo, en las ondas dulces del agua depositó su cansancio... ¿Qué estás cansada de cargar sobre tu espalda? ¿Qué llevas en ese caparazón que no te permite ya avanzar? ¿Qué estás cansada de querer sanar sin que quiera sanarse: tu linaje, tu pareja, los aparentes errores en los que caes una y otra vez?

La Abuela Luna mirando desde el agua la invitó a soltarlo todo... Para admirarse mejor, desnuda y vacía, completamente ella, sin ser la hija, la hermana, la amiga, la mujer de... Todo eso que etiquetó a cuestas para poder "ser".

Y entonces, ahí desnuda frente al agua y las estrellas, se encontró que ella era lo sagrado femenino: Has llegado a casa -le dijo la Abuela Luna-

"Píntala ahora de cielo, cubre las necesidades de tu corazón, permítete recibir y dar en equilibrio, sé para ti y luego si quieres, compártete, sé luna radiante, honra tu fuego interno, ámate, nútrete, cuídate, y todo lo que tejas en tu vida, céntralo en el arte de ser para ti primero: en el arte de ser tu propio hogar".

P.D: Lo leí por ahí, y me encantó...

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