Encuentro con el hombre más guapo del mundo...
Siempre he pensado que todas las cosas que he vivido y que con el paso de los años se han convertido en recuerdos, son como fotografías que se van quedando guardadas en mi memoria y también muy dentro de mi corazón... (sí, aunque suene bien cursi 😂).
Al igual que sucede con los álbumes fotográficos que todos tenemos en casa, algunos de esos recuerdos los tengo demasiado presentes, mientras que otros me acuerdo exacto del día y del instante en que sucedieron, e incluso hay algunos momentos que son como mis fotos favoritas de siempre... Algo así como las fotos con estrellita que hoy se guardan en la memoria del celular.
De esas imágenes es bien fácil hablar, porque son las que uno recuerda a detalle hasta con los ojos cerrados, mientras que existen también las que con el paso del tiempo han quedado en el olvido, algo así como las fotos de infancia que muchos papás y abuelos guardan; y un día de pronto, un aroma, un color o un pequeño detalle simple, las trae al presente para revivir un montón de emociones y sentimientos.
Eso es justo de lo que quiero hablar hoy... De una memoria muy linda que ni siquiera recordaba... Todo empezó yo creo que a finales del año pasado, cuando empecé a ver la segunda parte de una telenovela que se transmitió hace ya más de una década y justo ahí lo volví a ver, al hombre más guapo del mundo.
En ese tele drama él interpretaba el personaje de un doctor. En específico un cardiólogo... Él estaba casado nada menos que con la protagonista de esa historia, y conforme pasaron los días, su personaje se reveló como un buen hombre, enamoradísimo de su esposa, pero fue muy curioso también descubrir que esa personalidad tan interesante y atrayente; así como su gran sentido del humor y su caballerosidad y que eran en gran parte algunas de las características que él poseía en la vida real eran justo lo que a medida que pasaban los capítulos, volvieron a "Gerónimo Cárdenas" un personaje tan entrañable.
Hablando ya de la vida real y por ende, de mi propia historia, yo lo conocí por cuestión de trabajo, pero jamás me imaginé que iba a ser alguien que me impactaría tanto. Era la época en que yo trabajaba en una agencia de publicidad (donde sucedieron las mejores cosas dentro de mi vida como profesionista) y en esa ocasión me tocó asistir a la cobertura de un requiem a Agustín Lara en el campus de mi ciudad del Tec de Monterrey.
La verdad no recuerdo el año exacto; lo único que tengo muy presente es que fue una etapa padrísima en la que el departamento de difusión cultural de esa escuela organizaba eventos increíbles que iban desde la lectura de teatro en atril, montaje de los grandes musicales de Broadway; así como conciertos homenaje a grandes personalidades de la música, en los que los alumnos del campus participaban, pero eran abiertos al público en general también, porque siempre el personaje principal era interpretado por un actor o cantante de prestigio y fue en uno de esos eventos donde yo lo conocí a él.
Yo siempre llegaba súper temprano cuando me asignaban esos eventos, porque me gustaba percibir la atmósfera que había desde antes de empezar el evento. Fue así, mientras andaba por los pasillos del gimnasio donde siempre se realizaban ese tipo de eventos y esperaba a mi compañero fotógrafo, que me encontré con un chavo medio fresilla que se llama Víctor, quien era egresado de esa escuela y quien ahora pertenecía al grupo de Ex-A-Tecs, quienes eran también organizadores del evento, y como él ya me conocía bastante bien porque era muy amigo de mis jefes, en cuanto me vio me jaló del brazo y me llevó a la parte de camerinos, mientras me decía que me iba a dar "chance" para que tuviera la exclusiva y entrevistara al actor protagonista del evento de esa noche.
Entrevistar, fue una de las cosas que siempre disfruté de ese trabajo, por lo regular trataba de prepararme cuando sabía que iba a entrevistar a alguien, pero cuando era algo imprevisto como en esa ocasión, siempre buscaba la forma de resolverlo, pues muchas veces el mismo entrevistado te da la pauta para formular preguntas interesantes... El caso es que esta vez no fue así...
En cuanto entramos al camerino, él estaba de espaldas, Víctor lo llamó como si lo conociera de toda la vida y me presentó. Bastó que se acercara y me diera la mano para que yo empezara a temblar.
Lo había visto miles de veces en la televisión, pero nunca, ni en mis más locos sueños imaginé que su personalidad me impusiera tanto, al grado de ponerme tan nerviosa. Estaba vestido de smoking negro, impecablemente afeitado y peinado y con un aroma exquisito. Se veía tan guapo, que hasta la fecha del día de hoy es todo lo que recuerdo, porque a pesar de que hablamos durante un buen rato previo a la tercera llamada que anunciaba que debía salir al escenario, las preguntas y respuestas que fueron parte de la nota que debe estar por ahí en alguna revista publicada, no están en mi cabeza ya.
Todo eso ni siquiera lo recordaba, hasta el día en que vi el primer capítulo de esa telenovela donde salió. En la trama su personaje era tan apasionado por la vida, tan íntegro y caballeroso, que fue lo que me trajo al presente el recuerdo primero del aroma tan rico de su loción y después lo extremadamente nerviosa que yo estaba esa vez, sentada frente a él y que no sé si pude disimular, porque de verdad sentía que me temblaban las piernas cada que él me miraba directo a los ojos para responder lo que le estaba preguntando.
Su nombre es Héctor Bonilla, en la actualidad tiene 82 años, pero en la época que yo lo conocí debe haber tenido alrededor de 50. En la telenovela todavía se veía bastante guapo (a pesar de ser ya un hombre mayor), y es uno de los actores más reconocidos por su trayectoria en México. Más allá de todo eso y de que hace ya algunos meses terminé de ver esa antigua telenovela, quise compartir en letras ese recuerdo, que no obstante que ya está un tanto borroso y deteriorado, lo guardo como algo muy valioso porque aunque la vida me llevó por otro camino muy diferente, hasta el día de hoy lo recuerdo a él como el hombre más guapo del mundo y él único en toda mi vida que me hizo temblar como gelatina.
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