En la Carretera de la Vida
Noveno mes del año otra vez, y sigo aquí, todavía sobre la carretera de la vida.
Hay días en que siento que mi existencia es eso, paso una buena parte del día en el carro, manejando de un lado a otro, atravieso la ciudad de lado a lado, y en los días recientes con un nuevo trabajo (sí, uno aparte del que tengo hace 2 años con el "mini-emprendimiento"), y del cual no puedo hablar mucho; pero el punto es que es este último el que me ha hecho reflexionar acerca de lo siguiente:
Mi vida en los años recientes es como un viaje en carretera. Mi vehículo es mi cuerpo, que con sus fallas y capacidades me lleva y me trae diariamente para cumplir con las obligaciones terrenales que tengo aquí.
Desde siempre, las pocas o muchas veces que he tenido oportunidad de viajar, a mi me gusta tomar nota de las cosas interesantes o que me sorprenden en el camino; y algo así sucede también con cada uno de los días que he vivido hasta hoy.
En el capítulo que corresponde a este punto cronológico que vivo, hay días en que manejando he visto cosas muy lindas y otras no tanto; e incluso hay días en que lo que soy yo realmente; Mi espíritu, lo que hay dentro de mi cuerpo físico necesita salir para hablar de las cosas que necesito, las que me incomodan o aún no proceso del todo (y por lo mismo no he resuelto); pero también me gusta que ese ser interno salga, porque aparte de ser quien toma nota de lo que es lindo o sorprendente en el camino, es quien la mayoría de las veces me da la paz para bajar la velocidad, lograr apagar el cerebro cuando ya estoy en mi cama, relajar mi cuerpo físico tan cansado al final de la semana, y más importante aún: Me dicta la pauta para retomar el camino correcto cuando tengo dudas o miedo.
Hay días en que mi espíritu me cuenta cosas padrísimas que tiene en sus apuntes mentales, que se convierten en ideas muy buenas para nutrir estas Páginas Sueltas y de Colores... Hace un par de días por ejemplo, vimos a una mamá con una niña muy pequeña (como de 5 ó 6 años), caminando por la carretera a las 5 am... Antes de eso, en un semáforo, a un chico haciendo un poco de ejercicio, flexionando sus rodillas, usando una banca, mientras esperaba el transporte colectivo (que desconozco si lo llevaría de ida o regreso a su casa o trabajo)... Y que en concreto, esas dos personas son apenas una pequeña muestra de que las historias se escriben de maneras distintas desde muy temprana hora del día, y eso es la vida... La mía, es una historia más.
Esto que menciono es como una manera de explicar en letras que en la carretera de la vida veo diariamente un montón de cosas que son como pasar delante de un paisaje muy bonito, pero a una velocidad tan rápida que no me da la vida para escribir de manera detallada al respecto... Sólo alcanzo a anotar rápidamente y de forma breve algún aspecto importante que me recuerde más adelante lo que vi y así poder compartirlo "en cuanto haya oportunidad"...
En este momento esa esa una de mis prioridades... Darme ese espacio, porque sé que esa es una de las necesidades más grandes que tiene mi alma: escribir acerca de todo lo que siente y ve, también de lo que sueña; y lo digo no en el sentido literal de las cosas que quiero y deseo lograr en este mundo físico, sino hablo también del mundo imaginario, cuando mi cuerpo físico está descansando y es en ese espacio indeterminado, donde aparecen sueños que parecen historias que aún no he contado, pero sé que debo hacerlo porque me dejan pensando, y al mismo tiempo sé que al hacerlo, es para mi alma, una forma natural de respirar...
Con el paso de los años he entendido que independientemente de lo que haga, de la prisa que tenga y de como me vaya, tengo que hacer eso, porque es parte de que mi cuerpo físico esté bien también... No sé si me de a entender, pero es así... En este momento sigo aún sobre la carretera de la vida, todo sucede muy rápido, en este instante estoy escribiendo, y en un parpadeo de pestañas ya voy manejando, de camino al trabajo, es ya de madrugada y voy otra vez de regreso, a veces con uno que otro fantasma del pasado como copiloto en el asiento de al lado, pero mi respiración y las luces de otros autos se encargan de ahuyentarlos y ponerme las manos en las mejillas para que me concentre en el presente y me mantenga alerta; mientras que hay otras ocasiones en que mi mente racional me recuerda los pendientes que siguen para la siguientes horas o me trazan la ruta de viaje que debo tomar para llegar a tal o cual lugar...
Así es esto... Quiero contar mil cosas, pero por lo pronto esto es lo que el tiempo permite... Me siento muy, muy cansada físicamente. El 2020 fue un año de cerrar ciclos, de cambiar muchas cosas, algunas de manera dolorosa, aún con eso fue un año muy bueno, este no ha sido la excepción y mientras mi cuerpo y mi espíritu viajan a diario de día o de madrugada, voy buscando la forma de cuidar en la medida de lo posible mi vehículo físico (y no me refiero a mi auto, que también es importante para poder hacer ambos trabajos); sino de este cuerpo de 46 años que tanto he usado y disfrutado, y que agradezco cada día poder tener con sus capacidades completas hasta ahora, y que es lo que me permitirá experimentar lo que siga... Espero que sea todo de la manera más amorosa posible.
El viaje sobre la carretera de la vida continúa y a pesar de la velocidad tan vertiginosa, en alguno de los recesos y descansos en casa, espero poder venir aquí a transcribir algunos de los apuntes dictados desde el alma, donde hable de alguno de los sueños o de las cosas interesantes que descubro en fracción de segundos sobre las calles y avenidas principales de esta desértica ciudad.
Gracias por permitirme ver la vida desde distintas perspectivas.
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