Lugar Seguro
Llevo poco más de cinco años en el camino de ida y regreso... Observando tras el cristal, el inicio o el final del día... Las líneas que señalan un camino y el sendero que delimita la luna en los lugares donde sólo prevalece la oscuridad.
La mayor parte del kilometraje lo he acumulado sola, pero han habido algunos en los que el silencio se rompió con una charla interesante un viernes luego del trabajo, o en un domingo lleno de risas, con alguien del lado del copiloto cantando al unisono de la radio.
Los caminos casi siempre son los mismos.... Da igual si son calles abarrotadas o avenidas en solitario, de madrugada antes de que el sol regrese y se asome tras la montaña luego de haber cruzado el océano... Todo en apariencia sucede como un incesante ciclo, en el que un día bajo los cristales por completo para sentir como entre más rápido viajo el viento pasa de igual forma entre mi rostro y por mi cabello, mientras que hay otros en que me resguardo por completo de la brisa gélida, o el polvo que el viento esparce de manera violenta entre los edificios y calles.
Da igual la hora, si es de tarde o madrugada... Entre canciones o el sonido imperceptible de mis propios pensamientos, he descubierto que dentro de ese pequeño espacio que se encuentra siempre en movimiento está desde hace tiempo mi lugar seguro.
Ahí siento, ahí pienso, ahí, imagino, ahí lloro, ahí sueño.... Da igual si la distancia a recorrer es poca, o demasiado prolongado el tiempo con rumbo hacia cualquier destino, encapsulada en esa estructura de fibra de vidrio, sobre ruedas y entre 4 puertas yo he encontrado mi refugio y mi propio lugar.
No recuerdo donde lo leí alguna vez, pero dicen que la mayoría de los seres humanos pasamos una gran parte de nuestra vida en el intento inconciente de replicar la seguridad de cuando estuvimos dentro del vientre materno.... Yo no sé si eso será verdad y hablando sólo por mi puedo decir que sin importar mucho las dimensiones, los espacios donde puedo estar conmigo misma y en silencio, desde niña han sido mi remanso de paz.
Desde que tengo uso de razón yo jugaba a imaginar, y debajo de mis cobijas yo tenía un universo mágico donde todo era posible y estaba conectado al mundo real sólo a través de una simple ventana repleta de macetas llenas con flores y por dónde cada vez que amanecía, al entrar el sol, era la señal inminente de que había que regresar ya al mundo real.
Crecí, pero no me hace grande.... Mi lugar seguro ya no está en la cama de una niña pequeña que estaba convencida que todos los niños podían volar cuando los adultos no los veían, pero hay tanto de ella que sigue dentro mío y es en parte lo que me sirve ahora para contar historias.
Sigo soñando también con esa cabaña imaginaria que describí alguna vez en este espacio, y que es otra especie de refugio donde se puede hablar con Dios o donde se puede llegar y sentarse en un cómodo sillón para escapar un rato de todo lo que existe en el mundo real, para encontrarme con mis propios pensamientos o simplemente respirar y suspirar...
Yo no sé si cada persona tenga su propio lugar seguro, pero el mío es ese... Se puede incluso estar físicamente y en tiempo presente haciendo cualquier cosa en el mundo real, y con la mente y el alma viajar en un segundo hasta ese espacio tan secreto como imaginario, tal como si el simple hecho de desearlo fuese un super poder.
Quizá haya una conexión entre ambos lugares, y a la par de darme cuenta que con cada escrito que comparto aquí es como si invitará a cada persona para acompañarme y permanecer en cualquiera de esos 2 refugios; me encanta pensar también que cada vez que alguien viene a este blog, puede estar llegando a un refugio.... Un lugar donde se puede tomar un respiro, olvidarse por un momento de todo lo agobiante que hay afuera, para encontrar algo que le nutra el alma o simplemente se pueda conversar de lo que no es común o trivial...
Espero no estar equivocada y que así sea... Hoy yo quería hablar de lo que para mí es parte de mi mundo introspectivo que no obstante que es muy evidente en el mundo físico, nadie hasta ahora había conocido mi lugar seguro y sólo ha sido perceptible y de fácil acceso a través de mis letras.
Eso es lo de menos... Me encanta tal y como está... Y tú, eres bienvenido o bienvenida cada que quieras acompañarme.
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