Sólo pasaba por aquí...

A veces extraño mis letras, me extraño a mi misma atrapando historias, me extraño en silencio porque es cuando de verdad puedo escucharme y saber de verdad que es lo que tengo para contar.

La velocidad y las obligaciones del mundo real me atrapan, aunque hay ocasiones en que en el lapso de un semáforo en rojo con el vapor incipiente que atraviesa el cristal y me quema en pleno medio día, logro escapar de mi cuerpo y mi mente viaja de la mano de un sueño hermoso que refresca mi corazón y mi alma como un básamo en medio del desierto, porque tan sólo sucedió justo un par de horas atrás, exactamente un instante antes de despertar.

A veces es una idea para una historia... Otras una pregunta de esas que no tienen nada que ver con el mundo y su cotidianidad... De esas que propiciarían que si la expresara a cualquier persona terminaría viéndome como si algo no funcionara bien en mi cabeza; pero eso es lo de menos; de verdad quisiera saber como experimentas las emociones cuando ya no posees un cuerpo físico... ¿Será diferente?, ¿Será verdad que las cosas se ven mucho más grandes y los colores más vivos e intensos?... Cada vez tengo más hambre de saber y aprender sobre esas cosas....El claxón del conductor que viene en el auto detrás de mi me devuelve de golpe a la realidad y sigo mi camino de nuevo.

Hoy es el último día de el quinto mes, en un punto cronológico donde la vida ha sucedido a una velocidad sorprendente... Pasaron muchos días en los que quise venir a escribir todo cuanto ha pasado, pero en lugar de materializarlo en letras detalladas, lo empiezo a plasmar en tropel: Aprendi a crear invitaciones digitales, también a manejar drones... Pasé las semanas recientes entre angustiada y estresada por cosas de trabajo y por haber estado en el hospital pendiente del corazón de la persona que es mi pilar en este mundo y quien me regaló el boleto de acceso para venir a esta experiencia terrenal.

Hace apenas muy poco en esos instantes en los que siempre algo relacionado con el mundo real me interrumpe, pensaba en que hay días que son cuesta arriba, porque te cuesta trabajo salir de la cama, porque el cuerpo te duele por el cansancio, porque todo es tan difícil siempre, porque siempre hay algo pendiente por resolver, porque trabajas y el dinero es insuficiente, porque extrañas tanto a alguien que ni siquiera está ya desde hace mucho tiempo (y no puedes decirlo porque a nadie le importa); pero al mismo tiempo de manera muy contradictoria, te encanta vivir, has tenido días también muy buenos en los que alguien te ha hecho reír hasta provocar que te duela la panza y se te salgan las lágrimas; porque en el fondo sigues siendo esa niña curiosa a la que le encanta investigar y aprender cosas aunque por fuera estés dentro del cuerpo de una mujer adulta.

El último día del mes ya se está terminando.... Hoy no fue un día cuesta arriba, no me dolió la cabeza por no haber dormido bien y sólo pasaba por aquí para escribir retazos de todo cuanto no he contado... Hablar de que hace poco descubrí que en las noches en que leo un poco cualquier libro o historia que no tenga nada que ver conmigo y que en los últimos instantes antes de irme a dormir, si dejo el celular fuera de mi alcance y apagado por completo, algo extraño pasa, que he empezado a soñar otra vez y a recordar a la mañana siguiente lo que sucedió mientras mis ojos permanecian cerrados en el mundo real.

Hay tantas letras atrapadas en mi interior, pero no sé como ordenarlas para contarlas... He pensado que si voy y las busco entre la tinta y el papel podría encontrar lo que todavía no sé que estoy buscando y eso sería para mi como aquellos días del pasado en que mientras viajaba en un transporte de camino al trabajo, imaginaba hasta casi convencerme de que tras las montañas encontraría un día el mar.

Me cuesta escapar pero de alguna manera lo logro... No está ya con quien podía sentarme a charlar durante largas horas arriba de la azotea mientras veíamos las estrellas, pero a pesar de que la ausencia se vuelve una cicatriz que siempre te duele (aunque no la apachurres), con el paso del tiempo me he dado cuenta que a pesar de las preocupaciones y responsabilidades propias de la vida adulta, me encanta vivir y quiero seguir aquí.

Sí es verdad que a veces estoy triste y mi cuerpo físico está demasiado cansado; pero recuerdo un par de sueños que tuve durante dos madrugadas recientes y vuelvo a recordar que soy algo más que todo eso; y es entonces cuando quiero comerme al mundo en tres mordidas, que quiero pasar más tiempo soñando y creando que en el trabajo, que observo mi propio reflejo en un par de ojos transparentes, de color inusual y que son en este momento una de las anclas más fuertes para que yo no sólo me levante en esos días en que ni siquiera lo deseo porque mi alma se siente enferma; y es algo hermoso, de inconmesurable valor en el balance que minimiza las pérdidas.

Sigo deseando cosas que tienen más valor que lo material, pero también es verdad que hay días en que aún con el agotamiento impregnado en cada uno de mis poros y tocando cada uno de mis huesos, he disfrutado mucho de charlas, momentos y de silencios aunque no haya tenido oportunidad de escribir nada para contarlos, para no dejar que se los lleve el tiempo.

Hace poco leí una entrevista en donde un actor decía que "amaba lo que hacía", pero quería llegar a un punto de tener la oportunidad de hacerlo con menos frecuencia, para dedicarse también a otras cosas que son parte de la vida:  como sentarse en la playa sin prisa a leer un buen libro, pasar más tiempo conversando con sus amigos; y entonces me sentí identificada con él por completo porque ese ha sido mi objetivo desde hace ya varios años... Aún no lo he logrado y desconozco si lo haré, pero sigo insistiendo... No hay un mapa preciso que indique el camino, pero pues tal vez la vida sea eso; experimentar con todos los sentidos cada cosa que te toque experimentar durante el trayecto que no sabes si al final de tu vida te llevará hacia ese lugar.

Sólo pasaba por aquí, y hoy antes de irme a descansar me he tomado unos minutos para sentarme aquí y escribir todo lo que traía ya desde hace varios días por dentro; y aunque no haya ya con quien subir a la azotea para ver el cielo sin importar la cantidad de estrellas que se perciban; me sigo sintiendo feliz por estar viva, por continuar todavía aquí; pero sobre todo porque esta noche es como si tú que me lees hubieras subido a la azotea para escucharme; sentarte a platicar y atrapar suspiros junto a mi.

¡Hasta mañana!  

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