Sueño
Sábado 20 de Junio, 2024.
Soñé anoche a Vane.
Ni siquiera me fui a dormir pensando en eso, pero aún así sucedió.
Me fui a la cama relativamente temprano y una de las últimas cosas que vi en redes fue un video que alguien subió sobre el 32 aniversario luctuoso de Makahui, los compañeros de preparatoria quienes tuvieron un accidente y fallecieron en su mayoría, y a quienes a lo largo de los años en el blog les dediqué año con año algún escrito a modo de homenaje; pero que en esta etapa reciente del blog (como un par de años decidí que a ellos, al igual que a Soraya), era tiempo de dejarlos ir, sin que eso signifique que me haya olvidado de ellos por completo). De hecho el día de ayer, mientras estaba en una entrevista de trabajo -en la que por cierto me fue muy bien- me acordé de pronto que era la fecha del aniversario luctuoso; y ya en la noche me encontré con una imagen y el video que fue de las últimas cosas que republiqué antes de que el sueño me venciera, fue así como después de varios días en que sólo soñe una sola vez algo lindo que ni siquiera escribí, que se dió ese sueño.
No fue tan de madrugada, yo creo que habrá sucedido cerca de las cinco de la mañana. En el mundo irreal yo iba caminando por algún lugar y de pronto encontraba la entrada a una cueva, que no era como regularmente se conocen. La entrada si era parecida, pero en el interior no estaba oscuro ni profundo, era más bien como un a especie de arco terregoso y sólido en el que de pronto veía justo a uno de los muchachos de Makahui de los que yo conocía sólo de vista y era precisamente él quien me invitaba a entrar.
Yo aceptaba su invitación y lo seguía llena de curiosidad. El camino era cuesta arriba y tal y como lo suponía esa cueva era sólo el punto de acceso hacia otro espacio que muy probablemente estaba fuera de la realidad que conocemos como tal. Lo primero que encontrábamos al paso era como una iglesia y aunque al chico de Makahui lo perdía de vista en ese sitio, una voz me decía que ese era un lugar donde habitaba la gente que ya no existía en la tierra y que si yo quería podía ver a quien yo quisiera. Cuando la voz de ese alguien (que parecía ser un hombre y que no era atemorizante, sino cordial y llena de serenidad), ni siquiera lo dudé por un segundo y de inmediato mi respuesta fue el nombre de Vanessa.
Supe que mi petición fue concedida porque de inmediato surgieron ante mi diversos caminos que podía tomar. Eran como si fueran una especie de distintas bifurcaciones que conducían a diversas realidades distintas. Yo seguí sin dudarlo la primera y de inmediato llegaba hasta una especie de patio enorme donde había mucha gente en un evento abierto, como una charla o conferencia donde todos escuchaban atentos a la persona que desde el centro exponía y que evidentemente era Vane.
Dentro del sueño, mientras yo me abría paso entre las personas con toda la intención de acercarme, me llevé una sorpresa muy grande al descubrir que Vane era alguien muy distinta. O sea, si era ella físicamente, pero se veía como una mujer madura de poco más de 60 años y para el instante en que yo logré acercarme a poca distancia de donde estaba, su plática o discurso había terminado y la gente se estaba empezando a dispersar y a mi me daba tanta felicidad vela aunque fuera así que procuré quedarme rezagada con la gente que quería acercarse para hablar con ella o felicitarla, y cuando tocaba mi turno yo la saludaba tomándola de la mano y de una manera tan efusiva que no ocultaba para nada mi felicidad por verla, que a ella le desconcertaba de tal modo que me preguntaba si me conocía de alguna parte. Yo le respondía que no, pero intentaba disimular y justificarme diciendo que era una gran admiradora de sus letras y aprovechaba para presentarme. Ella seguía tan desconcertada como sorprendida y supongo que por su expresión suponía que era una especie de fanática loca. Luego más personas se acercaban a ella y yo me quedaba unos minutos ahí viendo como era ya en esa etapa de su vida en la que evidentemente en el plano terrenal ni siquiera llegó y más curioso aún: tal como si estuviera inmersa en otro tipo de existencia que para quienes la conocimos nunca existió.
No tuve tiempo de reflexionar ni siquiera un segundo en eso, pues cuando menos lo pensé ya estaba de nuevo siguiendo otro camino que de forma rápida me llevó hasta el lugar en el que en un inicio llegué siguiendo al chico de Makahui. Era como si hubiese vuelto al primer punto donde esa especie de iglesia se veía al igual que al principio pero a través del pasillo central mis ojos descubrieron a una niña traviesa de cabellos oscuros que andaba jugando y brincando por todos lados. Cuando estuve más cerca de ella descubrí esos inconfundibles ojos marrones, era nuevamente Vane y aunque yo no la conocí de esa edad (sólo me mostró y uno de los tantos regalos que me dio en vida fue una impresión de una foto cuando tenía mucho menos edad de como yo la estaba viendo en el sueño), fue una sensación curiosa... Algo así como si la vida o lo que sea que fuera que me estuviera dando la oportunidad de realizar ese recorrido en ese plano que evidentemente no tenía nada que ver con lo humano y lo real, quisiera que la conociera en formas o etapas que de otra manera no habría sido posible.
En ese espacio ella nunca me hizo caso. Aunque si volteó cuando la llamé por su nombre, estaba más interesada en seguir jugando. Se fue alejando dando de brincos y curioseando todo alrededor de aquel sitio que parecía iglesia, y en mi interior yo sabía que por más que lo intentará no me haría caso.
Así mientras la seguía me encontré de pronto recorriendo la siguiente opción del camino. A la Vane niña la perdí de vista y mis pasos me llevaron hasta una especie de salón donde había muchos jóvenes como trabajando en un proyecto. Tenían hojas y cosas que ya no recuerdo apiladas en un escritorio o mesa enorme y el hombre desconocido que parecía una especie de maestro me preguntó: ¿Buscas a Vane Verdad?, y yo le respondía que sí. Con la mirada me indicaba que lo siguiera y unos pasos más adelante, dando vuelta a unos cuantos metros, entre un grupo de otros jóvenes que estaban haciendo algo parecido al primer grupo, pero junto a una hilera de ventanas continuas a través de las cuales se observaba un paisaje muy hermoso, allí estaba ella. El hombre le dijo que yo la buscaba y ella de inmediato me reconocía y dejaba al grupo para reunirse con nosotros.
En ese lugar si estaba tal y como la conocí. Se veía muy bonita y su sonrisa, al igual que la expresión de sorpresa reflejada en su rostro me hizo saber que estaba asombrada, porque lo primero que me dijo fue que siempre había pensado en que a donde quiera que ella se fuera yo siempre la encontraría o la iría a buscar. Nos dábamos un gran abrazo y no puedo describir con palabras la felicidad inmensa que me produjo volver a estar tan cerca de ella.
Yo estaba feliz y emocionada, pero ella se percibía serena, envuelta en una gran paz, tal y como si ya no tuviera ese rasgo característico de impaciencia del que a veces se envolvía bajo algunas circunstancias. Hablamos de muchas cosas muy padres que ahora no recuerdo, lo único que me quedó fresco en la memoria un instante después de despertar fue que yo le decía no en tono de reproche ni de cuestionamiento que no debió irse de la manera que eligió hacerlo, porque no se imaginaba cuanto la amamos y la amábamos aún todos los que formamos parte de su vida; y ella me respondía simplemente que lo sabía, pero que en ese tiempo no tenía aún la capacidad para ver las cosas como ahora las visualizaba desde ese lugar.
El hombre desconocido nos interrumpió diciendo que ella tenía que volver con el grupo de jóvenes con los que estaba al inicio para continuar con lo que estaban haciendo y me dijo a mi que yo ya tenía que volver.
Ahí fue cuando me desperté y aunque quise recordar todo lo que platicamos, lo único que quedó indeleble en mi memoria fue esa última parte de la conversación, al igual que la sensación nostálgica de tristeza que me envolvió de saber que pasará mucho tiempo antes de que nos volvamos a ver.
Todo el día me la pasé en el intento de tratar de recordar y pensando al mismo tiempo en que hacía mucho tiempo que no aparecía en mis sueños, en como Makahui, los chavos de los que tantos años leyó en mi blog, quizá ahora en el plano donde esté sea posible que ya los conozca, y como de alguna forma uno de ellos me conectó en ese camino donde no sé si lo que vi fue real o producto de mi imaginación... Algo en el fondo me dice que no.
Ya no escribo sobre ella, pero eso no implica que no la extrañe tanto ni tampoco que no piense nunca en ella, todo lo contrario, no hay día en que no aparezca en mi mente y en mi corazón a través de un recuerdo o pensamiento importante. Como ejemplo, menciono uno que hasta risa me dio hace poco, hará un par de semanas que fui al cine a ver la película de "Un lugar en el silencio, día 1" y casi al terminar la película ni siqueira estaba pensando en ella, cuando de pronto en mi mente escuché su voz con su acento Uruguayo "fachado" -como ella misma lo decía-, diciéndome tal y como si hubiera estado sentada al lado mío en aquella sala con muy poca gente, diciéndome: "Si hubiera sido yo, la película hubiera terminado en el minuto 1, porque soy tan torpe que "El bicho" ese seguro me atrapa a la primera".... Y me dio mucha risa, porque seguramente hubiera sido así.
Tal vez mi sueño no fue sino una muestra de todo lo que la extraño y pienso en ella aunque no lo diga ni lo escriba; y es un poco contradictorio también porque de alguna forma en estos poco más de 2 años y a pesar de que yo hice un juramento de que nunca intentaría contactarla ni hacer nada para tener acceso a ese plano en el que se encuentre, cada vez que tomo conciencia dentro de un sueño de que puedo hacer o acceder a espacios que en el plano físico no se puede, a la primer persona que corro a buscar es a ella.
El tiempo que ha pasado desde que decidió irse a veces se vuelve eterno o una brevedad en forma relativa si lo coloco frente a la realidad que de manera irremediable me llevó a mi -al igual que a su familia- a continuar con nuestras vidas para descubrir que todo el amor que le tuvimos prevalece y se mantiene intacto a pesar de su ausencia, pero del mismo modo la suma de los minutos y los días nos ha dado la convicción de saber que aún con esa cicatriz tan profunda marcada para siempre por su ausencia, el corazón tiene todavía espacio para experiencias y vivencias increíbles en las que es inevitable que uno quisiera que ella estuviera o pudiera ver junto a cualquiera de nosotros, pero que a pesar de que no es así nos hacen saber que aún con el corazón roto se puede volver a sonreír y sentir felicidad.
Mi renuencia a escribir sobre ella es mi obstinado esfuerzo por dejarla ir, por evitar retenerla, porque de alguna forma a través de los sueños y de pensamientos que de pronto aparecen de la nada cuando estoy a solas algo me hace saber que ella está bien donde quiera que se encuentre y ese simple argumento es lo que más peso tiene a la hora de tomar en cuenta que hasta la muerte es un proceso y tal vez ella esté inmersa en una etapa en la que la única forma de avanzar sea intentar no retenerla de ningún modo desde aquí.
No lo sé... Son sólo cosas que vienen a mi mente y de las que no hablo absolutamente con nadie. Hoy las cuento en letras como parte de un sueño que fue hermoso porque fue como una oportunidad de volver a verla de nuevo, y sólo por eso lo comparto. No tengo idea si volverá a suceder o sea una señal más para seguir adelante sin detenerme a voltear a ver tanto el pasado, como sea, gracias por ese regalo.
Un beso enorme para ella donde quiera que esté.
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