María de Estrada.
En una de esas tantas visitas que su abuelo: el Dr. Pérez recibe, llega hasta el consultorio una anciana gitana llamada Roma, quien luego de leer en la mano de Miriam un futuro muy prometedor en el que ella además de riquezas materiales, llegará a ser una mujer muy poderosa, solicita la ayuda del abuelo de la niña, para que este ayude a su nieto Paco, quien padece una deficiencia visual muy severa.
El abuelo de Miriam, un hombre muy apegado a su religión y de caracter bondadoso, le regala al nieto de la gitana unos lentes que en otro tiempo pertenecieron a Rebeca, su hija fallecida y la madre de Miriam.
La gitana, profundamente agradecida y al no tener con que pagar los servicios del médico, le ofrece un anillo en compensación, pero dada su condición de judio, decide no aceptarlo y la anciana al no tener otra manera de demostrar su agradecimiento, toma una daga y se provoca una herida en la mano para con su propia sangre sellar el juramento de que algún día el destino le dará la oportunidad de brindarle ayuda al Doctor en una situación extrema.
En pleno año 1490, La Santa Inquisición persigue y asesina sin la menor contemplación a los "no creyentes", al parecer los judíos están a salvo, pero una conversación desafortunada entre el Doctor abuelo de Miriam y uno de sus pacientes más asiduos: Alfonso de la Cavallería (un alto oficial de la caballería), provoca que bajo la potestad del gran inquisidor Tomás de Torquemada, al Dr. Pérez se le levante un cargo absurdo en el cual se le acusa de asesinar a un niño "cristiano" y utilizar su sangre para los ritos de la religión judía.
Sin tener siquiera la oportunidad de probar su inocencia el Doctor Pérez es encarcelado, al igual que su empleada Noemi al intentar defenderlo. Así justo cuando los soldados del ejército del inquisidor están a punto de llevarse también a la niña, de entre la multitud surge la anciana gitana Roma, quien logra convencer a los soldados de que la niña es suya, para así poder salvarla.
Así es como en un instante la vida de Miriam cambia por completo: se queda huérfana y sin otra posesión más que los libros en hebreo de su abuelo, se va a vivir al campamento con los gitanos, en donde además de no ser muy bien aceptada por Ana, la nuera de Roma y sus hijas, tiene que adaptarse a las costumbres de los "Zíngaros" y aprender las artes del baile y la adivinación, ocultar -por su propia protección- su identidad para siempre y es así como Roma (que desde ese momento la adopta como su abuela) la bautiza con el nombre de María.
Con el paso de los años, jamás vuelve a ver a su familia (al parecer mueren asesinados a manos de la "Santa Hermandad"), y a pesar de su inteligencia y de que María enseña a leer a su hermano gitano Paco (al que de niño el Dr. Pérez le regaló los lentes), ella nunca logra destacar como sus hermanas gitanas y descubre que el odio que Ana, su maestra (madre de Paco y nuera de Roma), la odia debido a que muchos años atrás, Rebeca, la verdadera madre de María, al igual que ella fue rescatada por los gitanos, después de que ella y el Dr. Pérez fueron expulsados de Sevilla, unos bandidos atacaron la carreta donde ellos viajaban y después de violar a Rebeca la aventaron a una barranca, de donde la rescató Juanito, (esposo de Ana e hijo de Roma).
Impresionado por la belleza de Rebeca, Juanito la llevó al campamento gitano y desató los celos de su esposa al permanecer cuidando de Rebeca noche y día. Los gitanos, para protegerla del odio antisemita y la persecución de la inquisición a los judíos, la bautizaron con el nuevo nombre de Sara de Estrada (por haberla encontrado al lado de la carretera que lleva ese apellido por nombre). Al saber esto, María toma de allí su apellido y además de comenzar a comprender la razón del odio que Ana siente hacia ella, jura vengarse de todos esos bandidos y ladrones que asesinan gente inocente.
En los años que María de Estrada vive junto a los gitanos, aprende de Juanito (su padre adoptivo), a manejar la espada y a elaborarlas de forja de acero. Incluso ya a los 16 años llega a intervenir en algunas batallas en las que el clan de gitanos al que pertenece interviene para defenderse de los forajidos y traidores que asaltan a su gente.
La vida de María de Estrada vuelve a cambiar inesperadamente cuando un día en Sevilla, al "echarle la suerte" a las hijas de la Sra. Marcayda, una viuda muy influyente, esta queda inconforme con el vaticinio de María, quien le asegura que una de sus hijas morirá muy joven, y la viuda, indignada, además de acusarla de charlatana un año después de ese incidente se encuentra también con Ana, la madre adoptiva que tanto la odia y le arma un escándalo y la acusa de robar un anillo de su familia (el mismo anillo con el que al principio de la historia Roma quiso pagar un día los servicios del Dr. Pérez), y en venganza, Ana, confiesa ante las autoridades que el anillo pertenece a María de Estrada.
Incriminada por su propia madrastra y por el testimonio de la viuda quien reconoce que 1 año atrás pudo habersélo robado a su hija al echarle la suerte, María es encarcelada injustamente y llevada ante el Juez Inquisidor, un hombre al que María reconoce por la cicatriz que ella misma le provocó al herirlo en una batalla de tiempo atrás.
El hombre, al tener a merced a María, y aprovechándose de su autoridad, abusa de ella, pero María se defiende y termina asesinándolo.
Intenta escapar, pero es atrapada y torurada de una manera muy cruel, pero a parte, a los cargos de robo, se suma el de homicidio y es encerrada en un horrible lugar subterráneo conocido como el Calabozo de Alcázar, en el que la condena de morir en la horca es aplazado por el simple hecho de llevar en el vientre un hijo producto de esa violación....
Continuará...
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