De Mundos Internos y Estrellas Fugaces...
Cuenta una leyenda que hubo una época en que el interior de las personas eran como universos mágicos.
Según el estado como se encontrara el alma de cada uno de ellos, era la forma que adoptaba cada uno de esos mundos y la gente que vivía en su interior; y así como había universos que se caracterizaban por ser hermosos y llenos de armonía; en contraposición existían otros donde todo era negro y predominaba la maldad.
El libro en el cual se encontraba escrita esta historia, llevaba ya muchísimas páginas escritas, pero como hacía mucho tiempo que nadie lo leía, la hoja que salió al abrirlo al azar, contaba que en ese entonces era muy fácil adivinar ¿Cómo era el universo que poseía cada persona?, pues bastaba con mirarle a los ojos para saber lo que había en su interior.
Así, existían ciudades muy hermosas, llenas de vegetación, con manantiales de agua dulce; mares de colores indescriptibles y brillantes; mientras que por otro lado, había otras donde la gente vivía de prisa, o hablaba muy rápido, otras donde todo era muy pequeño y limitado; ahí todo mundo se sentía "apretado"... Incluso, había universos en los que a la gente no le importaba nada; y otros en los que los habitantes se encontraban siempre tan ensimismados en sus propios pensamientos, que flotaban... Y lo hacían porque jamás lograron plantar los pies sobre la tierra y pasaron toda su vida sin darse cuenta siquiera de que en el mundo real, la persona que había creado ese universo, les había regalado un buen lugar para vivir.
Así por el estilo, podrían describirse miles y millones de universos mágicos... Cada persona que caminaba por la calle poseía el suyo, pero describir en detalle el de cada persona con la que uno podía cruzarse en un solo día, hubiera dado suficiente material para un cuento que además de no tener final, jamás se podría saber si al terminar triunfaría el bien sobre el mal.
De entre todas esas historias que cada quien observaba al ir en una dirección o al estar en un lugar distinto, un buen día, en medio de todo ese tráfico y bullicio que provocaban las personas en cuyo interior se albergaba un universo "muy ruidoso", surgió una chica cuyo mundo interno ¿Quién sabe por qué razón había desaparecido por completo?
Cualquier persona que se atreviera a echar un vistazo hacia adentro, habría quedado desconcertada, al no encontrar nada más que muros muy grandes y sin pintar... Por más que alguien hubiera intentado encontrar la presencia de alguna persona en medio de esos espacios tan grandes y al mismo tiempo tan vacíos, no habría obtenido ningún resultado; porque aquel universo interno se encontraba desierto por completo, y por esa razón, la chica que lo poseía, evitaba a toda costa reflejarse en la mirada de otra persona que intentara mirarla directo a los ojos.
Ella estaba consciente de eso, y por esa razón, durante años pasó los días y las noches observando el interior de muchas otras personas diferentes, y de cada universo distinto que encontraba a su paso, procuraba llevarse como "Souvenir" algún objeto o momento especial... Ya que ella tenía la idea de que si lograba recolectar y transportar lo mejor de cada persona, llegaría un día en que la combinación de todas esas cosas juntas, haría que su propio universo dejara de ser un lugar desierto y sin vida.
Había días en que pasaba horas y horas sentada en medio de esa habitación vacía... Pensando en ¿Qué cosa podría poner en su interior? que ahuyentara al silencio y al eterno vacío que se habían instalado allí junto a ella -al parecer por tiempo indefinido-...
En otras ocasiones, aburrida de pensar y pensar en medio de todo ese montón de objetos que recolectó de muchos lados (y que al momento de tenerlos en su propio mundo ya no les encontró ninguna utilidad)... Simplemente se ponía de pie y desesperada abría las ventanas para permitir que entrara el calor del sol.
¿Quién sabe por qué?, pero ella tenía la esperanza de que al hacer eso, el frío del vacío se iría, y entonces eso propiciaría que las cosas fueran distintas en su universo... Y a pesar de que ella nunca dejó de creer, eso no sucedió nunca; y así hubo muchas noches en que se quedó dormida esperando a que los rayos solares pintaran de colores esas 4 paredes internas que durante mucho tiempo continuaron siendo pálidas y frías.
Esa historia de encontrarse en una habitación vacía y salir a buscar en las otras personas, cosas que robarles para poder llenarla, se repitió no una, sino muchas veces... Todos los días iba y regresaba, para cansada de ya no saber diferenciar entre un día y otro, quedarse dormida sabiendo que a pesar de que volviera intentarlo al día siguiente, luego al otro, al otro y otro... El resultado iba a ser siempre el mismo.
Ella estaba ya convencida de eso, pero un buen día, al abrir las ventanas de la habitación interior se dio cuenta de que además de que el sol la envolvía -ahora si- con el calor de sus rayos color naranja, las paredes de aquel lugar estaban llenas de cosas (detalles y fotografías)... Habían dejado de ser pálidas y ahora estaban cubiertas de colores distintos y muy brillantes.
... Al principio se asustó, porque ese mundo no era el de ella, pero después de un rato sintió unas inmensas ganas de sentarse en el suelo, (justo en medio de aquella habitación que además de ser distinta era demasiado confortable).
Así fue como descubrió arriba de la mesa, un bote con pinceles de colores brillantes, hojas por todos lados con historias fascinantes que nadie nunca había leído; un mueble de madera con muchos libros de poesía, una guitarra al lado de un sillón oscuro, cuyo eco en la caja de resonancia y la calidez de las cuerdas, le revelaron que llevaba muy poco tiempo reposando, justo después de que "alguien" -ella no sabía quién- la utilizó para producir letras y notas.
Pero lo que más, más le llamó la atención fue descubrir que en todas las paredes y arriba del escritorio se encontraban fotografías de una muchacha que jamás en su vida había visto, y con los que parecía que cada cuadro enmarcado reflejaba un momento importante de su existencia.
Tan sorprendida y fascinada se encontraba leyendo algunas de las hojas que quien de verdad habitaba ese mundo introspectivo había escrito, que no se dio cuenta que de pronto en un espejo ubicado casi al fondo de la habitación (y en el que a pesar de ser ella "la intrusa", se reflejó su imagen todo el tiempo), de un momento a otro empezó a resplandecer, hasta que de su interior surgió la chica que estaba en las fotos y venía acompañada por algo "negro" que al parcer movía y saltaba... Y al materializarse por completo y ahora si ya en el interior de esa habitación tan distinta, se dio cuenta que era la mascota de la misteriosa dueña de ese lugar.
Al encontrarse por fin las dos y frente a frente, ninguna dijo nada. La chica que ya estaba ahí, (al igual que hacía con todo mundo), aunque quiso evitar mirarla a los ojos, ya no pudo hacerlo, porque quien salió del espejo, en ese instante le sonrió.
Al hacerlo, sabía muy bien que la otra chica tenía miedo... Así que sin decirle nada fue y se sentó junto a ella y comenzó a explicarle todo lo que representaba una a una todas las fotografías que atrapaban cada una un momento distinto de su vida.
...Y le regaló una vela mágica que podía usarse junto al polvo que dejaban las estrellas fugaces, en los días grises o en los oscuros; le enseño con sus pinceles de colores brillantes a ilustrar con tonos nítidos y vivos los días rutinarios.
Conforme avanzaron los días (y a pesar de que la chica proveniente de la habitación vacía no le decía gran cosa), empezó a acostumbrarse demasiado a ya no estar sola y tenerla cerca, a escucharla cuando tomaba la guitarra y con las notas y acordes lograba ahuyentar por mucho tiempo al silencio...
Fue así, como a pesar de que había pasado mucho tiempo ausente de su propio universo introspectivo, ella ya no se quería marchar de ahí.
El día que por fin volvió, su vida ya no fue la misma...
La chica del universo interior cálido y lleno de colores, le regaló un costal de terciopelo con 3 estrellas fugaces que ella se guardó en el bolsillo... Quizá fue eso lo que propició que al estar de nuevo en casa pudiera ver las cosas de un modo distinto; porque a partir de ese momento, tanta luz le hizo saber que ya nunca más volvería a sentirse sola.
Fue ahí, cuando entendió también que aunque el universo de cada persona tenía su propio encanto, ella nunca había conocido uno tan lleno de vida como el de la chica con la cual convivió durante tantos meses, y entonces sintió unas inmensas ganas de volver a su espacio otra vez.
...Desde entonces, cada vez que ella se asoma por la ventana, al observar el punto distante donde las estrellas desaparecen (como señal inequívoca de que se han convertido en un sueño realizado), ella suspira en silencio y con su corazón desea que su mundo interior siga siendo ilustrado con colores vivos, hasta que llegue el día en que se convierta en un lugar tan especial y mágico... en el que Vane, la chica del mundo introspectivo fascinante, quiera quedarse para siempre, o por lo menos de "Visita" durante los próximos 70 años, al igual que ella quiso hacerlo un día, en el país de las estrellas fugaces...
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