El Corazón de Minotauro...


...Lo encontró un día a la hora de la comida. Minotauro estaba sentado en una mesa junto a un gran ventanal en un restaurante de comida rápida. Por primera vez él no pensaba en nada, y tan sólo disfrutaba de la calidez de los rayos del sol.

En el interior de aquel local, el ambiente era ajetreado y sonaba por todos los rincones una melodía pop proveniente de las pantallas que en ese momento sintonizaban un canal de videos musicales, y aunque esa era una de las cosas por las que a Minotauro le gustaba acudir a ese lugar, en ese instante y en medio de tanta gente, él simplemente disfrutaba del único momento del día que tendría disponible tan sólo para él, para disfrutar también de su propia respiración.

Pero fue ese mismo calor solar que le dio tanta paz en una hora tan complicada del día, lo que lo hizo salir de golpe de su profunda abstracción; pues de pronto, una sombra que se interpuso a la luz por un microsegundo, provocó que volviera sus ojos a la realidad para ver como una silueta oscura se alejaba de prisa tras los pasos de una mujer; mientras en la mesa frente a él dejaba abandonada una caja.

Sin pensarlo Minotauro se levantó de su lugar y la tomó de inmediato, pensando que ella la había dejado olvidada. Lo más rápido que pudo corrió tras ella hasta las afueras del restaurante, pero su premura fue en vano, porque tan sólo alcanzó a ver como tras subirse a un autobús de transporte colectivo; aquella mujer a la que ni siquiera alcanzó a mirarle el rostro se alejaba de ese lugar mientras él se quedó de pie sobre la acera con una caja de cartón entre las manos.

Le tomó unos cuantos minutos salir de la confusión, y en el lapso entre que decidía si irse, quedarse o seguirla, Minotauro abrió la caja y entre pliegos de papel crepé y china, se encontró con un hermoso corazón que latía.

Él se sorprendió, pues a pesar de que estaba un poco maltratado, nunca había visto uno tan grande y que latiera tan rápido. En cuanto abrió la caja, apenas sintió el calor del sol fue como si hubiese despertado de un profundo letargo, y la luz solar le hubiese despertado una incontenible prisa por vivir.

Ya era tarde, y Minotauro tuvo que volver a su trabajo. Cerró la caja y se llevó el corazón consigo. El resto del día continuó normal, pero no podía dejar de pensar en el contenido de aquel recipiente de cartón que tenía sobre su escritorio y frente a él.

Por la noche y ya en casa, con todo el tiempo y la disposición del mundo, lo sacó otra vez del empaque que lo resguardaba, para poder observarlo bien. Tomó asiento sobre su cama y al calor de la lámpara que tenía sobre su mesita de noche, Minotauro descubrió una vez más aquel corazón que se estremeció en cuanto él lo tomó entre sus manos.

Algo dentro de él también se conmovió porque se dio cuenta que además de ser tan frágil, al primer contacto, el corazón se refugió del frío en la calidez de sus propias manos.
Latía a toda prisa, y en ello se percibía hasta un poco de miedo... Sentimiento que era perceptible también en las distintas cicatrices y raspaduras que tenía sobre su roja superficie.

Por reflejo o quizá un poco hasta por instinto, Minotauro lo acarició con toda la dulzura que le nació del alma; y mientras le repetía con voz tranquila que no tuviera miedo, que todo estaría bien, al mismo tiempo -y en su interior-, él pensaba en aquella mujer a la que ni siquiera alcanzó a verle el rostro y en las razones que quizá la llevaron a decidir dejar abandonado algo tan valioso en la mesa de un restaurante, nada más así.

Pasaron unos cuantos días. El corazón se quedó guardado en casa, porque Minotauro no sabía todavía bien a ciencia cierta lo que iba a hacer.

El fin de semana siguiente, despertó muy temprano y tuvo un impulso. Con la caja reposando sobre el suelo del lugar contiguo al volante de su auto, él manejó con rumbo hacia una cabaña ubicada en las afueras de la ciudad, para ir en busca de su mejor amigo Josh.

Josh, además de ser un artesano experto en todo tipo de corazones, (pues durante años trabajó al lado de su padre en "La Fábrica de los Corazones Rotos"); era a quien Minotauro recurría cuando necesitaba contarle a alguien sus problemas.

En cuanto llegó se sentó como siempre en uno de los sillones junto a la ventana, y con la caja de cartón que contenía  el corazón colocado sobre la mesa de centro, él le contó a Josh todos los detalles acerca de como lo había encontrado.  Josh lo escuchó como siempre con toda la atención y la paciencia del mundo.

Después se levantó y fue a prepararle un té. Cuando volvió lo encontró aún sumido en sus propias abstracciones.

-¿Por qué no me dices lo que piensas?-

-No es nada... Sólo no puedo quitarme de la mente cuáles fueron las razones que esa mujer pudo haber tenido para dejar abandonado algo tan hermoso... ¿Ves eso que tiene adentro?-

-Así es, es la luz de un sentimiento que pocas veces se da. Lo sé reconocer muy bien, porque yo ayudé muchas veces a mi padre con eso, y sí, coincido contigo en que es algo muy lindo.-

-¿Entonces por qué ella habrá querido deshacerse de su corazón?-

-Umhhh... No lo sé... Pueden ser muchas razones. Mi padre cuando diseña el alma de cada persona, lo hace de una manera minuciosa. Pone dentro de ella lo mejor que tiene a la mano; pero  una vez que ya esas almas son asignadas dentro de cada corazón, cada quien decide que hacer con todo eso... Pienso que es muy probable que tal vez ese sentimiento tan grande superó a esa chica y no supo que hacer con él.

-Sí puede ser...-

Josh notó un poco de tristeza en la mirada oscura de Minotauro, lo conocía tan bien que por eso quiso romper una vez más el silencio antes de que la tristeza lo envolviera, y tomando el corazón entre sus manos se lo mostró a su amigo más de cerca sin desdibujar de su rostro esa sonrisa tan hermosa que a quien fuera que la regalara, le inspiraba tanta paz.

-No te preocupes amigo, ese corazón no se va quedar para siempre así.-

-¿Sí? ¿De verdad?... ¿Por qué dices eso?-

-Porque tarde o temprano esa chica va a volver en busca de su corazón... Lo necesita para seguir viviendo. Mira... Es verdad, está herido y hasta un poco maltratado, es evidente que tiene miedo, pero míralo con atención: también está lleno de sueños hermosos y unas inmensas ganas de vivir.

-Es cierto...-

-Ella va volver, te lo aseguro... Mientras eso pasa, yo pienso que tú deberías cuidarlo y aprovechar toda la magia que lleva en su interior para vestir con ella tus historias.-

-Pero... ¿y si vuelve? ¿Cómo sabré que es ella?... El día que se fue no pude alcanzarla, ni siquiera pude verle el rostro, no sé quien es...

-Lo sabrás Minotauro, por el reflejo de sus ojos... Esa es la única manera en que puedes reconocer la forma del alma de una persona, a través de la transparencia de su mirada... Creo que si todos los seres humanos aprendieran a verse a los ojos, ese mundo tan maravilloso que creó mi padre, sería algo muy distinto.

Minotauro se quedó en paz. Como siempre su amigo supo darle las palabras adecuadas que  confortaron su alma. En el camino de regreso a la ciudad y aprovechando que era un día hermoso, con la ventanilla abierta del auto y el corazón expuesto sobre la caja (pero ahora ya sobre el asiento contiguo), dejó que los cálidos rayos del sol lo acariciaran, al igual que las palabras con las que dibujó la promesa de cuidarlo y darle todo lo que necesitaba mientras la chica a quien pertenecía, volvía por él.

 
"Mi padre cuando diseña el alma de cada persona, lo hace de una manera minuciosa. Pone dentro de ella lo mejor que tiene a la mano; pero una vez que ya esas almas son asignadas dentro de cada corazón, cada quien decide que hacer con todo eso"...
-Josh-

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