Página suelta para Soraya.
De madrugada salí y como siempre tú ibas acompañándome, bien abrigada adentro de mis pensamientos. En el camino yo te iba contando que apenas hace una semana atrás comenté con alguien en una charla, acerca de la manera en la que siempre te haces presente en la vida de muchos de nosotros, aunque no estés físicamente y haya pasado ya tanto tiempo desde que te fuiste de aquí.
En el camino tú y yo fuimos testigos de como un sol maravilloso transformó el color obscuro del cielo, hasta convertirlo en un lienzo de colores, tan sólo para recibir con una sorpresa al nuevo día.
No pude verte, pero sé que sonreíste porque pensaste al igual que yo en los instantes llenos de magia que te regala a veces la vida, y al igual que ese amanecer que juntas presenciamos, nadie más los ve...
En tu caso y en el mío, esos instantes hoy son sólo recuerdos... Recuerdos que no se pueden contar y se guardan para siempre como postales fotográficas dentro del alma y corazón.
Pero no había tiempo para darle espacio a la nostalgia; el camino era todavía muy largo y el frío congelando la punta de mis dedos sobre los manubrios de la moto, me hicieron volver de golpe a la realidad, recordándome que debía apresurar el paso si no quería llegar tarde.
Durante las siguientes horas -por cuestión de trabajo- ya no pude hablar contigo, pero sé que sabías bien lo que había en mis pensamientos y que durante todo el día no pude quitarme de la mente la imagen de un ser indefenso y asustado corriendo entre las vías del metro en un país distante al otro lado del océano. Leer eso en una nota, me hizo caer en la cuenta de como el trabajo de los ángeles a veces resulta insuficiente, ante la indiferencia de millones de personas en cualquier país o ciudad.
Tu fuiste un ángel sin duda, y ayudaste a tantas personas no sólo con tu música; pero yo tenía un vacío por dentro, porque en días como hoy me siento tan ordinaria y fuera de lugar.
De alguna forma en el silencio volviste a rescatarme, pues me hiciste recordar que alguien que tú y yo conocemos muy bien (y a quien por cierto tú libro puso en mi camino y luego en mi corazón); escribió una vez: "Las buenas intenciones y los buenos actos no se pregonan, sino que se hacen en el más profundo de los silencios"...
Luego de susurrarme esas palabras escritas desde hace tanto; sacaste del bolsillo de tu alma un recuerdo de apenas hace unos cuantos días atrás, y entonces me hiciste sonreír al decirme que tú fuiste la única persona que fue mi cómplice cuando se presentó la oportunidad de regalarle un poco de luz a alguien que lo necesitaba mucho y disfrazarme (aunque haya sido por un lapso muy breve) de ángel, aunque tuviera las alas de papel...
El día ya terminó... El cansancio casi me cierra los ojos... Como cada noche sé que hay que rezar por quienes en este instante están llegando al mundo y por las almas que se van también... Pero antes de que el sueño me venza y comience la travesía hacia el país de los sueños, hoy agradezco por haber vivido otro día, por el amanecer y tu presencia en el camino, por las circunstancias a mi alrededor que me vuelven tan humana como vulnerable...
Yo no soy tan especial... Nunca he sabido como se hace para tocar el alma de las personas para que se quieran quedar, porque lo único que yo sé hacer es contar historias... Aún así y a pesar de todos mis defectos, te prometo que aunque yo no tenga alas doradas como las que tú tenías, intentaré aprovechar cada oportunidad que el futuro me regale, para cambiarle el día a alguien al poner en sus manos un poco de esperanza y luz.
Foto: Amanecer en ciudad Juárez, Chih. | Av. Teófilo Borunda y Av. de Las Torres
¡Hasta Mañana!
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Saludos!!