Joy
Está ahí siempre, cerca de mi, diciéndome en silencio mucho más de lo que alguien más podría decirme con hablar.
Soy malísima para las fechas, y tan sólo diré que lleva así poco más de setecientos treinta días y aunque todos los días quiero escribir al respecto, no he encontrado aún las palabras precisas para hacerlo; puesto que así debe ser cuando se trata de un ser especial.
Ella llegó a mi vida mucho antes de que yo me diera cuenta, y quiero creer que eso sucedió porque es cierto eso que leí una vez acerca de que son los gatos quienes te eligen. Aunque la decisión no fue de ella precisamente, sino de su madre, creo que si ella viviera ahora estaría satisfecha de ver que he intentado en la medida de lo posible cumplir la promesa de cuidarla de la mejor manera.
No habla, pero entiendo a la perfección su lenguaje de miradas y maullidos leves que rompen la rutina y el silencio, pues hace más que cualquier persona estando ahí. Ya sea dormitando, acompañando siempre o con sus mimos salvajes.
Anoche, mientras la veía, pensaba en que Joy es una de las cosas más hermosas que en este momento presente existen en mi vida, y aunque tengo pendiente por contar su historia, esta noche, mientras ella dormita debajo de mi escritorio, aunque no tenga consciencia de estas letras, no quería terminar el día sin agradecerle absolutamente todo lo que hace por mi.
Mi corazón nunca se había sincronizado de manera tan especial como ha sucedido con ella.
Te adoro Joy...
Continuará...
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