Entre bonitas y cazadores de historias...
Desde siempre me encantaron las historias... Y un buen día descubrí que yo podía atraparlas a través de la tinta y un pedazo de hoja.
En ese entonces, aún era muy niña y empecé con las que eran propias. Debo reconocer que algunas eran demasiado rosas y nostálgicas, pero de una en una fueron llenando páginas completas que luego se convirtieron en diarios personales. De esa etapa ya sólo me gustan aquellas en las que las letras dejaban entrever alguno que otro de mis sueños, o me reflejaban a través de la transparencia de la hoja, como la mujer que siempre quise y no sé todavía si logré ser.
Creo que lo más importante fue que aprendí a ser honesta y leal a mis propias letras. La convivencia de todos estos años con los sentimientos que se convirtieron en palabra escrita, me regalaron las herramientas que hoy me permiten -por así decirlo- ser una Cazadora de Historias ya experimentada.
Todos los días salgo de casa y mi red está hecha de una pluma de color oscuro y cientos de hojas de cuaderno. Con ellas atrapé la sonrisa de un niño de camino al trabajo y la bendición de una abuela, que sin poder moverse más allá de la puerta de su casa, todas las mañanas ella, le regalaba en forma de buena venturanza a todo el que pasara por ahí.
Plasmé también los colores de los amaneceres, y la caída de la tarde al regreso del Otoño, pude describir también mi encuentro con los ángeles terrenales que fui encontrando a mi paso; y que con sólo verlos a los ojos, supe que estaban escondidos en disfraces de gente muy normal.
Tal vez aquí, comparta alguna de esas historias pasadas o hable más adelante y ya sin miedo, de esa sensación extraña que siento al decir que a pesar de que soy una mujer Cazadora de Historias, hay días en que no sé bien a ciencia cierta como atrapar las mías porque los sueños no siempre moldean al futuro.
Pero hoy no se trata de hojear las páginas para traer de nuevo los recuerdos del pasado; hoy, más bien quiero saltearme todas esas hojas para que juntos lleguemos al punto y al instante donde empiezo a escribir en tiempo presente, una historia que atrapé:
Día normal de entre semana, cerca de las 9 de la mañana, y a punto de abordar un camión de transporte colectivo, vi que adelante de mi subió primero una mujer.
Todos los días me cruzo en el camino con cientos de personas, pero en particular ella me llamó la atención porque mientras yo iba subiendo los escalones de la entrada del camión, los colores de la falda de su vestido iban dejando su rastro en el camino frente a mi.
Ella se sentó en el primer asiento junto a la puerta, y llevaba un bolso de compras vacío (de esos que tienen ruedas); con el que seguramente volvería lleno de cosas en el camino de regreso. Pero lo relevante no era eso; si no el hecho de que a pesar de que las marcas del tiempo eran muy visibles en la piel de su rostro y de sus manos; los tonos de maquillaje en sus labios y en sus párpados no sólo combinaban con los colores de su vestido; hacían juego con sus ganas de vivir también.
Para ser la primera parte de la mañana, ella se veía impecable y hermosa. Llevaba un saco de color azul con el que abrigaba el frío de esos primeros días de otoño y en uno de sus dedos un anillo con una piedra de color oscuro, que fue el pretexto ideal para intentar imaginar mil y una historias...
¿Hacia dónde se dirigía a esa hora de la mañana?, ¿cruzaría la línea de la frontera para tener algún encuentro y por eso vestía así -porque era un día especial-?... La verdad no lo sé... Mi imaginación dio para muchas posibilidades; pero viéndola a ella, me vi reflejada también a mi.
La belleza interna siempre se percibe en la transparencia o la oscuridad de una mirada; pero en esa mañana atrapé una historia que me habló de que sin importar la edad; el ser una mujer bonita y la alegría de vivir también en la apariencia exterior se pueden reflejar...
¿Hace cuánto tiempo no te percibes a ti misma como una mujer bonita?... Eso no tiene nada que ver con tendencias de la moda o la ropa de marca... Se trata de tal vez salir un día a la calle sintiendo que eres linda por el sólo hecho de tener la posibilidad de ser tú misma nada más...
Tal vez sea tiempo de retomar ese viejo sueño de buscar un vestido lindo... No porque tengas una cita, o un compromiso con alguien, tal vez sea tiempo nada más de que al igual que esa señora bonita en el transporte y que nunca supe en que punto terminó su recorrido, salir una mañana de estas, vestida para tener un encuentro inolvidable con la celebración de tu propia vida.
Martuchis, hay que empezar a trabajar...
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