Reencuentros en El Tiempo
Martes 27 de Junio, 2047.
... Volvió a soñar con ella... Pero más que un sueño, se trató de un reencuentro en otro espacio y tiempo, sin saber como, pero al despertar ya lo sabía, pues al parecer eso fue lo que a manera de certeza, le susurró el alma a su corazón.
En el mundo irreal habían pasado ya más de 30 años desde la última vez cuando se despidieron, y el tiempo se encargó de difuminar todo rastro de emociones; pero al recuerdo tan especial de aquellos días tan únicos no logró alterarlos en lo más mínimo.
Tantas cosas cambiaron desde entonces. La historia de ambas almas, para bien o para mal se siguió escribiendo... En el espacio de tiempo en que se vivió el sueño, era una época ya en que con el simple hecho de contemplar el horizonte, si cerrabas los ojos y desde el alma en verdad se deseaba, en un instante el Universo atendía de inmediato a ese pedido del corazón.
Así fue como emprendió una vez más ese viaje otra vez hacia su búsqueda. Fue maravilloso como con poco más de 70 años a cuestas, volvió a emocionarse de la misma manera que lo haría un niño pequeño, al ver amanecer y al día marchitarse desde el pequeño espacio de cristal de una ventanilla, mientras al mismo tiempo los minutos transcurrían desplazándose muy cerca del cielo.
El tiempo es implacable y lo transforma todo. En este caso en particular fue benévolo al diluir cualquier indicio de rencor o de tristeza. Las peleas por tonterías también se habían difuminado y en el corazón intacto dentro de un cuerpo un tanto maltrecho por el paso de los años, quedaban solamente fotografías de los instantes de risas, de conversaciones con el alma abierta hasta altas horas de la madrugada que habían sucedido tantos años atrás.
El tiempo parecía detenerse en el aire, pero la realidad era que ahora las cosas eran diferentes... Ni siquiera el cielo era el mismo, y aunque no llegó otra vez a aquel país de madrugada, tras las paredes de cristal también todo había cambiado, porque tampoco estaba nadie esperándole ahí.
En tres décadas todo se transforma, y a pesar de que aquel punto de llegada era ya tan diferente, los fantasmas de recuerdos hermosos de otros tiempos se escapaban de su memoria, para esparcirse por cada uno de los rincones de ese lugar.
Esquivándolos como pudo, salió a la claridad de aquella tarde, empañada un poco por un velo de nostalgia, y de inmediato abordó un taxi para dirigirse con destino a una dirección que la primera vez que visitó ese país aún no existía.
A diferencia de esa vez, no iba a buscarla; pero el corazón le latía con la misma fuerza que ese entonces; del mismo modo y con la intensidad vertiginosa; cuando desde su propio país descubrió con sus propios ojos lo lejos que ella había llegado con sus letras, que ahora se leían en otros idiomas y en todos los rincones del planeta, dando paso a una serie de cadena de tiendas relacionadas con ese fantástico mundo tan suyo... Tan mágico e introspectivo.
La nostalgia fue la brújula que encaminó cada uno de sus pasos, y aunque no era el propósito de ese viaje la posibilidad de reencontrarse con ella -aunque remota- provocaba que los ojos se le humedecieran y el corazón se le fuera a la garganta... Tantos años imaginó un reencuentro; y en ese presente de un tiempo tan distante aunque no sucedería, llegar hasta uno de esos establecimientos relacionados con su historia, era en cierta forma como si de verdad fuera con la intención de volverla a ver.
Cuando cruzó el umbral de la puerta de aquella tienda en las calles del centro, su mente le lanzaba en estampida un montón de preguntas relacionadas con el hecho de si ¿Se habría casado? ¿Tendría hijos? o si sería ya abuela...
Lo más probable era que sí, y a pesar de que no lo sabía con certeza, tan sólo deseaba de corazón que de verdad hubiera logrado ser feliz... En el fondo sabía que si, había sido así...
Con la mente y el alma inmersa en todos esos pensamientos; ese estado introspectivo contrastó con la absoluta realidad de que en aquel lugar, -quien quiera que lo hubiese diseñado- logró captar con una asombrosa precisión, la esencia de lo que ella había sido no sólo como escritora, sino también atrapar el tiempo; trozos de vida y de momentos...
Por fuera, el local tenía más apariencia de tienda de antigüedades que otra cosa, pero al entrar, las paredes en color que no podía ser otro más que el azul, dejaban al descubierto la creación de una atmósfera tan cálida como mágica. La verdad era fascinante encontrar libros, objetos y maravillosas pinturas, resguardadas en marcos de madera rústica, que albergaban en imágenes las historias que tantos años atrás de su imaginación se materializaron en palabras y tinta... Justo cuando apenas comenzaba a descubrir que su vocación sería escribir.
Un guante blanco de seda, dibujos diversos en carbón y acuarelas de un niño y una niña pequeños jugando con toda la inocencia en la playa... Libros abiertos en los que resaltaba alguna página con un manuscrito a mano... Cartas, trozos de canciones, brújulas que en otro tiempo marcaron el camino hacia algún sueño compartido y no cumplido; así como litografías que atrapaban la nostalgia de otros días grises; al igual que los discos antiguos y las postales con sus pequeñas frases tan profundas... Todo eso que como visitante, de alguna manera le llevó dentro de la realidad de ese espacio irreal, a reencontrarse de nuevo con ella en el tiempo aunque no estuviera ahí.
...El viaje terminó... Abrió los ojos y ya estaba de nuevo en casa. Era ya otro día, las primeras horas de la mañana de un día normal de entre semana, cuando aún no pasaban todavía esos treinta años; pero que igual le hicieron despertar con una sensación de pesadez en el alma y la mirada empañada; porque sabía que lo único real, era que tal como lo pensó cuando se despidieron, jamás la volvería a ver.
No estaba triste... Quizá era un sentimiento mucho más profundo, tal vez el que podría explicarse bajo el argumento que muy poca gente entiende, cuando la prueba de amor más grande, es que por convicción propia y sin afán de sacrificio alguno, se deja ir a alguien tan querido e importante para que sea feliz.
Las historias siempre pueden escribirse de mil formas distintas y los sueños ser tan reales que dan pie a la posibilidad de un reencuentro en el tiempo; y aunque en el mundo real, que eso sucediera era tan improbable como imposible; cuando se incorporó para volver a sus actividades diarias, sin olvidarse de ese sueño tan mágico durante el transcurso de las horas, lanzó en silencio una oración al viento, así como la idea de que si en esta vida, volver a verla ya no era posible, en otra ojalá si sucediera, ojalá volvieran a coincidir bajo otras circunstancias, para de la manera más amorosa posible, volver a conocerse, compartir y aprender un alma de la otra, en otro espacio, tiempo y lugar.
Lo más probable era que sí, y a pesar de que no lo sabía con certeza, tan sólo deseaba de corazón que de verdad hubiera logrado ser feliz... En el fondo sabía que si, había sido así...
Con la mente y el alma inmersa en todos esos pensamientos; ese estado introspectivo contrastó con la absoluta realidad de que en aquel lugar, -quien quiera que lo hubiese diseñado- logró captar con una asombrosa precisión, la esencia de lo que ella había sido no sólo como escritora, sino también atrapar el tiempo; trozos de vida y de momentos...
Por fuera, el local tenía más apariencia de tienda de antigüedades que otra cosa, pero al entrar, las paredes en color que no podía ser otro más que el azul, dejaban al descubierto la creación de una atmósfera tan cálida como mágica. La verdad era fascinante encontrar libros, objetos y maravillosas pinturas, resguardadas en marcos de madera rústica, que albergaban en imágenes las historias que tantos años atrás de su imaginación se materializaron en palabras y tinta... Justo cuando apenas comenzaba a descubrir que su vocación sería escribir.
Un guante blanco de seda, dibujos diversos en carbón y acuarelas de un niño y una niña pequeños jugando con toda la inocencia en la playa... Libros abiertos en los que resaltaba alguna página con un manuscrito a mano... Cartas, trozos de canciones, brújulas que en otro tiempo marcaron el camino hacia algún sueño compartido y no cumplido; así como litografías que atrapaban la nostalgia de otros días grises; al igual que los discos antiguos y las postales con sus pequeñas frases tan profundas... Todo eso que como visitante, de alguna manera le llevó dentro de la realidad de ese espacio irreal, a reencontrarse de nuevo con ella en el tiempo aunque no estuviera ahí.
...El viaje terminó... Abrió los ojos y ya estaba de nuevo en casa. Era ya otro día, las primeras horas de la mañana de un día normal de entre semana, cuando aún no pasaban todavía esos treinta años; pero que igual le hicieron despertar con una sensación de pesadez en el alma y la mirada empañada; porque sabía que lo único real, era que tal como lo pensó cuando se despidieron, jamás la volvería a ver.
No estaba triste... Quizá era un sentimiento mucho más profundo, tal vez el que podría explicarse bajo el argumento que muy poca gente entiende, cuando la prueba de amor más grande, es que por convicción propia y sin afán de sacrificio alguno, se deja ir a alguien tan querido e importante para que sea feliz.
Las historias siempre pueden escribirse de mil formas distintas y los sueños ser tan reales que dan pie a la posibilidad de un reencuentro en el tiempo; y aunque en el mundo real, que eso sucediera era tan improbable como imposible; cuando se incorporó para volver a sus actividades diarias, sin olvidarse de ese sueño tan mágico durante el transcurso de las horas, lanzó en silencio una oración al viento, así como la idea de que si en esta vida, volver a verla ya no era posible, en otra ojalá si sucediera, ojalá volvieran a coincidir bajo otras circunstancias, para de la manera más amorosa posible, volver a conocerse, compartir y aprender un alma de la otra, en otro espacio, tiempo y lugar.
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