Aves como pensamientos


Salí de casa con prisa como todos los días. El tiempo de camino al trabajo era por demás limitado, pero decidí que me escaparía a como diera lugar de esa limitante tiranía, adelantándome unos pasos a la rutina...

Aunque al final, esta me alcanzara y me pisara la sombra, la intención sería lograr que todos esos minutos fueran sólo para mi.

El primer cómplice en hacerse presente fue el silencio... Era ese, que es interno, de los que logras percibir, aún cuando la calle esté llena de gente, tráfico y ruido... Ese, que se lleva muy bien y hace complicidad perfecta con el tipo de soledad que se disfruta, porque logra que estés contigo mismo.

Hacía muchos años ya que esa mujer que es el estuche en el que mi alma habita, había aprendido a reconocer eso; así que como una necesidad natural, no dudé en desconectar los datos de mi teléfono celular para aislarme del mundo, y a diferencia de otros días entre semana, también enrollé el cable de mis audífonos, porque mientras caminaba necesitaba escuchar lo que yo misma tenía para decirme... 

Sin saberlo, necesitaba oír la voz de mis propios pensamientos; y así saber que era lo realmente importante que había para decir.

En esos espacios es cuando Dios se hace presente para conversar; y aunque por lo regular es Él quien dice poco y la mayor parte del tiempo escucha; al ver que logré disipar la mente y el corazón de cualquier asunto anclado con mi propia existencia tan humana y realista, lo primero que hizo fue hacerme un regalo hermoso, que consistió en la imagen de un montón de aves reunidas alrededor de un bebedero muy grande, que desde la imaginación en mi mente se instaló.

Al principio no entendí... Pero tampoco hubo necesidad de preguntarle, y casi creo que pude verlo sonreír ahí al lado mío, mientras caminaba, cuando se dio cuenta que no era nada difícil acercarse a mi, partiendo desde la imaginación.

Yo le devolví la sonrisa en agradecimiento, y aunque mi cuerpo y mis pies seguían avanzando hacia la parada del transporte, mi alma en realidad estaba muy lejos de ahí. Sentada sobre el pasto de un parque muy grande, observando embobada como esos pájaros se reunían en torno a ese bebedero, para refrescarse en un día tan común como el de hoy.

Ahí fue cuando todo tuvo sentido... Las aves son como pensamientos... En ese instante, en ese día mis sueños y todo lo que tengo y no tengo era como ellos... Sirvieron para alejarme de la rutina y hacerme entender lo afortunada que soy de ser y estar aquí... 

Volví a la realidad, pero haber visto eso desde mi imaginación propició que pensara en ello todo el día... Hasta el final del día. Entonces todo tuvo mucho más sentido y comprendí que tal como sucede con las aves, a los pensamientos tan sólo hay que observarlos, sin dejar que aniden, para luego dejarlos partir...

Es por eso que de noche todos mis pensamientos vuelan... Escapan en desorden, dan paso a los sueños más hermosos y a veces también a mis miedos más absurdos e improbables... Antes me robaban el sueño, pero ahora los dejo volar, y hay veces en que no me es suficiente sólo observarlos y consigo atrapar algunos en tinta y papel.

Gracias por ese regalo intangible, envuelto de una manera tan simple como hermosa en un día de mucha prisa y calor.

Lunes 17 de Julio
2:40 pm

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