Páginas Sueltas con Café...
Sentada desde aquí me pregunto: ¿si alguien me escucha al otro lado? Me he acostumbrado a estar la mayor parte del tiempo sólo en compañía de mis propios pensamientos, pero aún así siempre tengo agua lista y una taza extra por si alguien llegara hasta aquí de repente.
Y todos los días voy buscando una historia, durante 2 días a la semana preparo un tema interesante para el final del día, voy leyendo muy despacio las páginas de un libro, con la intención de que nunca acabe y me dure durante muchas noches y unos cuantos amaneceres para poderlo compartir.
En mi hogar virtual siempre hay un te de canela listo para ahuyentar al frío que cala hasta los huesos, almohadones listos para usarse durante una charla larga en la que se hablen de los sueños y de las cosas sencillas que allá afuera nos asombran sólo a unos pocos.
Hay miles de abrazos escondidos debajo de la sábana, momentos en silencio y que sirven para adivinar lo que se piensa muy bien doblados y dispuestos siempre en los cajones de la mesita del buró; así como también montones de ternura colgada en ganchos para cada día, adentro del armario.
Aquí hay tiempo para hablar sin prisa de lo que no es tangible, pero llena el alma; hay ventanales enormes para contemplar las estrellas y percibir con la piel la humedad del invierno que impregna los cristales; y un balcón muy grande que se pinta en tonos naranjas y amarillos para recibir y despedir al día.
En cada rincón siempre hay un espacio, y en los estantes encontrarás frasquitos con fragmentos de buenos momentos y recuerdos; mientras que en la sala encontrarás libros con historias de faunos; fantasmas que vivieron en otro espacio, pero que desde la eternidad añoran con nostalgia el esplendor de otros tiempos; también leyendas o notas olvidadas entre páginas impresas de varios tomos, y que pretendieron ser para resguardarse en el interior de una botella de cristal que quería ser lanzada en el océano.
Ese plan aún no se realiza, y está guardado en uno de los bolsillos del alma; junto a una bienvenida sin estrenar para un nuevo comienzo; listo para usarse al igual que una charla profunda en un día cotidiano y en que aparentemente no suceda nada interesante; y lo mejor de todo: sin fecha de expiración o caducidad.
Aquí, en mi lugar, siempre encontrarás una carta escrita de puño y letra, con tu nombre plasmado con garabatos en el sobre; un baúl vacío donde podrás depositar la nostalgia, los pedazos de tristeza, de aquello que te duele o en cierta forma limita tu camino, los colores con que diseñas y coloreas el presente; así como suficiente espacio en un sótano donde lo puedes almacenar y yo puedo intentar ayudarte a "traspapelarlo" y empolvarlo con toda la intención en poco tiempo; y así cuando salgas, te des cuenta de que regresas a casa más ligero y de paso descubras que te falta mucho por vivir y conocer.
No importa cuando vengas, ni tampoco el tiempo que decidas quedarte, para mi es importante solamente la atención y la parte de tu vida que de a poco me compartes. Lo que hay en estas páginas refleja lo que soy y lo que vivo, pero también tengo muchas hojas de colores vacías, puedes venir cuando quieras, sentarte en el suelo junto a mi, y ayudarme a escribir.
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Sergio