Cansada de extrañarte
Hoy te extrañé... Iba de camino a un desayuno... Y de pronto por las calles del centro me asaltó tu recuerdo en alguien más.
Y me dolió el corazón... Mucho más que otras veces... No podía hacer nada porque llevaba prisa y también porque hay cosas irremediables que no está en mis manos cicatrizar.
Mi encuentro de mañana fue más que perfecto... Pensé que la tristeza se había evaporado entre nubes de café delicioso, risas y buena charla... El resto del día no pensé en nada y hasta me olvidé de mi, concentrándome en las historias fantásticas e inverosímiles de otros... Pensé que había logrado sacarle la vuelta y salir ilesa de la nostalgia; pero me equivoqué: de madrugada el fantasma de tu recuerdo apareció de nuevo, llevándose consigo todas las horas posibles que me quedaban de sueño y aquí estoy una vez más.
Hacía tanto que eso no pasaba... Y supongo que al igual que otros días (que con el paso del tiempo han ido sumando años), es cuestión de no hacer nada y esperar a que tu recuerdo se aburra de pasear por mi mente y mi alma y se vaya... Sí, así igual como sucede con las noches de tormenta interminable, que al siguiente día y en cuanto sale el sol, se evaporan... Es así también con los fantasmas, siempre huyen con la presencia real de alguien que llega de mañana y desde hace tanto se preocupa por estar.
Ella no es tonta y lo sabe. Pero es tan respetuosa de mis historias y de esa parte del pasado del que no formó parte y se limita a estar simplemente y esperar lo más cerca posible hasta que la ruptura del silencio le indica que he vuelto del pasado... Para entonces, con sus dedos entre los míos retomar esta historia que escribimos en presente y que es tan incierto hasta donde nos llevará.
Hoy ya no es ahora... Ayer te extrañé, y si, me dolió mucho... Pero a diferencia de otras veces ya no te busqué entre letras y fotografías guardadas, pues tenía prisa, un nuevo día y planes reales por delante, o será que se llega a un punto en que extrañar también cansa y ya no fui tras de ti...
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