Carta de Fabrizio a Laura


Decidí leer esta carta y no es fácil enfrentarme a la hoja blanca que me mira. Es fácil ver cómo estás pero escribirte una carta es diferente. Me siento tímido y torpe pero igual me la juego. 

Un punto en la ruleta en el color rojo, el color del corazón que tanto te gusta. Pero nada, hija mía, ¿qué puedo pedirte? ¿qué puede pedir un Padre? Una sonrisa, una de tus maravillosas sonrisas que me parten el corazón en dos. Tu sonrisa ha sido nuestra fortuna. Y si ahora alguien aquí me preguntase: ¿quién es Laura? Yo respondería es esa sonrisa de ahí, esa sonrisa que es una puerta abierta de alegría y de amor, la sonrisa más hermosa del mundo, como esa que imprimiste como un beso en la boca de tu hija. 

No se me olvida el día en que bajaste al comedor para decirnos que finalmente estabas esperando un hijo, tenías la mano sobre tu panza como defendiendo ese secreto. Y entonces hicimos fiesta, brindamos, reímos, nos emocionamos, con la euforia típica de nuestra casa, que no es exactamente una casa silenciosa y tranquila. Porque la nuestra es una casa musical. Y a partir de ese día, Laura, empezaste a cantar el más bello capítulo de tu vida.

Paolita, que tú y Paolo han traído al mundo, te ha hecho dar otro gran paso adelante. Te has vuelto más consciente, has alcanzado una profunda integridad, que hasta te mejoró el carácter. Eres más brillante, ya no vives más con mil miedos, eres aún más mi pequeña, y –algo casi increíble- eres incluso más simpática. Ahora que eres mamá tal vez comprendes un poco más a tus Padres, lo que significa salir adelante cada día, tratando de educar a una criatura amable y valiente como lo hicimos contigo y con tu hermana Silvia.

Tal vez no te lo he dicho nunca pero la emoción que sentí cuando tuve por primera vez en brazos a Paolita afuera de la sala de parto me llevó directo de regreso a aquel 16 de mayo, cuando esperaba tanto que fuese una niña, y naciste tú. 

Vi por primera vez tu cara minúscula. Yo te soñaba incluso antes de tenerte entre los brazos, ¿sabes? Soñaba tener una hija con el don de la música. Leí un ensayo de un americano que daba consejos bizarros para aplicarlos durante el embarazo, para traer al mundo un hijo igual que como uno lo pensaba. Tu dulce y enamorada mamá Gianna se sometió a varios experimentos con tal de hacerme feliz. Debo admitir funcionaron pero tú, Laura, superaste toda expectativa. Yo nunca dejaré de querer defenderte y motivarte.

Al final la música es siempre la que nos consuela, la que realmente nunca nos deja solos, es la música la que colorea la vida incluso cuando el mundo está opaco, y tú, en cuanto naciste, diste un grito tan agudo pero tan entonado que me dije; ¡la tenemos! …ha nacido una estrella.

Apenas y gateabas y ya me quitabas el micrófono, cantabas algunos versos, y, ambiciosa como eres, a los ocho años como regalo de cumpleaños me pediste dejarte cantar en el negocio donde yo tocaba. Y ahí nos tienes, juntos y por primera vez en público entonaste desafiante tu canción favorita: “Dulce Remy”. Desde entonces fuimos una pareja de acero, cuántas noches hicimos juntos, cuántos kilómetros en el auto y cuantos consejos nos hemos dado, cuántos aplausos y cuantas discusiones. Y después de las actuaciones nocturnas, te dormías sobre el asiento y yo te tapaba con mi chamarra. 

Esta noche quiero hacer un intercambio de promesas contigo: yo te prometo que continuaré comiendo capeletinis y tallarines, mientras tú comes quién sabe qué cosa, quién sabe en qué parte del mundo ; pero tú prométeme que una vez que vayas a casa vamos a estar tú y yo solos un rato, con tu mano entre la mía como cuando eras niña, sin cantar, en silencio. 

Yo en el silencio quiero decirte tantas cosas. Ahora tienes un compañero que te ama y eres Madre, ahora soy yo quien da un paso atrás y te deja en buenas manos. Pero antes quiero pedirte perdón por todas las veces que no estuve, por todas las veces que me equivoqué. 

Ser padres significa equivocarse, te darás cuenta también tú. Lo importante es saber pedir perdón pero para ti, estrella que mueve multitudes en los escenarios del mundo, siempre seremos tu tanque privado de amor, eres una gran hija, brillante y leal y yo quiero estar siempre junto a ti esperando seas feliz, con esta sonrisa y con estas lágrimas. Ahora abrázame.

-Fabrizio Pausini-

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