En el umbral de una etapa y otra.
Por fin logré deshacerme de la prisa...
Habían sido días mucho muy pesados en el trabajo debido a la temporada, y mi cuerpo, pero sobre todo mi alma, pedían ya a gritos un espacio sin prisa, un tiempo para mi.
Yo creo que pasaba ya del mediodía y el día era lluvioso y frío... No tanto para ser el último del año, pero la sensación de no tener que correr para llegar a tiempo y el ánimo de la gente por las calles del centro le imprimían algo de confortable calidez.
Tenía muchos días queriendo hacerlo, pero en el regreso a casa, por el horario, la iglesia ya está cerrada, y aunque esa tarde todavía me faltaba comprar varias cosas, el alma me hizo saber que era el momento adecuado para llegar hasta ahí y sentarme un ratito (como hacía tanto tiempo no lo hacía).
Yo no sé si será la época, si será el punto de mi vida en el cual me encuentro, pero llevaba ya varias semanas haciendo una especie de "balance" de todo cuanto ocurrió a lo largo de los últimos doce meses que justo ese día concluirían, y de alguna manera acordándome de personas, momentos y lugares que fueron determinantes en mi pasado, pero que por alguna razón no son parte de mi vida ya.
Cuando crucé el umbral de la iglesia, todos esos pensamientos estaban en mi alma, más que en mi cabeza... No había tanta gente y con toda la calma del mundo fui y tomé un lugar en las bancas del centro. A pesar de que el 2016 fue un año pesado, difícil y con una actitud constante de estar resolviendo problemas y adaptándome a lo que hubo a lo largo de cada uno de mis días, sentía dentro de mi corazón que tenía también bastantes cosas por las cuales agradecer.
Lo primero que agradecí fue la llegada de mi sobrino, el nuevo integrante de la familia, quien en medio de tanta incertidumbre llega porque seguramente él tiene una misión aquí -de eso no me queda duda-
También, estando ahí quise dar las gracias por otro año con la posibilidad de poder convivir con mi madre. Yo no sé si es la edad, o que de alguna manera ha cambiado mi visión de las cosas, pero últimamente disfruto mucho el tiempo que me toca convivir con ella. Desayunar juntas, salir de cuando en cuando a la calle, conversar... Ella es el pilar más sólido de mi vida y hay tantas cosas que me encantaría compensarle. Espero que la vida me de la oportunidad de hacerlo y cuando pienso en la persona que realmente me quiere y me acepta como soy, ella es quien genuinamente aparece en mi mente.
Conforme pasa el tiempo, ella se vuelve más frágil, pero en contraposición en alguien que veo complemente diferente a cuando era niña. Ahora es a mi a quien le toca protegerla y desde el silencio en esa banca, agradecí por otro año más juntas y porque se me de la posibilidad de regalarle lo que planeo... Ojalá, sería increíble.
Otra de las cosas que me mantuvo a flote en este ciclo fueron las charlas y la convivencia con mis amigas. Eso es algo que me nutre de una manera indescriptible y los problemas, así como el estrés, prácticamente se disolvieron entre conciertos, comidas y charlas... Además de una visita express casi a principios de diciembre... Ojalá que el 2017 nos traiga más momentos de risas, pláticas profundas, trabajo y todo lo que hace bien al espíritu.
Fueron muchas cosas... Agradecí por las ideas y la imaginación que me han permitido mantener por tantos años mis Páginas Sueltas y de Colores, porque esa es mi misión, y ya no lo es tanto acumular cosas, ni tampoco pretender los grandes logros en materia profesional...
Tengo cada vez más claro que mi trabajo es ayudar de la manera en que me sea posible, con mi trabajo, tratando de ser honesta y de aportar algo con las cosas que escribo.
El panorama en el umbral de una etapa y otra no es para nada alentador... Pero no se puede perder la fe; por esa razón también quise tener presente eso y más que para mi, quise pedirle a Dios por la gente que ya ha perdido toda esperanza, por quienes han dejado de creer o ya no tienen ninguna esperanza ni motivo para seguir... Esas personas en particular necesitan más de lo que cada uno de nosotros podemos creer que nos hace falta; y en ese sentido, ojala el año nuevo que inicia podamos ver más personas que de modos simple regalen sonrisas, y el ánimo necesario para que nos caiga el veinte -sobre todo en los momentos difíciles...-
Hacen falta más ángeles terrenales, más amor y esperanza materializados al alcance de cada persona, más gente buena haciendo el bien.
También, como siempre lo hago, tuve en mente a quienes en ese instante estaban llegando al mundo, así como a quienes acababan de desencarnar.
En resumen mi intención era esa... A unas cuantas horas de terminar un año y comenzar uno nuevo, envié mi agradecimiento a quienes ya no forman parte de mi vida, pero contribuyeron a que yo me conociera mucho más y a convertirme en la persona que soy hoy. Ojalá esas personas también encuentren o hayan encontrado ya su camino, que sean felices y la vida les otorgue todo lo bueno que se pueda recibir.
No tengo ni la menor idea de que será lo que nos aguarda, pero yo quisiera que cada aprendizaje, que todo cuanto suceda para cada uno de nosotros sea y suceda de la manera más amorosa posible, que, aunque la vida no es fácil, de alguna manera siempre encontremos como ver lo que si hay, para hacer de las carencias el elemento que permita darnos cuenta de nuestra fragilidad y acercarnos más a ese ser superior... Independientemente de la forma que cada quien lo vea.
Gracias por estos doce meses de mi alma resguardada en este envase físico, gracias por otro año de mis mascotas, que son una de las partes más valiosas de mi vida y por todas y cada una de las personas lejanas y distantes que han contribuido en el camino que nos ha tocado compartir.
Ojalá que en esta etapa que apenas comienza nuestros sueños prevalezcan mucho más que nuestros miedos, que nuestro corazón se llene de amor en todos los sentidos y también de fortaleza para los días en que no todo es perfecto.
Cuando un año termina uno siempre quiere creer que nos aguardan grandes y mejores cosas, pero más allá de la prosperidad, que Dios nos regale la capacidad para encontrar trocitos de felicidad en las cosas sencillas que suceden a diario, pues esa es la única manera de encender la luz y pasarla a otros desde nuestro interior.
Gracias a cada una de las personas que pasaron por este sitio para leer lo que escribo. Independientemente de si nos conocemos o no, espero haber sido esa persona capaz de regalar una palabra de aliento o de haber descrito a través de las letras lo que alguien más quizá tenía dentro y no podía expresar...
En el umbral de una etapa y otra confío en que nos quede tanto por aprender, tanto por reír y tanto por vivir y compartir.
Gracias por este instante sin prisa, en silencio.
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