Sobre una carta perdida y algo sobre el amor.
Hoy, hace exactamente un mes, en mi ciudad estaba llovíendo y hacía mucho frío. Yo estaba en casa y de repente se me ocurrió escribir una carta que además de ir dirigida a alguien que no sé si existe (quiero creer que si), de alguna manera le expresaba al Universo mis inmensas ganas de encontrar a alguien especial y lo que pienso o más bien he aprendido del amor en todo este tiempo.
Está mal que yo lo diga, pero era una carta hermosa. Yo creo que ha sido una de las más honestas que he escrito en toda mi vida y de hecho a raíz de eso surgieron ideas para otros posts que más adelante iré compartiendo, pero hablando en específico de esa primer carta, estaba yo tan inspirada que todavía al día siguiente mientras iba de camino a mi trabajo seguí redactando ideas hasta que la terminé.
Todo iba muy bien y yo estaba feliz, porque hacía mucho no me sentía tan inspirada para plasmar algo así. Por la premura el borrador lo hice en el bloc de notitas del celular y varios días después la plasmé en mi bloc de notas del correo electrónico, mientras decidía si la publicaba o no en el blog.
El caso es que al final decidí que si, y la transcribí tal cual a esa especie de diario inédito online, pero fui tan tonta que al terminar de pasarla en limpio, aparte de que eliminé el archivo de mi celular, nunca me fijé que en el bloc de notas nunca le di "guardar" y apagué la computadora.
No me di cuenta de la burrada que cometí hasta el siguiente día en que la busqué y la busqué. Ya no la pude recuperar y la verdad me ha podido tanto, porque la perdí por completo y aunque la carta de alguna manera sigue en mi cabeza, no he tenido realmente el tiempo de sentarme a escribirla... Lo voy a intentar, y no sé si el destino de alguna manera me consoló cuando hace algunas semanas atrás en el libro autobiográfico de Ricky Martin encontré casi al final algo que de alguna manera coincide bastante con todo lo que yo expresé en esa carta.
En este inicio de semana quise compartirlo con ustedes que me regalan parte de su tiempo, porque me sorprendió bastante que un personaje como él (a quien admiro profundamente más como ser humano que como artista), de alguna manera coincide en pensamiento y forma de sentir con alguien tan simple como yo.
Ojalá que la disfruten... Mientras tanto, yo espero de todo corazón darme el tiempo para poder rescatar esa carta perdida.
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..."Yo soy de la creencia de que la felicidad llega a quienes tienen pensamientos felices. En mi mente y en mi corazón siempre llevo cantidades de recuerdos lindos que no tengo la menor duda traen una luz positiva a mi vida, al igual que muchas cosas buenas.
Una vez un músico muy sabio me dijo: "Quiqui, los tambores son una manifestación de la energía y el desahogo de nuestros antepasados. Antes, cuando existía la esclavitud, la única forma en que los esclavos se podían expresar era a través de los tambores. Entonces es como si todos esos espíritus que mueren, despertaran cada vez que escuchan un tambor; y como ellos no pueden bailar, entran en tu cuerpo y se manifiestan a través de tu ser. De ti".
Es una creencia preciosa, y yo siento que la viví en carne y hueso cuando hace algunos años asistí al carnaval de Río de Janeiro. Tuve la oportunidad de asistir a un desfile en el Zambódromo con una de las escuelas de Zamba, y durante los ensayos musicales llegué a estar parado en medio de 500 tambores, retumbando todos a la vez.
Si con un tambor se siente la fuerza del ritmo, de la música de la vida, y no puedes más que ponerte a bailar, ¡imáginate con 500 tambores juntos! Es una de las cosas más vibrantes que he sentido en toda mi vida... Te despega de tu cuerpo y llega un momento en que tu corazón comienza a latir al ritmo de los tambores; y cuando eso pasa, sientes un cambio físico. Te desconectas por un instante de tu cuerpo, te dejas llevar por la pulsación de los sonidos, y es en ese momento que dejas de ser físico y te conviertes en lo espiritual.
Así que si los tambores son en realidad la manifestación de mis ancestros, yo puedo estar tranquilo de que mis ancestros me acompañan, porque nunca estoy lejos de un tambor.
Me encanta esa historia... Porque ya sea en la música afroantillana de Puerto Rico, en el Candomblé, en la Zamba, en la música nativa americana, en la salsa o en el Guaguancó, el tambor siempre está presente. Hasta en las ceremonias más cristianas también se encuentra el tambor, y eso porque la música tiene el poder de liberar la mente y el espíritu. Tiene el poder de hacerte sentir la vida en su expresión más básica, más natural. Porque la música libera, la música es magia.
Gracias a que mi vida está siempre colmada de música, yo sé que siempre tendré una existencia única y afortunada, y por eso estoy profundamente agradecido.
Este libro lo escribí mientras grababa mi sexto álbum en español...
...Muy dentro de mi sé que los días y los meses y los años que tengo por delante serán sin duda extraordinarios. No veo la hora de vivirlos. Si hay algo que he aprendido últimamente es la importancia de decretarle al Universo lo que uno quiere. Si deseo algo en mi vida, en mi carrera, para mis hijos o en mis relaciones afectivas, yo tengo que decretárselo al Universo para que se haga realidad.
Si yo no tengo esa idea en mi mente, no la absorbo y no la incorporo a mi vida como una realidad alcanzable, en lugar de una mera posibilidad teórica, lo más probable es que nunca se haga realidad.
Tengo que lanzarme al mundo a buscar lo que deseo, soñar con ello y no sentarme en un rincón a esperar que me llegue a los pies como un milagro.
Esto es algo muy cierto, sobre todo cuando se trata del amor. El amor hay que buscarlo, hay que creer en él, hay que pedirle al Universo exactamente lo que se desea, para así llamarlo a nuestras vidas. Pero sobre todo, hay que ser paciente.
En mi vida hay gente que caló muy fuerte. Todas las relaciones en las que he estado han traído algo que las hace muy especiales. A lo mejor, en una relación tenía unas pláticas maravillosas, en las que había un nivel de aprendizaje altísimo, o una visión muy compatible ante la vida.
En otra relación quizá era una cosa más física. Aquello que te pone a vibrar a nivel viceral. En otras era a lo mejor la ternura, la dulzura de sentirse acompañado, querido, protegido. Pero sea lo que sea, y sin importar lo difícil o tortuoso de las relaciones que haya tenido en el pasado, yo vivo plenamente convencido de que el amor verdadero si existe.
El amor de mi vida no sé si ya lo conozco, o si aún me estoy preparando. Es posible que ya nos conozcamos o que ya hayamos estado juntos; como también es posible que cada uno todavía nos falte dar ciertos pasos o hacer ciertas cosas para encontrarnos. Pero lo que sí sé -y lo sé porque yo en mi vida decreto lo que deseo- es que en el Universo hay una persona perfecta para mi.
Ya sea que me demore años, días o meses en descubrirla, o darme cuenta de que está ahí...
Tengo una imagen muy clara de lo que es la perfección en el amor.
Mucha gente me dice: "pero es que no hay amor perfecto". Yo si creo en el amor perfecto. Creo que el amor no duele, creo que es complicidad, calma, ternura, tranquilidad, confianza, libertad, y eso es lo que el cosmos prepara para mi día a día; y yo con cada paso que doy, dentro de mi crecimiento personal y de mi camino espiritual, me estoy acercando a el, poco a poco, paso a paso.
Sin embargo, independientemente de lo que suceda en mi vida amorosa, yo ya poseo el amor más bello de todos...
"Yo"
Ricky Martin
Ed. Plaza&Janes Editores
2010
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