Clima Emocional de Octubre
Desde siempre, los últimos 4 meses habían sido mis favoritos: Septiembre por el aniversario del blog, y también porque después del 16, la sensación siempre era de que todo sucedía tan rápido... Como una especie de recta final en la que a la par de hacer un balance de todo lo vivido en el año, también sucedían las mejores cosas.
Esta vez ni siquiera me di cuenta que ya estaba inmersa en todo eso.... Me sigue gustando la época en que todo se pinta de amarillo y se vuelve introspectivo, pero está vez es tan diferente a otros años, porque ni yo misma hubiese imaginado que el 2023 me llevaría por caminos que ni siquiera visualicé alguna vez.
Mis días suceden inmersa por completo en el mundo real y todo lo que eso implica. Desde el instante mismo en que salgo de mi casa, los pensamientos y toda mi energía se enfocan en las actividades y responsabilidades diarias que tengo que asumir, pero al mismo tiempo, hace apenas uno o dos meses atrás, mientras mi cuerpo y mi conciencia estaban enfocados en cumplir con mi trabajo, fue el cansancio, o no sé... pero algo propició que al mismo tiempo mirara hacia adentro y conectará con esa parte que no tiene nada que ver con todo lo que hago a diario, y entonces empecé a caer en la cuenta de que se me está yendo la vida trabajando.
En este momento ya no estoy en ese trabajo... No sé si el universo escuchó mis pensamientos, pero de la nada surgió una oportunidad muy buena para trabajar en otro lado, haciendo lo que más me gusta hacer: investigar y escribir sobre las cosas que me toca presenciar. No quiero ahondar mucho sobre ese trabajo, porque es una oportunidad, pero aún no hay nada concreto... ¿Pero qué cosa en esta vida lo es?... Como sea, lo estoy disfrutando mucho y empezando el 2024 ya Dios dirá...
A finales de Septiembre la lluvia me sorprendió en ese lugar nuevo. Me quedé varada ahí durante varias horas (el regreso a mi casa fue toda una odisea, pero ese ya es otro post); lo relevante de esa tarde que se me convirtió en noche fue, que cuando por fin pude salir, al pasar por un pasillo en particular, de pronto me vino una imagen a la mente tan personal como colectiva, porque de pronto tomé conciencia de todos los lugares por los que yo (y también las otras personas), hemos pasado a diario montones de veces, y como tomar conciencia de ello es como encontrarnos (como en ese pasillo) con nosotros mismos.
La ciudad entera está llena de ese "Tú" pasando en distintos tiempos y horarios por un mismo lugar. El camino que sigues de ida y regreso al trabajo, la misma banca del parque donde siempre te sientas, pero es muy curioso que a pesar de que tu cuerpo físico está ahí, la mayoría de las veces tu alma se encuentra distante, a miles de kilómetros de distancia o en espacios de tiempo a los que por más que se quiera ya no se puede regresar...
Semanas antes yo venía de jornadas muy pesadas de trabajo. Mi cuerpo físico estaba agotado, tanto, que dejé de soñar, dejé de imaginar, entré en una especie de apatía que pensé que no terminaría nunca; y hubo muchas veces en que el único lugar donde mi alma y todo lo que yo soy (materialmente hablando), de verdad coincidían era al reclinar la espalda sobre la cama ya bien entrada la madrugada, pero no había una interacción real entre esas dos partes de mi.
Por eso me encantó ese día de lluvia... El cielo se cayó a pedazos y la ciudad se colapsó de una manera que no sucedía desde hace años, pero en mi caso muy personal fue como una especie de reencuentro conmigo misma y me inspiró tanto que volví a escribir... Los días posteriores comencé a contarlo en este post que hoy toma forma y que no sé si de verdad alguien entienda o quizá sienta que alguna vez le ha pasado igual.
Me quedo pensando en que quizá ese es el punto... No sé si la felicidad será eso, pero tal vez de eso se trata la vida... De observarte desde adentro y de intentar a toda costa provocar que sucedan todas esas cosas que hacen que tu alma y tu cuerpo coincidan más veces y conversen...
Desde hace muchos años he tenido conciencia de las capacidades y limitaciones de mi propio cuerpo. De todo lo que me ha servido y lo mucho que he disfrutado a través del mismo (porque sin entrar en detalles, vaya que lo he hecho); pero en los años recientes todo lo que me ayuda a alimentarme por dentro es lo que acapara todos mis sentidos, y a medida que descubro cosas, tengo hambre de saber más y más...
He vivido tantas cosas y me considero una mujer afortunada. Mi maestra de Yoga dice que la práctica sobre el tapete no es más que observar todo desde adentro y sentirlo a través de tu propio cuerpo, y quizá eso es lo que tengo que vivir en este momento... Me gusta... Y así como me encontré con una mujer conocida, pero al mismo tiempo tan distinta en ese pasillo en una tarde de lluvia; seguiré pasando por donde mismo para seguir propiciando ese coincidir de cuerpo y espíritu... Algo me dice que le siga los pasos a esa mujer porque es muy posible que aunque no lleguemos a cruzar palabra alguna, los silencios a veces dicen mucho más, y en esos encuentros aún hay cosas por descubrir.
Buena Madrugada...
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