Pasillo Solitario
No pertenezco a este lugar, pero me gusta, porque dentro de el me he reencontrado conmigo misma.
Hoy fue otra vez una tarde con lluvia, y como muy pocas veces sucede, todos los espacios de este sitio tan enorme se quedaron vacíos... Apesar de que ya era de noche y la humedad propició que mi piel comenzara a experimentar frío, caminé muy despacio, porque de verdad quería disfrutar ese trayecto a solas, no sólo para reencontrarme conmigo misma, sino también para darle libertad a mi mente y que mis pensamientos, a través de esos pasillos, fueran tras los pasos de cualquier idea, emoción o recuerdo que quisiera salir a su paso...
La verdad no me encontré de frente con ninguno en particular, pero casi al final de mi trayecto, antes de llegar hasta el estacionamiento, descubrí un árbol enorme que me encantó como se veía... A pesar de que estaba empezando a llover de nuevo, me quedé de pie frente a él, mirándolo por un breve lapso de tiempo y fue ahí donde me alcanzó la idea de que toda la gente, (incluida yo, porsupuesto), pasamos a diario delante suyo, pero el árbol permanece, mientras todos los demás estamos sólo de paso.
Antes de esta noche, yo ya había tomado conciencia de ello. Insisto, me encanta este lugar, aunque hasta esta etapa reciente yo he tenido un vínculo más directo.
Cuando yo era mucho más joven, fui alguna vez hasta ese sitio para pedir ayuda con alguna tarea de métodos numéricos o alguna de esas tantas materias que nunca iba a utilizar en mi vida como profesionista, pero que de manera obligatoria, para poder avanzar con mis estudios, tuve por fuerza que cursar.
Desde entonces no había vuelto, hasta principios de este septiembre 2023, y así es de extraña la vida, que en este punto cronológico de mi existencia, de pronto surgió la oportunidad de ir hasta este lugar donde me han dado la oportunidad de hacer una de las cosas que mas amo en la vida hacer: Escribir.
Estoy en una oficina donde a pesar de que me dieron toda la libertad para colocar lo que yo quisiera, mantengo aún desnudas las paredes como una especie de recordatorio de que no debo aferrarme a algo que para mi es todavía es incierto...
Después de casi 2 meses, apenas ayer comencé a ver la posibilidad de colocar unas fotografías de cosas que si bien es cierto no tienen nada que ver conmigo, de alguna forma el observarlas me hace sentir paz.
Ya estando en mi casa, viendo una entrevista con un actor que me encanta y al que admiro profundamente porque es un apasionado de cada personaje que interpreta: (Juan Manuel Bernal), a la par de sentirme identificada con él, en algunas de las cosas que compartió, me llamó la atención que habló de que su padre, alguna vez le dijo la frase: "el trabajo es el mejor amigo del hombre", y él hacía referencia a ese consejo, porque durante una época difícil de su vida personal, su trabajo como actor era lo que lo había salvado de caer en una depresión profunda, y eso llamó poderosamente mi atención, porque me cayó el 20 de que de un año y medio a la fecha, conmigo sucedió exactamente igual.
Es verdad que muchas cosas han cambiado y no son para, nada como yo esperaría; pero al mismo tiempo me sorprende que en un lugar que hasta hace apenas muy poco tiempo yo no tenía ningún vínculo, he venido a descubrir que las cosas que hacen que mi pecho se expanda por la gratitud de experimentar lo que es estar vivo, ha sido justo ahí.
Tengo muchas ganas de sentarme en alguno de los días futuros sobre cualquiera de los extremos de concreto que bordean por ambos lados todo ese pasillo, para más allá de si está lleno de estudiantes o solitario como hoy, atrapar no a través de algún dispositivo electrónico, si no en una hoja y con tinta de un color indistinto, quizá ya no un suspiro o letras que sean para alguien más, pero si encontrar bajo la calidez del Sol o en los últimos instantes de claridad -Antes de que se despida el día- todo aquello que me hace dar gracias a Dios por terminar otro día completo.
Han habido últimamente varios días así... Y hoy antes de que se me cierren los ojos por el sueño y pierda otra vez la mitad de este escrito por el descuido de dejar abierto el borrador mientras el cansancio se apodera de todos mis sentidos, agradezco que aún inmersa en lo incierto, son las cosas más simples y sencillas las que me hacen sentir afortunada de que en la antesala del invierno yo todavía existo.
Son las 4:32 am, me muero de sueño, pero no quería dejar que esto se perdiera.
Me voy de nuevo hacia el país de los sueños, para atrapar otras historias.
Buena madrugada.
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